No has vivido si no viste a un hombre adulto quedarse boquiabierto ante una pared gigante cubierta de tacones. Y no unos tacones cualquiera. Tacos aguja, hechos a medida para un número 39 de pie. Botinetas cubiertas de tela, principalmente, pero también botas hasta la rodilla, botas por encima de la rodilla y plataformas, en colores brillantes.
Hombres, mujeres, negros, blancos, jóvenes, mayores… todos, cuando visitaron The Beautiful Collection: Prince’s Custom Shoes en Paisley Park, en un paseo de sábado reciente, se volvieron locos por los tacones de Prince Rogers Nelson. Más de 300 pares, suelas limpias, telas aspiradas, formas rellenas e iluminadas por detrás, que nos libran de las normas de género y de la pandemia de la vestimenta de entrecasa.
Aquí estaban las botas de nubes pintadas a mano del video Raspberry Beret; los patines con plataforma documentados por Questlove y descubiertos, póstumamente, en un maletín hecho a medida; y las botinetas con pegatinas metálicas que proclamaban “Get Wild” en la puntera y “Free Music” en el taco. (Prince usó ese par en 1995 como protesta contra Warner Bros., cuyos contratos de grabación le parecían tan explotadores, que cambió temporariamente su nombre por un símbolo impronunciable).
Un par estaba cubierto de cera de vela. (A Prince le encantaban las velas). Otro escondía los arañazos con un rotulador rosa. Varios pares tenían quemaduras por fricción de los legendarios bailes de Prince. “Si hay una mancha o una marca de rozadura, eso debe permanecer en el zapato -dijo Mitch Maguire, curador de la exposición- Eso forma parte de su historia.”
Prince calzaba 39 y medía un metro setenta.
El patrimonio del artista, que asumió la gestión de Paisley Park en 2019, maneja las visitas al complejo, que Prince construyó en 1987. No se permite tomar fotos ni videos, y las visitas a The Beautiful Collection, una exposición de duración limitada que se abrió al público en julio como parte del recorrido más amplio de Paisley Park, se limitan a 15 minutos.
La muestra es tan exitosa que los que entren hoy a comprar entradas sólo encontrarán un turno para enero de 2022.
Más de 900 pares de zapatos de tacos altos adicionales descubiertos en Paisley permanecen guardados, aunque Maguire dijo que esperan exponerlos todos con el tiempo. También se omiten en la visita las consecuencias de no usar más que tacones durante cuatro décadas, incluida una supuesta operación de cadera y el bien documentado consumo de opiáceos que llevó a Prince a una sobredosis mortal en 2016.
Prince pisaba fuerte con sus tacones, de 10 centímetros de altura en los primeros años, y de 10 centímetros y medio después.
En su lugar, los visitantes reciben –y es una delicia– los primeros planos de exquisitos diseños a medida de artesanos como Willie Rivera, Franco Puccetti, Cos Kyriacou, Andre Rostomyan y Gary Kazanchyan de Andre No. 1, así como entrevistas filmadas con Kyriacou y Kazanchyan. Entre los dos fabricaron más de 3.000 pares de tacones personalizados para Prince, incluidas zapatillas con plataforma Lucite iluminada y botinetas con tacos reforzados para espectáculos en estadios.
Algunas de las botas exhibidas tienen quemaduras por el roce que provocaban los pasos del músico.
Construir unos tacones peligrosamente altos que tuvieran la decoración suficiente para el gusto del artista, pero lo suficientemente seguros para su talento, requería ingenio e ingeniería. Al fin y al cabo, Prince pisaba fuerte con sus tacones, de 10 centímetros de altura en los primeros años, y de 10 centímetros y medio después.
Giraba, se contorneaba y se pavoneaba. Se balanceaba y saltaba, y cuando se abría de piernas, se deslizaba tan rápido, que los tacos no reforzados a veces se rompían como un hueso de la suerte.
Con el tiempo, los diseñadores perfeccionaron el taco reforzado y jugaron con su ángulo. Kyriacou trabajó con Donatella Versace para poner a punto los famosos zapatos de taco de tela de Versace. (La marca era la única que Prince llevaba fuera de sus diseños personalizados.) La creación de un look con telas literalmente a medida de pies a cabeza –normalmente sus tacones estaban cubiertos del mismo material que los trajes– posiblemente es la contribución más memorable de Prince a la moda del rock and roll.
El objetivo no era hacer más alto al músico que medía 1,70, dijo la diseñadora Helen Hiatt, que dirigió el departamento de vestuario de Prince de 1985 a 1991, sino construir un look en el que los zapatos “no te cortaran la imagen”.
La muestra tiene tanto éxito que hoy sólo se consiguen entradas para 2022.
El dinero no era un problema, pero el tiempo, sí. ¿Las instrucciones de Leeds del departamento de vestuario de Prince? “Que hagan lo que sea necesario” para cumplir el plazo. En una ocasión, esto significó superar la oferta de los representantes de Luther Vandross y de la Reina Isabel para conseguir la tela que se convirtió en el conjunto de Prince para los premios Oscar de 1985.
La necesidad, por supuesto, es la madre de la invención. Kazanchyan recordó que compró, desarmó y reconstruyó un par de zapatos Fendi en dos semanas para que coincidieran con el patrón del pie de Prince. Hiatt pegó alas de murciélago de metal a la puntera de Prince con cinta adhesiva de doble cara para crear sus ya legendarias botas de Batman.
Sin embargo, cuando intentó inventar una nueva punta en el patrón de los zapatos de Prince, ampliando la horma para evitar los juanetes, Prince se mostró reticente. “Sabes que detesto discutir”, recuerda que le dijo mientras miraba al suelo. “’Sólo ve a cambiarlo’. Me dolía el corazón por sus piecitos.” Al parecer, los juanetes no importaban en el mundo púrpura.
Y aunque este mundo no es el mundo real, The Beautiful Collection revela los beneficios de una realidad alternativa. Porque aquí, un negro andrógino representa el máximo atractivo sexual. Y si aún le queda escepticismo hacia el mundo púrpura, hacia esta celebración del espectáculo, dirija su mirada al estacionamiento de Paisley, a 30 kilómetros de la plaza George Floyd, donde un grupo de motociclistas negros hacen reventar los parlantes con el clásico hit de Prince When Doves Cry, mientras unos completos desconocidos bailan.
Fuente: Clarín