ROMA.- Con la bendición del papa Francisco y su mandato de trabajar por una cultura del encuentro, la famosa Biblioteca Apostólica Vaticana –una de las más antiguas y preciosas del mundo–, decidió dar un paso inédito: abrirse al arte contemporáneo. En su imponente palazzo de cuatro pisos donde se levanta la Biblioteca, en el corazón del Vaticano, inauguró un espacio expositivo permanente con la muestra titulada Tutti. Umanitá in cammino (Todos. Humanidad en camino), que saca a la luz algunos tesoros de su colección junto a obras del artista contemporáneo italiano Pietro Ruffo, autor incluso de una instalación site-specific que transformó la Sala Barberini, famosa por su añeja boiserie, en una selva tropical.
Se trata de un mix tan fascinante como inédito, cuyo objetivo es instaurar un diálogo entre las joyas de la Biblioteca fundada en 1450 por el papa Nicolás V -que cuenta con un patrimonio de 150.000 volúmenes manuscritos, un millón de libros impresos, de los cuales unos 8.400 incunables– y la nuevas instancias del arte contemporáneo.
“Como dice el papa Francisco, estamos en un cambio de época y de una gran Biblioteca como la del Vaticano, que en los últimos cinco años recibió a más de 50.000 estudiosos de más de 90 países que consultaron sus enorme legado, se espera un compromiso para sostener la cultura del encuentro, para que ya no sólo sea un venerable depósito de la ciencia del pasado, histórico, cerrado, sino algo vivo y que pueda funcionar también como laboratorio para el futuro”, explicó el cardenal bibliotecario, José Tolentino de Mendonca, en una presentación que hubo para la prensa del flamante espacio expositivo y de su primera muestra. “La intención es que esta gran biblioteca pase a ser un lugar en el cual encontrar la contemporaneidad y alcanzar a un nuevo público”, agregó este purpurado portugués, hablando desde uno de los lugares más impactantes del palazzo, el Salón Sixtino, decorado con espectaculares frescos y abierto desde 1590.
Una de las grandes estrellas de esta primera muestra en la Biblioteca Vaticana es un mapa del Nilo del 1600 realizado por un explorador turco, Evliya Celebi, que es único en el mundo de la cartografía: mide seis metros y, en verdad, es un diario de viaje, que fue reinterpretado por Russo, de 43 años, que realizó otro mapa colocado en su parte trasera, con su visión de la actualidad y de las grandes migraciones, uno de los grandes preocupaciones del papa del fin del mundo.
“El tema de la muestra es la cartografía no geográfica: en el curso de la historia, de hecho, el hombre ha utilizado el esquema representativo del mapa no sólo para describir la objetividad de la Tierra, sino también su interioridad, sus ideales, sus viajes, descubrimientos y convicciones”, destacó don Giacomo Cardinali, curador de la exposición. “Esta exhibe por primera vez mapas alegóricos, teológicos, satíricos, sentimentales, mapas de deseos, de protestas, de sueños y de las desesperaciones del hombre”, agregó. Entre ellos, puede admirarse un planisferio de 1634 realizado por el misionero jesuita Adam Shall von Bell por encargo de la dinastía Ming sobre papel chino, que ostenta tanto elementos de escritura occidental como ideogramas chinos y por lo tanto legible por las dos culturas. Se trata de “un mapa en el que los roles se invierten y ya no se sabe quién le lleva la civilización a quién”, puede leerse en el catálogo.
Cardinali admitió que para la Biblioteca Vaticana fue una “pequeña revolución” preparar esta primera muestra, que marca la apertura de este lugar mágico y lleno de historia, al arte contemporáneo. Y confesó que dialogar con Ruffo fue como un “divertido partido de dominó”: “uno colocaba su ficha, luego el otro, otra, pero al final llegamos a un punto de síntesis”. “Nada es como parece en esta muestra”, también destacó el curador, que contó que se dieron cuenta de que la exhibición iba a ser un éxito cuando, antes de que el Papa la visitara personalmente e inaugurara, el viernes pasado, alguien confundió una obra de Ruffo con una de la Biblioteca. “Es decir, no se entiende más qué es lo antiguo y qué es lo contemporáneo”, subrayó.
Nacido en Roma y presente en importantes colecciones nacionales e internacionales, Ruffo, que se luce con obras de grandes dimensiones, entre las cuales hay unos mapamundis más que personales, no ocultó su emoción al haber sido elegido para esta nueva experiencia. “El Vaticano siempre tuvo una relación estrecha con los artistas contemporáneos, todo lo que nos rodea fue realizado en el Renacimiento por artistas más jóvenes que yo y para mí fue un gran honor y también me produjo gran temor que esta relación pudiera consolidarse ahora conmigo, con esta decisión fuerte de hacer juntos este viaje”, dijo el artista, que resaltó que fue de gran inspiración la última encíclica del papa Francisco, Fratelli Tutti. “Fue un amor a primera vista, es una encíclica que me habló personalmente, porque el Papa toca temas que yo tocaba en mi trabajo, como las migraciones y el medio ambiente”, indicó.
Ante una pregunta de LA NACION, monseñor Cesare Pasini, prefecto de la Biblioteca, confirmó que es la primera vez en la historia que este lugar que alberga cerca de dos millones de volúmenes, abre un espacio expositivo permanente y se abre al diálogo con el arte contemporáneo. “Es un paso adelante importante y es la primera vez, ya que en el pasado, en la década de 1970 y 1980 hubo algunas muestras en el Salón Sixtino, en las que se exponían manuscritos, pero nada más. Ahora se quiso crear un espacio expositivo que deberá alternar una muestra tras otra y es un gran desafío”, comentó. “Por ejemplo, encontrarlo a Pietro Ruffo para nosotros no sólo significó conocer a un artista contemporáneo de relieve internacional a quien revelarle algunos de nuestros tesoros, sino también tener la posibilidad de ser mirados por ojos radicalmente distintos”, subrayó.
La muestra podrá visitarse hasta el próximo 25 de febrero, cada martes y miércoles, de 16 a 18, previa reserva en el sitio de la Biblioteca.
Fuente: La Nación