No queda ninguna duda que las aplicaciones llegaron para quedarse permitiendo realizar desde un celular todo tipo de acciones con absoluta comodidad y rapidez. Simplemente pulsando el ícono respectivo se puede solicitar comida, adquirir un libro, descargar una canción o un álbum completo, abonar un servicio y también, ¿por qué no?, conocer a alguien con la intención de iniciar una relación. Algunas décadas atrás, este tipo de contactos a la distancia se daban a través del teléfono de línea. Y si se retrocede aún más en la historia, por medio del intercambio epistolar, es decir mediante cartas.
Como si se tratara de una precuela de lo que hoy se conoce como amor virtual, esto fue lo que impulsó a Roque Narvaja para componer “Santa Lucía”, uno de sus temas más emblemáticos y que alcanzó una tremenda popularidad hacia 1980, primero en la voz del cantante español Miguel Ríos y luego a través de su propia versión.
Todo comenzó cuando Narvaja arribó a España en 1977, escapando de la dictadura argentina y dejando atrás una ascendente carrera musical que había comenzado a mediados de los años sesenta como miembro de La Joven Guardia para después lanzarse como solista. Afincado en Madrid y disfrutando a pleno de las reuniones con amigos, en una de ellas alguien le contó la historia de un amor por carta entre dos personas que no se conocían, la cual le pareció muy adecuada para desarrollarla en una canción. Tras reemplazar las cartas por llamadas telefónicas (“el teléfono es muy frío”, dice en un fragmento), el tema fue tomando forma. Y más aún después de que alguna que otra fanática comenzó a llamarlo, según confesó hace algún tiempo atrás en declaraciones a la agencia de noticias EFE.
La canción relata la historia de un chico que quiere conocer a una chica, pero ella siente temor. Entonces, él le dice en su famoso estribillo “Dame una cita, vamos al parque, entra en mi vida, sin anunciarte”. De eso trata “Santa Lucía”, un amor, como si se tratara de dos ciegos, dos desconocidos, más la invocación a la patrona de la vista, que le da su título, para que la joven no falte al encuentro.
Una vez que el tema estuvo terminado, el cantautor argentino se lo dio a conocer a Carlos Narea, destacado productor chileno, quien le sugirió cedérselo a Miguel Ríos, a quien por ese entonces le estaba produciendo el álbum Rocanrol bumerang. Se dice que en un primer encuentro entre ambos artistas, Narvaja le enseñó algunas de sus composiciones al español excepto “Santa Lucía”, ya que tenía la intención de grabarla él mismo. Convencido por el propio Narea, finalmente en una segunda reunión el argentino le mostró la canción a Ríos y este, si bien se trataba de una balada alejada del estilo rockero que lo caracterizaba en aquellos días, decidió incluirla en su disco lanzado en 1980.
Para sorpresa de Miguel Ríos, y más del propio autor, la canción no sólo obtuvo un éxito descomunal en España sino que le permitió a Narvaja sumarse a la banda del rockero granadino y darse a conocer al público durante una extensa gira. “Santa Lucía” se convirtió entonces en la llave que le permitió a Roque abrir las puertas de la popularidad, algo que consolidó un año después con la aparición de Un amante de cartón, álbum producido, entre otros, por el propio Carlos Narea, y que contenía los hits “Menta y limón”, “Yo quería ser mayor” y su propia versión (ahora sí) de “Santa Lucía”.
Tras el suceso del tema, comenzaron a emerger diversas versiones en torno a su origen. Una de ellas, señalaba que efectivamente se trataba de una historia de amor verídica entre dos ciegos mientras que otra aseguraba que, en realidad, la canción relataba la relación oculta entre dos gays, algo que debía mantenerse en secreto ya que no estaba bien visto por la mayoría de la sociedad de la época. Sin embargo, Narvaja nunca dio entidad a dichas interpretaciones y siempre declaró que la idea surgió a partir de una de las tantas conversaciones mantenidas con sus amistades en Madrid.
Hoy, a más de cuarenta años de aquel éxito y con varias versiones grabadas (entre ellas, una acústica a cargo de M Clan en 2009), “Santa Lucía” conserva su vigencia y su belleza y es considerada un clásico de la música iberoamericana. Sin dudas, un motivo de gran orgullo para Roque Narvaja, quien, en esa misma entrevista con la agencia española de noticias, afirmó no estar arrepentido de haber cedido la canción a Miguel Ríos.
“Estaba escrito. Así tenía que ser, Miguel hizo la versión, la única posible, y yo la grabé después para que la gente supiera que era mía, nada más”, concluyó.
Fuente: La Nación