La versión del oratorio Theodora, de Handel, en el Teatro Colón, ha provocado un fuerte revuelo que incluye críticas, quejas y hasta un pedido de renuncia al ministro de Cultura porteño. Todo empezó, en una de las funciones, con abucheos a Mercedes Morán, la actriz que participó de la obra. Pero ahora sigue con quejas formales ante el Inadi y la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, entre otros organismos.
El cuestionamiento apunta contra la adaptación libre que se ha hecho de una obra clásica que refleja la vida de una mártir cristiana del siglo III que se rebeló contra la idolatría impuesta por el emperador Diocleciano. Esta versión incorpora conceptos de la teólogo disidente Marcella Althaus-Reid e incluye una visión contemporánea vinculada a sectores del feminismo y a lo que se conoce como el movimiento queer.
La adaptación fue dirigida por Alejandro Tantanian y los textos que se le agregaron son de Franco Torchia en base a la obra de Althaus-Reid. Se interpretó en varias funciones, hasta el domingo pasado.
Un sector de la feligresía católica se ha sentido agraviada por lo que entienden como una desnaturalización ofensiva de la obra de Handel. “Me parece que el Teatro Colón, que se mantiene con nuestros impuestos, no puede permitir las repetidas intervenciones de la actriz Mercedes Morán leyendo textos de Marcella Althaus-Reid en los que se dice que la Virgen es una esclava momia de los pobres, que Dios es el aliento espeso y dulzón que produce el pan en los estómagos vacíos y que los sacerdotes hacemos arrodillarse a los penitentes delante de nuestros penes”. Con esas palabras, el sacerdote Eduardo G. Pérez expresó su malestar y contó, en una carta de lectores publicada ayer en la nacion, que ha iniciado un periplo por distintas entidades (desde el Inadi al Colón) para formalizar su reclamo.
La obra que presentó el Colón entre el 28 de septiembre y el último domingo contó con una puesta en escena de Alejandro Tantanian, quien estableció un relato paralelo entre el texto y la música de este oratorio, que tiene como protagonista a la mártir cristiana Theodora y el pensamiento de la teóloga Marcella Althaus-Reid. Días antes del estreno, el director de escena había explicado a LA NACION: “Lo que quisimos con Franco Torchia fue introducir la figura de esta mujer, que es desconocida para los argentinos. Y Theodora es un marco que le viene bien en términos de construcción. Funciona porque ella tiene una idea de la teología para aquellos que han sido expulsados de la Iglesia y para todas las minorías que no se sienten representadas en ella, pero que tienen fe”.
La Corporación de Abogados Católicos hizo público un pedido de renuncia del del ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro, por esta obra y por otras iniciativas que considera ofensivas.
“Entiendo que pueda molestar, como también a mí me pueden molestar un montón de discursos que circulan. Pero de ahí a pedir renuncias o dimisiones, o que uno se retracte, me parece que no porque hay libertad de expresión”, dijo Tantanian. “Estamos diciendo lo que creemos sobre algunas cuestiones y presentando a una pensadora argentina (Althaus-Reid). Entiendo que haya habido repercusiones, pero el resto me parece desmesurado”, opinó el director escénico.
La carta enviada por la Corporación de Abogados Católicos al jefe de gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, solicita su “directa intervención en los hechos que se denuncian como lesivos para la libertad religiosa, garantizada en la Constitución nacional, la Constitución de la ciudad de Buenos Aires y la Convención Americana sobre Derechos Humanos”.
El pedido puntual es por la finalización de la muestra Amar, Luchar, Vivir, del Centro Cultural Recoleta, y las funciones de Theodora. Sostienen que en ellas “se vulneran manifiestamente los sentimientos religiosos de la población”.
La misiva destaca que “en ambos casos, esta lesión se configura –y agrava especialmente– a través de lo que objetivamente los creyentes entienden como ofensas a la Santísima Virgen María”.
También consideran que “resulta a todas luces inaceptable que los bienes y recursos públicos, pertenecientes a toda la población, sean administrados por los funcionarios de modo que con su utilización una parte de la misma pueda sentirse legítimamente ofendida en sus creencias religiosas”.
En los últimos párrafos se pide la renuncia del ministro de Cultura Enrique Avogadro, quien hace tres años había sido denunciado por comer una torta con forma de Cristo Yacente, como parte de una performance en la Feria de Arte Contemporáneo. “Con motivo de la reiteración en el ámbito del Ministerio de Cultura, en la gestión a cargo del Dr. Enrique Avogadro, de actos que llevan a la población de la ciudad –y del resto del país– a tener que convivir con una casi permanente sensación de ultraje a sus creencias, pedimos al señor jefe le solicite la renuncia a su cargo”, señalan en su carta los abogados católicos.
Hablar con un robot
En su testimonio enviado a LA NACION, el presbítero Eduardo G. Pérez afirmó: “Yo soy el sacerdote que el viernes 30 de septiembre pasado, desde la cazuela del Teatro Colón, junto con muchos otros, abucheó la libre interpretación (sin nada de libre) del oratorio Theodora, de Handel. Personalmente, fui herido en mis sentimientos como cristiano, como sacerdote, como hombre de la cultura y como ciudadano que paga sus impuestos y compra con dificultad sus entradas. (…) El lunes inicié el doloroso periplo del reclamo pasando por el Inadi, el Teatro Colón, el ministerio de Cultura de la ciudad, la mesa de entradas de Defensa al Consumidor y el defensor del pueblo de la ciudad. Hasta ahora solo logré que me escuche un simpático robot y que me tomen datos, pero ninguna autoridad tuvo la amabilidad de recibirme”, escribió.
La versión de Theodora que se ofreció en el Colón incorporó, a través de Mercedes Morán, textos que aludían a las diversidades sexuales y de género, así como a una visión del feminismo y la liberación de la mujer. Están basados en la obra de Althaus-Reid, una teórica que, a pesar de ser argentina, es casi desconocida en nuestro país. Su producción se basa en la denominada teología de la liberación e incluye una perspectiva de la cuestión de género y de un sector del feminismo, así como una crítica radical a lo que define como “concepción patriarcal” de la teología cristiana. Ella misma define su perspectiva como una “teología indecente”.
En otra carta enviada a LA NACION, la lectora Beatríz García Tuñón considera que en la puesta del Colón “presenciamos la ridiculización de lo sagrado” y afirma que “el adoctrinamiento, a través de una obra en el Teatro Colón, es realmente un proceder repudiable”.
Desde el punto de vista artístico, se trató de una apuesta arriesgada que además reabre el debate sobre los criterios de las adaptaciones libres de este tipo de obras. “Una régie nunca puede ser una libre interpretación o una intervención ideológica en el texto y los tiempos musicales de una obra”, afirmó el sacerdote Eduardo G. Pérez. “No hay un ánimo de pelearse con el público o de llevar la contra. Es la manera en que sentí la obra”, había dicho el director Tantanian.
Mercedes Morán contestó los cuestionamientos por Twitter: “Soy actriz. Interpreto personajes. Me alegra hacerlos creíbles. Pero yo no soy mis personajes, eso”.
A poco más de 270 años del estreno en Londres del oratorio de Handel, la polémica vuelve a escena y promete nuevos capítulos
Fuente: La Nación