La postulación de un Borges filósofo no refiere tanto a la presencia de las muchas fuentes filosóficas frecuentadas por el autor ni pretende atribuirle un sistema filosófico a su literatura. Se trata más bien de interpretar que esta misma literatura responde a una exigencia propia de la filosofía, a la filosofía como exigencia, que es la comprensión y la expresión de nuestra conexión con la realidad.
Esa exigencia filosófica recorre la obra de Borges en el siguiente sentido: la poesía expresa el encuentro íntimo con lo real, cuya intelección requiere el despliegue vívido de los problemas filosóficos subyacentes en las ficciones, para ilustrar con argumentos (ensayos) el orden de las razones de dichos problemas. Se sostendrá entonces que su obra gira en torno de un pivote filosófico, que es el que tratamos de discernir.
No hace falta correr demasiados velos del uso estético de la lengua para hallar esa filosofía, ya que el juego de las ideas domina gran parte de su poesía, sus ensayos más importantes, y es el horizonte de profundidad dentro del cual se desarrollan sus principales cuentos. En su dimensión filosófica, la obra de Borges dialoga con los clásicos en un sentido no solo lúdico, sino comprometido, al punto de ejemplificar inmejorablemente un concepto con el que cierra su ensayo sobre el truco: que la metafísica es la única justificación y finalidad de todos los temas, sintetiza la editorial Eudeba.
Samuel Cabanchik dijo a www.DiariodeCultura.com.ar que se trata de una lectura en donde se muestra a (Jorge Luis) Borges (1899-1986) como una obra literaria que tiene un contínuo entre la poesía, el ensayo y la narrativa, el cuento que es la forma de su trabajo. Hay una construcción en donde uno puede encontrar motivos, temas, dimensiones de la escritura borgeana en los tres registros y que de alguna manera se interpenetran y resuenan el uno del otro.
El libro está concebido a partir de una clave de lectura de la obra de Borges donde aparece como un crítico de la representación, eso sería una etiqueta habitual para ubicar a lo que predomina en la filosofía contemporánea, es decir la filosofía heredó una serie de dicotomías, de oposiciones entre lo objetivo y lo subjetivo.
En la intimidad con lo real Borges logra llegar a una ecuación interesantísima que es la idea que la fugacidad del instante, en la precariedad en la que vivimos, nos inscribimos en la eternidad. En la literatura borgeana es el modo en que esa inscripción ocurre, esa es la idea básica.
En la entrevista, Cabanchik se traslada a su juventud para recordar con regocijo y emoción su visita al último domicilio de la calle Maipú donde vivía Borges para describirlo como una persona agradable y pícara.
Nos dice que Borges convirtió su vida en una literatura y es un puente entre los siglos XIX y XX. En Borges encuentro el placer de la literatura al mismo tiempo que el placer de la aventura filosófica en una integración muy difícil de lograr. Sus poemas tienen una dimensión conceptual muy importante, en el goce de la imagen y sus historias tienen una significación filosófica profunda.
Es como si él el problema filosófico lo convirtiera en términos de una narrativa de una historia, con una ensayística siempre amable, en pocas páginas logra decir mucho.
En este libro quien no haya leído a Borges encontrará una incitación particular para hacerlo y quien lo haya leído lo puede redescubrir desde otros ángulos. No se le ha dado el ángulo filosófico de una manera brutal.
Es un libro que además pone en vigencia una lectura filosófica de Borges que no es la más habitual. Habitualmente se lo caracteriza como un idealista al estilo inglés por la influencia que tuvo de autores como (George) Berkeley en su obra o al estilo de (Arthur) Schopenahuer, otro gran maestro filósofo que intrigó y siguió desde su adolescencia a Borges.
En el fondo mediante la literatura lo que Borges de alguna manera nos permite en ese encuentro, en esa intimidad, con lo real, de todos los que sufren, todo lo frágil, todos los desencuentros, logran una cierta justicia final en esa eternidad en que nos inscribimos por eso el libro cierra con ese poema “Los justos”.
Acerca del Autor
Samuel Cabanchik es doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, especialista en Filosofía contemporánea. Ejerce como profesor desde el año 1983, en las materias Filosofía Contemporánea y Fundamentos de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Es Investigador independiente del Conicet. Desde hace años trabaja en la elaboración ensayística como textualidad abierta al posible continuo de la filosofía y la poesía. Ha publicado quince libros y numerosos artículos y ensayos en medios nacionales e internacionales.
Foto: Ernesto Samandjian (Eudeba)
@camarrero1