Conozcan a Paul McCartney: el mayor nerd de los Beatles. La excelente nueva serie documental McCartney 3, 2, 1 se acerca a la más legendaria de las estrellas de rock, mientras está solo en el estudio con Rick Rubin, contando anécdotas y escuchando con atención a los Beatles. Como cualquier otra persona, no puede creer cómo esos cuatro desconocidos de Liverpool lograron crear esa música. Como dice Paul: “Me transformé en un fan de los Beatles. Porque antes yo era simplemente un Beatle. Pero ahora que la obra de los Beatles está completa, la escucho y pienso: ‘¿Qué es esa línea de bajo?’”.
En McCartney 3, 2, 1, Paul despliega sus alas como fan de los Beatles. Analiza los temas pista por pista, aislando los detalles musicales. Hace algunos desvíos (bienvenidos) por sus años solistas y con los Wings, usando imágenes de archivo en foto y en film. Rubin entiende que su trabajo es escuchar y cada tanto decir “Wow”. Son tres horas de conversación, en seis episodios, pero pasan rapidísimo.
Una de las cosas gloriosas de Macca es que no finge ninguna ambivalencia respecto de sus creaciones; lo más cerca que está de arrepentirse es con el sonido de un sintetizador en “Waterfalls”, un tema solista de 1980. Le encantan sus canciones y le encanta ser el tipo que las compuso. Como dice en un momento: “Mozart una vez dijo: ‘Yo compongo notas que se gustan entre sí’. Eso me gusta. Para mí, suena bien”.
Y Paul también tiene comentarios elocuentes para sus compañeros, como cuando recuerda la infancia atormentada de John Lennon o cómo George Harrison compuso el arreglo de guitarra de “Nowhere Man”. Se acuerda de la primera vez que Ringo Starr se sentó en la batería y tocó “What’d I Say”, de Ray Charles. “Nos elevó”, dice Paul. “Él unió a la banda”.
Es muy típico de Paul ofrecer un tutorial sobre cómo hizo “Maxwell’s Silver Hammer”, quizás uno de los momentos menos legendarios de los Beatles. Se acuerda de que el Dr. Robert Moog estaba ahí durante la sesión en Abbey Road y escuchó cómo los chicos probaban el sintetizador que acababa de inventar.
Si sos fan de los Beatles, ya escuchaste muchas de estas historias. Pero siempre hay algo nuevo en ellas, porque es Paul y está totalmente conectado con la música minuto a minuto. Destaca “Here, There and Everywhere” como su momento compositivo del que está más orgulloso, lo que no sorprende. Pero es diferente cuando lo ves escuchar el tema, con una sonrisa que es en parte la arrogancia de decir “Sí, nosotros lo hicimos” y en parte la más absoluta fascinación.
3, 2, 1 empieza con Paul diciéndole a Rubin cómo compuso “All My Loving” con John en un bus en una gira. Como no tenían aparatos de grabación y no sabían leer música, su prioridad era componer un tema del que pudieran acordarse al día siguiente. “Al ser de Liverpool, tenemos mucha influencia irlandesa celta, y los celtas no escriben nada. Es una tradición de bardos. Así que esa es nuestra excusa. John y yo decíamos: ‘¡Era la tradición bárdica!’”.
Pero el extraño momento destacado de McCartney 3, 2, 1 es cuando Paul se refiere al tema no muy conocido de 1964 “Baby’s In Black”, uno de los temas preferidos de los Beatles para los propios Beatles. A John y Paul les encantaba cantar esta balada de freak-folk pesimista juntos, compartiendo el mismo micrófono, armonizando mirándose a los ojos. Fue parte de su set en vivo hasta el final, hasta sus últimos shows, aunque sabían que a nadie le gustaba tanto como a ellos. “Queríamos tocarla en vivo, pero no era de las preferidas de los fans”, dice Paul. “Estábamos orgullosos de esta. Pensábamos que estábamos haciendo un folk raro”.
Los Beatles fueron un grupo que grabó discos durante un período de apenas ocho años, pero como muestra McCartney 3, 2, 1 esa fase es solo el comienzo de la historia. Es por eso que los temas son más legendarios que nunca; es por eso que no pertenecen al pasado. Junto con todas las otras cosas que también son, los Beatles son una historia que nos contamos los unos a los otros soñando con las canciones. Para quienes escuchamos, estamos en el mismo barco que Paul: escuchamos la música y preguntamos: “¿Cómo es posible?”. Hay algo lindo en el hecho de que Paul tampoco afirme conocer el secreto. Como el resto de nosotros, es un fan de los Beatles enamorado de esa sensación mágica.
Fuente: Rob Sheffield, La Nación