John Katzenbach, maestro del suspense psicológico y autor superventas de «El psicoanalista» y «Jaque al psicoanalista»
La oficina del autor es un tanto caótica. Es luminosa y cálida, con piso de madera y cuadros en cada rincón, pero una mesa ratona acumula en su superficie todo tipo de objetos difíciles de identificar, más allá de un portarretratos y un frasco de algún tipo. Todos tenemos un lugar parecido, un cajón o un estante a donde va a parar todo lo que no tiene un sitio identificado de guardado. En este caso, el rebosante mueble está justo en el plano del Zoom. Metódico y preciso en sus libros de crímenes, a John Katzenbach no parece importarle un poco de desorden en su vida cotidiana.
Se conecta para una entrevista por videollamada con Infobae desde su hogar en Massachusetts, donde vive con su esposa, la periodista ganadora del Pulitzer Madeleine Blais. Durante una media hora, el escritor que alcanzó fama mundial gracias a su bestseller El psicoanalista (que vendió más de un millón de ejemplares en español) habla sobre su nueva obra, El club de los psicópatas (Jack’s Boys, en inglés), publicado por Ediciones B. En esta novela, un grupo de asesinos en serie que se hacen llamar los Muchachos de Jack, en honor a Jack el Destripador, se encuentran regularmente en un rincón nefasto de la Dark Web para vanagloriarse de su talento para matar. Pero un día unos adolescentes sin querer se cruzan en su camino y será el comienzo de una caza contrarreloj.
Los asesinos son su especialidad, y no sólo en la ficción. Ha confesado más de una vez públicamente que uno de los acontecimientos que más lo ha golpeado fue cuando la policía descubrió su novela Retrato en sangre en manos de tres asesinos en serie. “No estoy orgulloso de eso”, cuenta a Infobae. “Es inquietante para mí pensar que habría creado algo que un asesino usaría como modelo”.
«El club de los psicópatas», por John Katzenbach (Ediciones B)
-¿Cuál es la clave para que un libro sea adictivo y que mantenga al lector enganchado hasta el final?
–Lo importante como autor es hacer lo inesperado, y al mismo tiempo hacer que los lectores piensen: “Está bien. Eso es lo que haría yo”. Es un equilibrio entre esas dos cosas. Tienes que girar y retorcer al mismo tiempo. La gente tiene que poder identificarse con los personajes. Y creo que esos son los aspectos más importantes de escribir un libro que te atrape, pero permíteme agregar una cosa. Todos los libros deberían ser adictivos.
-¿Qué tienen los thrillers que satisfacen tanto a los lectores?
-Los thrillers brindan una visión realmente interesante del mundo, y creo que muchos escritores de thriller, como yo, intentamos colar todo tipo de comentarios sociales en los libros, y que involucren a los lectores de una manera sutil.
-¿Cree que los servicios de streaming como Netflix ofrecen una forma de narrativa más adecuada para los thrillers?
-Oh, absolutamente. Lo que me gusta de los servicios de streaming -y estoy seguro de que también es cierto para ti- es que aprecian la narrativa más que la película tradicional de dos horas. Es muy difícil adaptar un libro de 400 páginas a una película, comprimirlo todo en dos horas de película. Algunos de los matices y algunas de las sutilezas se pierden. Pero en una narrativa más larga, puedes explorar la profundidad del personaje con una lealtad mucho mayor. Sabes quiénes son realmente las personas. Amo la televisión narrativa. Me encanta la televisión episódica.
-¿Cuál es la última gran serie que vio?
–Mare of Easttown de HBO. Oh sí. Pero soy un gran admirador de lo que en inglés se llama Money Heist, pero en español es La Casa de Papel.
-¿Qué opina de aquellos que tildan a los bestsellers de categoría inferior dentro de la literatura?
-Creo que la gente que escribe libros muy “literarios” -y lo uso entre comillas- y los académicos del mundo tal vez menosprecien los thrillers, pero los lectores los reconocen como una visión del mundo fascinante e intrigante. Las mejores historias desde el primer hombre de las cavernas rayando en las paredes de su cueva siempre han involucrado cosas emocionantes. Creo que es injusto hacer que el lector luche para avanzar de una página a otra.
«Todos los libros deberían ser adictivos», dice el autor a Infobae (Penguin Random House)
John Katzenbach no es profeta en su tierra. Uno de los grandes bestsellers del suspenso es más popular en Latinoamérica y en Europa que en su Estados Unidos natal. Lo leen, claro, pero cada vez que se presenta en, por ejemplo, las Ferias del Libro de Buenos Aires o Guadalajara, la concurrencia es apabullante. No se entiende bien por qué. “¡Ay, si supiera! Llamaría inmediatamente a mi agente”, había dicho en una entrevista anterior con este medio. Atina a indagar en lo que busca el lector en un lugar y en otro, pero la respuesta no convence. Es un misterio que el maestro del thriller no puede resolver.
-Su última novela, El club de los psicópatas, trata de los muchos peligros que hay detrás de vivir en una sociedad basada en la tecnología. ¿Cuál es tu actitud hacia lo tecnológico?
-Como a todos los demás: la odio y la uso todo el tiempo. Me parece que la tecnología nos pide que nos abramos a este tipo de gran mundo que nos rodea, lo cual es bueno y malo. Porque la tecnología puede usarse tanto para el mal como para el bien. Información, comunicación… Todas esas cosas son valiosas. Suena como si estuviera dando una conferencia lo que estoy diciendo, suena terrible. Yo trato de evitar muchas redes sociales, porque siento que es como si se les pidiera a las personas que sean menos ellas mismas y más una Persona que quieren crear y eso es peligroso. Pero tendrías que preguntarles a los psiquiatras.
-¿Siempre le ha interesado el lado oscuro del ser humano?
-Probablemente. No es que cuando leí El señor de los anillos estuviera apoyando a los orcos, pero siempre me ha interesado cómo es la gente, cómo la gente puede ceder ante lo que, a falta de un término mejor, es malvado. Me parece que todos tenemos un lado bueno y un lado malo dentro de nosotros. Y explorar eso como novelista siempre ha sido una de las cosas que más me ha interesado. Cuando pienso en cuando era adolescente, probablemente también hice algo de eso.
-Ha mencionado varios libros, música y películas que inspiran a los asesinos en la novela. Usted tiene una experiencia de primera mano con eso. ¿No se encontró una de sus obras (Retrato en sangre) en posesión de más de un asesino?
-Ocurrió un par de veces. Honestamente, no estoy orgulloso de eso. Es inquietante para mí pensar que habría creado algo que un asesino usaría como modelo. Pero, por otro lado, supongo que tienes que estar dispuesto a venderle un libro a cualquiera. Me gusta pensar que un asesino no es mi público objetivo. Pero no fue algo agradable enterarme de eso.
–El Psicoanalista fue un éxito mundial. ¿Cómo se sintió al convertirse en un bestseller?
-Esa es una pregunta difícil. Los fenómenos te cambian de formas de las que realmente no eres consciente. Pero desde el punto de vista del autor, aquí está el aspecto más importante: de repente piensas que tienes una obligación con los lectores que se vuelve cada vez mayor cuantos más libros vendes. Al menos para mí, hizo que fuera importante que otros libros que escribí tuvieran las mismas cualidades, tuvieran el mismo interés para la gente y, por lo tanto, realmente te genera una gran presión.
-Apuesto a que sí. En una entrevista reciente con Paula Hawkins, autora de La chica del tren, ella me habló de lo difícil que fue escribir su segundo libro luego del tremendo éxito del primero.
-Es así. Un autor famoso me dijo hace 40 años que el primer libro es fácil, el segundo libro es el más difícil. Así que creo que lo que atravesó Paula Hawkins es típico.
Su bestseller «El psicoanalista» vendió más de un millón de ejemplares en español
-¿Qué autores influyeron en su estilo o lo inspiraron de joven?
-Probablemente los mismo que a ti. Por supuesto, me gustaban mucho Dostoievski, Dickens, Proust… Pero lo más importante que aprendí de la lectura extensa fue que imitar el estilo de otro autor es cometer un error. Porque cada libro y cada personaje y cada situación en la que los pones es un poco diferente. Entonces tienes que adaptar el estilo a lo que tienes, a la historia que estás contando. Se trata de encontrar el método correcto para contar esa historia en particular porque cada historia es un poco diferente.
-¿Cómo encuentra la voz de un asesino? En este último libro los ha pintado como ególatras narcisistas.
-Bueno, fue un desafío tener cinco asesinos. Y todos quieren matar, pero tendrán que hacerlo de manera diferente en el transcurso de la novela, por lo que cada uno tiene que hacerlo a su manera. Y sin embargo, al mismo tiempo, y diste en el clavo, es el ego lo que los une y el grupo alimenta ese tipo de ego masivo que tienen. Si estudias varios tipos de personalidades psicopáticas y todo eso, hay elementos aquí y allá, pero luego, una vez que te metes en sus cabezas como escritor, simplemente fluye, y supongo que eso significa que hay un lado realmente oscuro de mí que suelto en la página. Y es divertido.
-Esta clase de club de psicópatas me recordó a una parte del segundo volumen de The Sandman de Neil Gaiman. ¿Lo ha leído?
-Aquí está mi pequeño secreto sucio. Muy, muy raramente leo algo de mi propio género. De hecho, sólo leo a mis amigos. Don Winslow, Thomas Harris. La razón es porque simplemente no quiero terminar copiando a alguien. Creo que hay algunos escritores realmente maravillosos que están escribiendo thrillers, pero me intimidaría. Son escritores realmente buenos.
Su padre fue Nicholas Katzenbach, ex fiscal general de los Estados Unidos, y de él heredó la pasión por los misterios: era parte del Club del Libro de Detectives y hasta cenó con Agatha Christie. Pero el hijo arrancó su carrera “criminal” primero como periodista de policiales para medios como el Miami Herald. Es uno de los autores más populares de novela negra en el mundo, y muchas de sus obras han sido llevadas al cine y a la televisión con mayor y menor éxito. El mismo autor no parece ser muy fanático de estas adaptaciones, como dejó entrever a Infobae: “Siempre es una sensación agridulce”.
-Durante mucho tiempo trabajó como periodista de policiales en Miami antes de dedicarse a las novelas. ¿Cómo descubrió ese camino?
-La respuesta más simple es que siempre quise escribir novelas, pero, para darme algo de crédito, fui lo suficientemente inteligente como para saber que no sabía nada. Realmente no sabía nada sobre la naturaleza humana. Y eso era convertirse en reportero. Es como una educación en cómo se comporta la gente. Porque ves todo tipo de bondad y maldad todos los días. Cuando era periodista, miraba cada historia que cubría como si fuera el teatro. Era como que estaba viendo personajes y actores en un escenario, y trataba de absorber todo lo que aprendía. Así que fue la educación más valiosa que pude haber recibido.
John Katzenbach en la Feria del Libro de Buenos Aires
-Algunos de sus libros se han convertido en películas. ¿Cree que capturaron con precisión el espíritu de sus novelas?
-Lo que pasa es que miras las películas y piensas, bueno, hicieron esto bien y etso otro lo hicieron mal, ya sabes, no pudieron aprovechar esto. Las películas tienen un impacto psicológico en ti y en mí diferente al de un libro. En un libro nos centramos totalmente en los personajes y tenemos que actuar físicamente, pasar las páginas, absorber la historia, leer las palabras. Una película nos llega visualmente. Mientras que hay cosas que hace un libro que una película no puede, siempre es una sensación agridulce.
-¿Y es difícil renunciar al control de su propio trabajo?
-Déjame responderte diciendo que no, no lo es, pero sí lo es. Si hay productores por ahí. No, está bien. Está bien, hagan lo que quieran. Para todos los lectores. Sí, lo es.
-Para los autores siempre debe ser difícil, imagino. Stephen King odiaba la adaptación de Kubrick de El resplandor, y todos pensamos que es genial.
-Mi amigo Thomas Harris (creador de Hannibal Lecter) todavía afirma que nunca ha visto El silencio de los inocentes.
-Eso no puede ser verdad…
-Lo sé, pero insiste en que no la ha visto. Y tú y yo sabemos que es un libro absolutamente brillante, y una película brillante también. Pero es un escritor, quién sabe si dice la verdad.
-Es verdad.
-Por cierto, amo Argentina. Siempre me pareció uno de los lugares más fascinantes y me encanta visitar. Maldita pandemia…
-Vi muchas referencias a la Argentina en el libro.
-Sí, intenté meter un par. Tengo una pregunta para ti. Cuando estás leyendo el libro, ya sabes que suelo incluir referencias musicales. ¿Vas y escuchas la música que mencioné?
-No lo hice, lo siento. Pero disfruto las referencias relacionadas a algunos personajes porque entonces te pones a pensar: “¿Qué dice de mí que me gusta lo mismo que a este personaje de tan dudosa moral?”.
-Oh, eso es perfecto. Eso es simplemente perfecto. Saluda a todos en Argentina y diles que espero volver allí antes de que el mundo se vuelva aún más loco.
Fuente: Infobae