Con una argentina entre las 10 nominadas, la profesora estadounidense Keishia Thorpe se alzó con el Global Teacher Prize 2021, que reconoce a “la mejor docente del mundo”, y entrega la Fundación Varkey en alianza con la UNESCO. La ceremonia se celebró desde París en forma virtual y contó con la conducción de la actriz francesa Isabelle Huppert.
De ese modo, Ana María Stelman quedó a las puertas de recibir el premio dotado de un millón de dólares. La maestra, que enseña prácticas del lenguaje y ciencias naturales en la Escuela Primaria Nº 7 Fragata la Argentina en el barrio Hipódromo de La Plata, había quedado entre las 10 finalistas tras superar 8 mil nominaciones de educadores procedentes de 121 países.
La ganadora resultó Keishia Thorpe, que promueve la educación universitaria en estudiantes que proceden de familias de inmigrantes y refugiados de bajos ingresos. Thorpe da clases de inglés a alumnos de 12° grado en la International High School Langley Park, ubicada en Maryland. Allí todos sus alumnos son aprendices del idioma y la gran mayoría vive en condiciones vulnerables.
Con esa realidad, Thorpe rediseñó completamente el plan de estudios para hacerlo culturalmente relevante para sus estudiantes, que son estadounidenses de primera generación, inmigrantes o refugiados de África, Medio Oriente, el Caribe, América del Sur o Central. Como resultado de sus intervenciones, sus alumnos demostraron un avance del 40% en lectura, lo que la convirtió en el más alto del distrito para estudiantes no nativos.
A su vez, la maestra dedica gran parte de su tiempo a que sus estudiantes de secundaria intenten ingresar a la universidad. Los ayuda con sus postulaciones y busca que accedan a becas totalmente financiadas. En solo un año, entre 2018 y 2019, ayudó a que sus estudiantes obtengan becas por 6.7 millones de dólares en total, de 11 universidades diferentes.
Thorpe da clases a estudiantes hijos de inmigrantes y refugiados
Su amor por la docencia excede el aula. La profesora cofundó junto a su hermana la US Elite International Track and Field Inc, una organización sin fines de lucro que brinda a estudiantes-atletas de bajo recursos de todo el mundo la oportunidad de desplegar su talento para acceder a becas en universidades norteamericanas. Hasta hoy, ayudó más de 500 jóvenes y el 90% de ellos se graduó en sus respectivas carreras.
Keishia también estableció una Convención Anual de Becas y Atletismo, donde los entrenadores universitarios y los equipos de admisiones acercan información a adolescentes, que tienen talento para el deporte pero no cuentan con las posibilidades económicas de pagar sus estudios. Ese espacio permite que la captación, en algunos casos, suceda ahí mismo.
El Global Teacher Prize (GTP) no es su primer galardón. Thorpe ya había sido reconocida con la Medalla a la Excelencia del Gobernador del estado de Maryland por su trabajo e influencia en las políticas educativas. Incluso había sido nombrada como “Cambiador de vida nacional” en todo Estados Unidos entre 2018 y 2019. Se trata de un premio otorgado a los maestros que inspiran y ejemplifican “la excelencia, la influencia positiva y el liderazgo”.
Además del GTP, conocido como el “Nobel de Educación”, durante la ceremonia también se reconoció por primera vez a un estudiante. El actor Hugh Jackman anunció a Jeremiah Thoronka como el ganador del recién creado Global Student Prize. El joven vive en Sierra Leona e inventó un dispositivo que utiliza la energía cinética del tráfico y los peatones para generar energía limpia. Por ello, recibió 100 mil dólares.
La historia de la docente argentina finalista
Ana María Stelman es maestra de grado. Enseña prácticas del lenguaje y ciencias naturales en la Escuela Primaria Nº 7 Fragata la Argentina en el barrio Hipódromo de La Plata. Trabaja con chicos vulnerables que han llegado a vivir dentro de studs o caballerizas y proceden de hogares donde los padres, en algunos casos, son analfabetos.
Consultada por Infobae, la maestra platense explicó por qué cree que se convirtió en una de las finalistas: “Yo no siento que mi trabajo sea especial o mejor que el de otro. Todo lo que hago en la escuela lo hago con mucho cariño por los chicos, con mucha responsabilidad. Creo que el jurado valoró el uso de diferentes estrategias, de la creatividad, de la empatía, de saber escuchar a los chicos y abrirles una puerta al mundo, abrirles posibilidades para un futuro mejor”.
Ana María suele ser catalogada dentro de la escuela como “la que hace cosas raras”. Muchas de sus clases se dan fuera del aula. Exprime al máximo el entorno en el que viven sus estudiantes para lograr engancharlos. “Los chicos suelen decir: ‘con la señorita salimos a pasear’. No se dan cuenta de que al mismo tiempo están aprendiendo”, comentó.
De hecho, cuando arribó a la escuela, el primer consejo que le dieron fue que no hablara de caballos ni de carreras porque los chicos se distraían. Bastó que le dijeran eso para que apostara a enterrar ese prejuicio. Decidió buscar valores “ocultos” en el barrio, trabajar con el compost a base de bosta de caballo, lombrices y la producción de plantines. La maestra recuerda que uno de sus estudiantes, que aún no estaba alfabetizado, se involucró de tal modo con el proyecto que aprendió a leer.
“Los caballos y los animales eran la excusa de reunión, para que se revinculen con la escuela y sus compañeros muchos chicos con los que fue difícil mantener el contacto en pandemia, y para que ahí tuvieran ganas de leer. Un nene que no sabía leer terminó leyéndole cuentos a un cordero. No podíamos alejarlo”, recordó.
Ana María llevó adelante varios proyectos que impactaron directamente en sus alumnos. Uno de ellos se llamó “Los niños gobiernan la República”, que consistió en realizar elecciones entre postulantes de todas las escuelas de La Plata para formar cuerpos legislativos que sesionaran durante un año.
A su vez, de la mano de la virtualidad, trabajó durante un año con la Base Orcadas en la Antártida Argentina. El proyecto culminó con una videollamada de reencuentro. Sus estudiantes aprendieron el trabajo que allí se realiza y vivenciaron el concepto de soberanía. Trabajaron el territorio a partir de la cartografía orientada, dejando en el patio de dos escuelas un mapa bicontinental de más de 10 metros. En pandemia, junto a docentes y estudiantes de Ushuaia, Mendoza, Jujuy y La Plata pudieron percibir la extensión del país a partir de un instrumento astronómico sencillo que usaron desde sus casas: el gnomon.
“La realidad de los chicos es muy es diferente a la nuestra. Yo trato de mostrarles otras posibilidades. Las videollamadas con otras provincias las utilizo para que entiendan que hay un mundo enorme al que ellos pueden acceder. Una vez que fuimos a pasear por la ciudad, llegamos a la Catedral y uno de los chicos me preguntó: ‘¿De quién es este castillo?’. Se trata de abrirles el panorama, de darles herramientas para que ellos puedan avanzar”, señaló.