Ya no habrá pavo con salsa de cranberries para el Día de Acción de Gracias ni after office con vista alucinante: luego de 103 años, el Club Americano de Buenos Aires cerró sus puertas.
Fundado en 1918, se creó para promover las relaciones bilaterales entre los Estados Unidos y la Argentina. Desde entonces recibió a infinidad de presidentes, políticos, artistas, embajadores, juristas y pesos pesados de la industria. Dicen que Alberto Fernández era un asiduo concurrente. “Había cierto sentido de exclusividad: gente muy importante podía sentarse a comer con soltura”, cuenta un exsocio. En el último año electoral fue un continuo desfile de políticos y economistas que concurrieron a dar charlas.
En 1951, y solo con aporte de privados, comenzó a construirse el edificio de la sede de Viamonte 1133, que se siguió utilizando hasta hace poco. La construcción se financió con la venta de seis de sus diez pisos y el aporte de personas físicas y multinacionales estadounidenses.
Tres años más tarde, el Club se instaló en el edificio de Tucumán, justo enfrente del Teatro Colón. En un principio, ocupó los cuatro pisos superiores y una terraza techada. La ubicación ofrecía una de las mejores vistas de la ciudad: quienes iban al restaurante podían ver desde el Obelisco al Palacio de Justicia mientras almorzaban o cenaban.
Con esa vista privilegiada, allí se realizaron infinidad de fiestas de casamiento, eventos de beneficencia y reuniones de todo tipo. Los socios pagaban una cuota que les otorgaba descuentos en el restaurante, entre otros beneficios.
Cabe destacar que el Club Americano nunca contó con financiamiento gubernamental. “Fue algo muy positivo hasta ahora”, se lamenta Robert Urban, su último presidente. Según cuenta, el confinamiento de largos meses impuesto por la pandemia terminó de definir la suerte del club, que venía con problemas económicos desde hace años.
Cambio de época
“Hasta los 90 las multinacionales tenían presidentes norteamericanos y muchos expatriados que venían a trabajar a Buenos Aires. Las empresas aportaban dinero al club para que hubiese un centro de actividades para las familias”, explica.
Eso cambió en cuanto los CEOs comenzaron a ser reemplazados por argentinos. “Ese apoyo, por razones relacionadas con la economía, los cambios demográficos, los eventos socioeconómicos y la pandemia, fue desapareciendo lentamente”.
A partir de los 90, las diversas administraciones vendieron tres de los cuatro pisos para cubrir deudas.
El 18 de marzo de 2020, el Club Americano cerró sus puertas por la cuarentena obligatoria decretada por el Gobierno nacional. Durante esos meses se debió hacer un enorme esfuerzo para pagar sueldos de empleados.
Al estar ubicado en un piso diez de un edificio comercial y sin espacios abiertos o local a la calle para despacho de comidas, para cuando el Gobierno de la Ciudad permitió volver a abrir las instalaciones, el Club ya había estado sin ingresos operativos por más de un año y medio. Era demasiado tarde.
La mayoría de los socios votó en contra de una cuota extraordinaria que permitiera afrontar la continuidad. La última asamblea se llevó a cabo en septiembre pasado y allí se decidió avanzar con la convocatoria de acreedores. En este momento el Club se encuentra cerrado y su expediente en trámite en la Justicia Comercial.
Un emotivo mail que circuló relatando el cierre de la institución dice que “si bien desaparecieron los pisos, las paredes y el mobiliario… el espíritu del Club Americano de Buenos Aires sigue vivo”.
Fuente: La Naci´ón