“Hay algo singular en esta serie fotográfica. Muchas imágenes parecieran dialogar con la arquitectura de Alejandro Bustillo. El modo en que el arte encuentra su propio diálogo siempre es llamativo y fascinante”, dice Diana Saiegh, presidenta del Fondo Nacional de las Artes poco antes de que se inaugure la muestra Tres miradas sobre Mar del Plata.
La funcionaria se refiere a las fotos de Annemarie Heinrich, una serie en blanco y negro de líneas simples, con un cuidadoso trabajo de la luz, donde el mar permanece calmo, casi onírico en su lejanía bajo un cielo amplio y nuboso.
Heinrich es puesta en diálogo con los fotógrafos Ataúlfo Pérez Aznar y con Alberto Goldenstein en un salto epocal y estético que, aunque audaz, ofrece la posibilidad de volver a la experiencia artística presencial a través de una mirada revisitada que pone el foco en “la perla del Atlántico”.
A color, las imágenes de Alberto Goldenstein. Foto Andrés D’Elía
Para esto, la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes (FNA) –la misma que diseñó Bustillo para Victoria Ocampo, ubicada en Rufino de Elizalde 2831– abre sus puertas al público, a lo largo del mes de octubre.
Con curaduría de Saiegh y Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes, Tres miradas sobre Mar del Plata llega a Buenos Aires luego de ser exhibida durante el primer semestre de este año, en plena pandemia, en el museo MAR de “La Feliz”.
Las imágenes que captó la lente de Annemarie Heinrich. Foto Andrés D’Elía
Este dato determina el modo de percibir en el presente un conjunto de obras que recorren diferentes momentos históricos: los años 40 y 50 en el caso de Heinrich; la década del 80 en el de Pérez Aznar y el 2001, según la mirada de Goldenstein.
“La pandemia ha introducido un punto de quiebre en nuestros modos de habitar el mundo. Este difícil presente tiñe las imágenes de la ciudad con un aura de paraíso perdido”, indica Duprat en el texto curatorial.
Fotos de Annemarie Heinrich. Foto Andrés D’Elía
Esa mirada explica, entonces, el fragmento de Ítalo Calvino que desde una de las paredes laterales, dialoga con la muestra: “A veces ciudades diferentes se suceden sobre el mismo suelo y bajo el mismo nombre, que nacen y mueren sin haberse conocido, incomunicables entre sí”.
Así, casi como una exploración geológica, la mirada se detiene en las fotografías, susceptibles de ser leídas en capas donde cada época dice algo sobre sí misma a partir de estas escenas de la vida cotidiana.
Las fotos de Pérez Aznar –todas en blanco y negro, en un formato grande de 92 centímetros de lado– captan a los turistas tomando cada parte de la ciudad, desde el Torreón del Monje hasta el casino (allí, una familia acampa en un borde de césped, cerca de una excavadora).
Esta muestra pudo verse en enero en el Museo MAR, de Mar del Plata. Foto Andrés D’Elía
También se incluye la foto de una mujer tomando sol en una reposera, al lado de un Ford Falcon que probablemente sea verde, como un eco fantasmal de una época que aún no se había esfumado del todo.
Los cuerpos (en mallas, ojotas y gorritos) desafían cualquier concepto de belleza hegemónica. Incluso la mayoría de las fotos se detienen en adultos mayores que, solos o en grupo, toman el espacio público e imprimen sus propias reglas de moda y costumbres.
Desde una perspectiva más distanciada, las fotos a color de Goldenstein dan cuenta del estallido turístico de los veranos pero también, de la especulación inmobiliaria que alteró la identidad estética de una ciudad cuyo borde costero fue colonizado por edificios.
Heinrich retrata los años 40 y 50; Pérez Aznar, la década del 80 y Goldenstein, el 2001. Foto Andrés D’Elía
Así, el mítico Monumento al Lobo Marino debió competir desde fines de los 90 con palmeras importadas, rascacielos, estatuas de pescadores erigidas en los bordes de las playas y chalets de dudoso estilo californiano.
En las fotos de Goldenstein, los veraneantes se apiñan en el borde del agua, mirando el horizonte con indiferencia, en una imagen característica que, mirada con distancia, deviene inquietante.
Las fotos de Heinrich, por su parte, dan protagonismo al paisaje en ese borde donde la vida natural y la racionalidad arquitectónica mantienen una convivencia forzada. Los palos rectos de los muelles o las líneas curvas de las sillas de mimbre al borde de la playa generan un ritmo que hacen de cada foto, una obra pictórica.
Tres épocas de Mar del Plata, por tres grandes fotógrafos. Foto Andrés D’Elía
Los veraneantes aparecen de manera sesgada aunque hay una serie de pescadores en el puerto que sí da protagonismo a las figuras rudas, para quienes el mar es sustento y no recreación. El interés de la fotógrafa vuelve a las singularidades de la línea devenida textura, como en la foto donde las redes se acumulan y parecen ser una cascada tejida en desorden.
“Cada una de las series retrata aspectos de la vida cotidiana de Mar del Plata, aunque indefectiblemente, sin proponérselo, tienen como trasfondo momentos claves de la historia argentina”, escribe Duprat.
Y agrega “el turismo social impulsado por el primer peronismo en los años 40 y 50 y la visibilización de la clase trabajadora (Heinrich); el pasaje de la dictadura a la democracia en los años 80 (Pérez Aznar) y la crisis económica y política de 2001 (Goldenstein)”.
No es un dato menor que la casa de Victoria Ocampo, amante de los veranos en esa clásica zona balnearia, sea el espacio donde se despliega esta exposición impregnada de historicidad y belleza singular.
Annemarie Heinrich, Ataúlfo Pérez Aznar y Alberto Goldenstein.
Más Annemarie Heinrich
La fascinación de Annemarie Heinrich por los retratos y la figura humana se pueden observan en la exposición individual La luz entre los cuerpos en la galería Vasari.
Si bien se incluyen algunas imágenes paisajísticas, esta muestra se focaliza en fotos de cuerpos de artistas que la fotógrafa de origen alemán realizó en Argentina, donde vivió gran parte de su vida, entre la década de 1930 y 1950.
«Desnudo XXXIV» (1934), de Annemarie Heinrich.
“Sus retratos eran además fotografías que tenían un itinerario múltiple: devenían otra cosa, un dibujo en colores que se deformaba y multiplicaba en revistas y carteles, un instrumento de promoción que circulaba, con el sello del estudio, en las oficinas de productores y agentes, o una pieza coleccionable, en las manos de los admiradores que la recibían firmada», indica la investigadora Paola Cortes Rocca en el texto curatorial.
«Al igual que otros retratistas contemporáneos, como Cecil Beaton, Irving Penn o Richard Avedon –sigue–, la espléndida Heinrich aprendió a poner en suspenso estas diferentes modalidades que articularían visión, contexto, lectura, es decir, un género como el retrato público o privado”.
Fichas
Tres miradas sobre Mar del Plata
Dónde: Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes, Rufino de Elizalde 2831.
Cuándo: jueves, viernes, sábados y domingos, de 14 a 19.
Entrada: por orden de llegada, hasta cuatro personas por vez.
La luz entre los cuerpos
Dónde: galería Vasari, Esmeralda 1357.
Cuándo: de lunes a viernes de 14 a 18, hasta el 15 de octubre. Entrada: con cita previa escribiendo a [email protected].
Fuente: Clarín