La escritora de Joan Didion murió a los 87 años en su casa de Manhattan (Nueva York), según The New York Times.
La autora, una de las referentes más emblemática como consecuencia de un agravamiento en la enfermedad de Parkinson que padecía hace años, tal como explicó a través de un e-mail enviado al diario neoyorquino Paul Bogaards, editor de Knoft, el sello estadounidense que publica a la narradora.
Exponente del Nuevo Periodismo surgido en su país en los años 60 y con una prosa donde se entrelazan el vuelo literario y el pulso de la crónica, Didion había nacido en Sacramento en 1934. Se graduó en la Universidad de Berkeley en California y luego comenzó trabajando en la revista Vogue, donde fue editora y crítica de cine. Tiempo después se desempeñó como colaboradora habitual de The New York Review of Books.
Con una presencia menuda y etérea inversamente proporcional a su escritura, Didion solía escurrirse en la escena social estadounidense en busca de historias para contar, que publicaba en distintas revistas locales y extranjeras. Fue una crónica sobre el hippismo en la década del sesenta la que marcó el principio de su consagración. Años después en California presenció una imagen que recorrería el mundo a través de sus palabras: una nena de solo 5 años consumiendo LSD que había sido suministrado por su madre. «No lo negaré, era oro. Cuando estás escribiendo un artículo, das tu vida por un momento así», relató la autora años después en «El centro cederá», el documental que filmó su sobrino Griffin Dunne y que estrenó Netflix en 2017.
Didion debutó en la novela con “Río revuelto”, obra a la que siguió su primer libro de no ficción, una antología de textos periodísticos titulada “Arrastrarse hacia Belén”. También publicó diversos libros de ensayo sobre la cultura y la política estadounidense, una selección de los cuales se incluyen en ‘Los que sueñan el sueño dorado’, así como sus anotaciones inéditas ‘Sur y Oeste’.
Su incisivo pulso para cartografiar el impacto de la muerte conecta las dos obras más decisivas de Didion, «El año del pensamiento mágico» -en el que analiza y narra la muerte repentina de su marido, el también escritor John Gregory Dunne- y “Noches azules”, en el que intenta volver a procesar no solo la muerte de su compañera sino también la de su hija adoptiva, Quintana, como consecuencia de una pancreatitIs aguda.
Quizás como una continuidad de “El Año del Pensamiento Mágico”, libro que escribió a los pocos meses de ambas muertes -que transcurrieron en menos de dos años—, Noches azules es un cúmulo de pensamientos y la narración de recuerdos, sin caer en la autocompasión ni en la autoayuda
En “Noches azules”, Didion hilvana los recuerdos de su hija con los de su propia fragilidad sin caer en la autocompasión ni en la autoayuda. Para la escritora, pensar y racionalizar el dolor a través de la escritura es parte del duelo, mientras que en «El año del pensamiento mágico», la escritora elige la primera persona y con un ritmo casi cinematográfico sumerge al lector en el proceso de elaboración del duelo de por su marido. Allí cuenta la escena inaugural del declive, cuando están en su casa prontos a comer luego de visitar a su hija en el hospital -que permanece en coma por una neumonía no detectada a tiempo- y de repente Dunne queda como suspendido en una actitud extraña -una broma pensó ella- antes de correr a pedir una ambulancia. Pero ya no hay mucho que hacer: el hombre morirá casi enseguida como consecuencia de un infarto masivo.
«Este es mi intento de asimilar el período que vino a continuación: las semanas y después los meses que se llevaron por delante cualquier idea fija que yo pudiera tener de la muerte, de la enfermedad, de la probabilidad y de la suerte, tanto buena como mala; del matrimonio, los hijos y los recuerdos; del dolor y las formas en que la gente afronta y no afronta el hecho de que la vida se termina…» escribe.
El regreso del hospital a su casa, provista de las prendas y objetos que horas antes llevaba su marido significa para la escritora el inicio de un largo camino donde las primeras reacciones casi de una autómata son capturadas en el libro, un aletargamiento de las emociones que no le impide tomar decisiones y ocuparse de su hija, quien se recupera del coma pero sigue enferma y sufrirá después una hemorragia cerebral, de la que también saldrá adelante para fallecer finalmente en agosto de 2005
«Siento al despertar el telón de la noche, no el día…», evoca Didion los versos de un poema de Gerard Manley Hopkins en esa primera etapa en la que la muerte de John no logra configurarse en su cabeza, cuando todavía guarda sus zapatos y necesita «estar sola para que él pudiera volver».
Entre las novelas de la narradora se destacan también “Río revuelto”, “Book of Common Prayer”, “Democracy” y “The Last Thing He Wanted”. También ha escrito varios libros de autoficción, como “Where I Was From” y el ya mencionado ‘El año del pensamiento mágico’, con el que ganó el National Book Award y fue finalista del premio Pulitzer y del National Book Critics Circle Award.
En los últimos meses, el sello Penguin Random House había publicado en la Argentina -en formato ebook- el último libro de la escritora, “Lo que quiero decir”, que reúne doce artículos de Joan Didion (1934), publicados entre 1968 y 2000 pero que permanecían inéditos en castellano.
«Escribo estrictamente para averiguar qué estoy pensando, qué estoy mirando, qué veo y qué significa. Para averiguar lo que quiero y lo que me da miedo», dice Didion en el comienzo del volumen.
Joan Didion, la cronista del nuevo periodismo americano que se atrevió a explorar la contracultura
«Nos contamos historias para poder vivir», escribió la cronista, guionista, ensayista, editora y crítica de cine Joan Didion, en su libro de crónicas «El álbum blanco», donde están algunos de los trabajos que la convirtieron en una de las firmas destacadas del Nuevo Periodismo de la década del 60 y eso fue lo que hizo a lo largo de 87 años: recurrir a las palabras siempre, también para intentar encauzar el duelo, como en «El año del pensamiento mágico» y «Noches azules», escritos que retoman las muertes apenas separadas de su marido y su hija.
La noticia de su muerte llegó a través de un mail enviado por Paul Bogaards, ejecutivo de la editorial Knopf y editor de una de las más importantes de Estados Unidos, quien también comunicó que la causa fue un cuadro de Parkinson que sufría hace años.
Nacida en Sacramento (California) en 1934, Didion se convirtió en una de las cronistas más lúcidas de esa ciudad en el que vivió la mayor parte de su vida. Allí su madre le regaló su primer cuaderno para escribir cuando tenía cinco años y su primera entrada fue la historia de una mujer que se estaba helando una noche en el Ártico y cuando salió el sol descubrió que en realidad se encontraba en el desierto del Sáhara, donde murió debido al calor.
Esa primera mujer narrada no sobreviviría pero marcó la búsqueda de Didion por los extremos, los bordes, eso que parece irse de un marco y quedarse en un nuevo sitio en el que siempre hay algo para contar.
En artículos periodísticos que exploraban los bordes desgastados de la vida estadounidense de posguerra publicados en la revista Life y The Saturday Evening Post comenzó a circular su escritura, la que siempre fue pensada como una exploración de la que nunca estuvieron ajenos ni su cuerpo, ni su vida.
Por ejemplo, en uno de los ensayos de «El álbum blanco» incluyó su propia evaluación psiquiátrica después de llegar a la clínica de pacientes externos del Hospital St. John en Santa Mónica, quejándose de vértigo y náuseas, época en la que le diagnosticaron esclerosis múltiple.
Esa exploración como cronista la llevó a escribir también informes políticos, presentados como ensayos para The New York Review of Books sobre la guerra civil en El Salvador y la cultura cubana emigrada en Miami que fueron publicados en forma de libro como «Salvador» y «Miami».
Su trabajo la inscribió como parte de lo que se conoció como Nuevo Periodismo, con compañeros como Tom Wolfe, Hunter S. Thompson, Gay Talese y Terry Southern. Allí se ubicó su famoso reportaje en el que contó de primera mano la revolución de los hippies, que tomó por asalto las calles de San Francisco.
Fue activa participante de movimientos pacifistas y feministas en los 70 y al mismo tiempo, se constituyó como ícono de la movida cultural, debido a su trabajo como guionista junto con su marido, John Gregory Dunne.
La pareja nunca se creyó del todo parte de lo que pasaba en la industria hollywoodense, pero no dejaron de asistir a ninguna de sus fiestas, en las que compartían horas de charlas y brindis con Warren Beatty y Steven Spielberg, entre otros. Fueron exitosos guionistas, colaborando en «The Panic in Needle Park», una nueva versión de «A Star Is Born» y adaptaciones de «Play It As It Lays» y sus «Confesiones verdaderas».
Ese clima social y cultural también es parte de «Joan Didion: El Centro cede», el documental que dirigió su sobrino Griffin Dunne y se estrenó en 2017 en Netflix.
A través de una entrevista estructuradora, material de archivo, conversaciones con colegas y amigos y fragmentos de sus obras más emblemáticas, el relato cinematográfico de Dunne muestra la fragilidad y la curiosidad de esa mujer que con más de 80 años seguía escribiendo, desarmando y examinando hechos de su propia vida para volver a encontrarle un sentido.
Justamente lo primero que se pudo leer de ella en castellano fue «El año del pensamiento mágico» y «Noches azules», libros en los que narra cómo se enfrentó a la muerte de su marido, John Gregory Dunne, y a la de su única hija, Quintana en un breve e intenso lapso de tiempo.
Dunne se desmayó en su mesa en 2003 y falleció de un ataque cardíaco, después de visitar a su hija estaba gravemente enferma en un hospital. Esas memorias fueron un éxito de ventas y Didion dijo que pensaba en el trabajo como un testimonio de un tiempo específico; trágicamente, «El año del pensamiento mágico» pasó a estar fechado poco después de su publicación. Pero ese drama tenía una continuidad: Quintana murió durante el verano de 2005 a los 39 años de pancreatitis aguda. La escritora retomó esa muerte en su siguiente publicación: «Noches azules».
«La vida cambia en un instante. Te sientas a comer y la vida que conocías se acaba de repente», escribió en el primero de esos libros que la hicieron llegar a la vida de lectores de todo el mundo. Por «El año del pensamiento mágico» ganó el Premio Nacional del Libro y fue adaptado como unipersonal de Broadway protagonizado por Vanessa Redgrave.
Didion se había casado con Dunne, a quien había conocido en una cena, en 1964 y dos años más tarde, adoptaron a Quintana Roo. A pesar de sus propios conflictos, Didion le dijo a su sobrino que ella y Dunne crecieron y resistieron.
Si bien sus ensayos fueron los que la hicieron más conocida, publicó una primera novela bien recibida, «Run, River» (1963), sobre el desmoronamiento de una familia de Sacramento. Aunque no tan simple como su ficción posterior, introdujo las preocupaciones que gobernaron sus novelas posteriores (violencia, pavor, la sensación enfermiza de que el mundo giraba fuera de control) y familiarizó a los lectores con «la mujer Didion», descrita por Michiko Kakutani en The New York Times Magazine como el residente desolado de «un páramo claramente personal, vagando por carreteras o por países en un esfuerzo por borrar el dolor de la conciencia».
La autora de «Arrastrándose hacia Belén», la recopilación de artículos que ponían el foco en su estado natal y epicentro de la contracultura, California, y fue su primer libro de no ficción, había estudiado Literatura en la Universidad de California y consiguió su primer trabajo en Nueva York, en la revista Vogue en 1958.
En 2019, su inmensa obra, que abarca una decena de volúmenes e incontables artículos para las más prestigiosas publicaciones de su país, había comenzado a ser compilada por la Biblioteca de América en volúmenes encuadernados.
Por lo pronto en la Argentina este año se conoció «Lo que quiero decir», editado por Random House, disponible en formato de eBook, en el que reflexiona sobre su oficio como cronista y editora, el que la convirtió en figura clave del periodismo de las últimas cinco décadas; mientras que en 2022 llegará la publicación de «Where I was from», por la misma editorial.
Entre el periodismo, la escritura de guiones y la ficción, Didion demostró que la capacidad de narrar es una poderosa acción para resignificar lo que creemos conocido, lo que duele, lo que queremos descubrir o lo que no sabíamos que nos interpelaba hasta que nos embarcamos en la tarea de contarlo.
Hoy sus lectores y lectoras la despiden como una autora que se convirtió en la gran cronista del duelo al afrontar la muerte de sus dos personas más cercanas, demostrando que sí, que siempre está la posibilidad de contar el mundo para darle un sentido a aquello que nos marca de manera descarnada.