Beatles vs. Rolling Stones: una grieta que nunca existió pero que sigue abierta

Mitos y verdades de una rivalidad que nunca los llegó a separar, en un repaso de 60 años de historia compartida. Sus orígenes, el día que se conocieron, quién logró más números 1, sus familias y la conexión argentina.

Probablemente no exista en la historia de la música contemporánea una rivalidad más intensa, extendida y duradera que la que Los Beatles y Los Rolling Stones mantienen desde mediados de los años ’60, cuando ambas bandas británicas parecían destinadas a cambiar el mundo. 

Poco parece importar que ya hayan pasado más de 50 años desde la separación del cuarteto formado en Liverpool en 1960, en tanto el mito en torno a su corta historia, apoyado por el empeño de Paul McCartney y Ringo Starr por mantener encendido el recuerdo a través de la activa presencia de ambos en la escena musical, convierte el legado beatle en materia viva.

Y qué decir de la banda liderada por el binomio formado por Mick Jagger y Keith Richards, que hasta este pasado martes 24 de agosto, en el que la muerte de su baterista Charlie Watts puso signos de interrogación en torno a su futuro, parecía tener pactada con algún mandamás del más allá una existencia eterna sobre los escenarios que comenzaron a transitar casi seis décadas atrás.

A pesar de no llegar al número 1, "Love Me Do" marcó la irrupción de Los Beatles en las listas musicales del Reino Unido. AFP

A pesar de no llegar al número 1, «Love Me Do» marcó la irrupción de Los Beatles en las listas musicales del Reino Unido. AFP

Entonces, aquella grieta entre Los Beatles y Los Rolling Stones fogoneada en sus inicios por sus propios managers, animada por sus protagonistas principales, alentada cada tanto por agentes comerciales, amplificada con entusiasmo desde la prensa y, claro está, transformada en una causa por sus fans, perpetuó su vigencia a prueba del inexorable paso del tiempo que, según parece, no todo lo cura.

A tal punto que, apenas un año atrás, fueron los mismísimos McCartney y Jagger quienes, a pesar de sus ya veteranos 78 y 77 respectivos años, avivaron una vez más el enfrentamiento, a través de una discusión pública acerca de cuál de las dos bandas fue mejor.

El encargado de tirar la primera piedra fue el beatle, quien ante la afirmación del conductor radial Howard Stern de que para él su banda había sido superior a los Stones, muy suelto de cuerpo afirmó: «Yo amo a los Stones, pero coincido contigo: Los Beatles eran mejores«. ¿Era necesario, Paul?

Del otro lado, el viejo Mick recogió el guante y eligió una entrevista que ofreció a -¡oh, casualidad!- Apple Music para responder. “La gran diferencia, y no es menor, es que los Rolling Stones somos una gran banda de concierto (…) Esa es la verdadera gran diferencia entre estas dos bandas. Una es increíblemente afortunada de seguir tocando en estadios, y la otra no existe», sentenció.

Pero, qué mejor que repasar y explorar en la historia compartida por ambas agrupaciones -o por una agrupación y el mito de la otra- para tratar de determinar qué tanto de cierto hay en la contienda más antigua del pop/rock y sus alrededores. Si es que eso es posible.

Ni tan pops, ni tan rocks

The Rolling Stones. La banda se formó en abril de 1962

The Rolling Stones. La banda se formó en abril de 1962

Existe, por deformación de la historia, prejuicio o vaya uno a saber por qué, una tendencia a asociar Los Beatles a un origen en el que la vida era, si no una fiesta, un lugar de un amable pasar en el que no se podía ser otra cosa que bueno, mientras que a Los Rolling Stones se les atribuye la chapa de chicos malos, criados en un clima hostil e intervenido por las carencias.

Sin embargo, al cabo de tanto tiempo quedó más que demostrado que la cosa no era para nada así. Algo de eso puso en negro sobre blanco un tal Sean O’Mahony, que en 1963 tomó a su cargo la publicación de The Beatles Monthly Book, la primera revista para fans del grupo, que cerró su primera etapa en 1969, para revivir entre 1976 y 2003, cuando dejó de salir para siempre.

Beatles vs. Rolling Stones
Beatles vs. Rolling Stones

Ya sin compromisos con la banda, Mahony, que también publicó el Rolling Stones Book, resumió: «Los Beatles eran unos rufianes que se presentaban como chicos agradables, y Los Rolling Stones eran unos señoritos que Andrew convirtió en rufianes». Andrew es, precisamente el inefable Loog Odham, productor de los Stones, quien entendió desde un principio por dónde iba el negocio para los suyos.

Lo cierto es que ni la versión que aplica al imaginario colectivo ni la que el editor sintetiza de modo tan taxativo responden de manera exacta a la realidad.

Es que, si bien John Lennon, Macca, George Harrison y Ringo provenían de la vieja y gris Liverpool, una ciudad arrasada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y que no priorizaba el refinamiento entre sus ciudadanos, ellos vivían en vecindarios residenciales, del lado «bueno» del río Mersey, según grafica el periodista John McMillan en su libro Los Beatles vs. Los Rolling Stones.

De hecho, fue el propio Lennon quien se encargó de desmitificar la imagen de pobreza y marginación con que había sido asociada por algunos la infancia de Los Beatles. «Teníamos una vida familiar buena, cálida y agradable», dijo también alguna vez Louise, la hermana de George, al recordar su pasado.

En tanto, Los Stones crecieron en las afueras de Londres, con mayores comodidades que a las que se podía acceder en Liverpool. Brian Jones, primer líder del grupo, provenía de una familia de clase media alta; Jagger tenía un padre director de escuela y transcurrió su infancia como un chico de clase media acomodada; y Keith provenía de un hogar con aspiraciones.

En todo caso, fueron Bill Wyman y Watts quienes marcaban la diferencia acreditando pertenecer a familias de la clase trabajadora. No obstante, el bajista trabajaba en unos grandes almacenes mientras el futuro baterista stone lo hacía como diseñador gráfico. Nada mal, para un joven salido de una casa obrera. 

Hacía 1965, la beatlemanía incluyó a la corte británica, que nombró caballeros a Los Beatles. / AP

Hacía 1965, la beatlemanía incluyó a la corte británica, que nombró caballeros a Los Beatles. / AP

¿Quiénes son los chicos más malos?

Cuentan los que saben que Lennon era un tipo insoportable, al que la mayoría prefería esquivarlo. Le bajaba las bombachas a las chicas, rompía cabinas telefónicas, se peleaba, se burlaba de los defectos físicos de los demás, tomaba y se ponía agresivo, maltrataba a las mujeres… Todas, costumbres que hoy lo condenarían a un ostracismo inmediato.

Claro que tenía algunos atenuantes en un padre que lo abandonó cuando era muy pequeño, en una madre que lo dejó bajo la custodia de su tía y que cuando empezaban a retomar el vínculo murió atropellada… En todo caso, esa segunda pérdida lo emparentaba más a Paul, cuya madre murió cuando él tenía 14. También los emparentaban ciertas conductas algo dudosas.

El combo lo completaba un pequeño Harrison, que a los 10 años ya había probado unos cuantos alcoholes y se pasaba buena parte de las noches fuera de su casa. ¡Con permiso de sus padres! De ahí al rock, no había escalas en el camino.

En simultáneo, a unos 340 kilómetros de allí, un brillante estudiante llamado Brian Jones se convirtió a los 17 años en el padre del primero de sus varios hijos «ilegítimos», tras haber fracasado en lograr que su novia de 14 abortara. En los siguientes dos años, sumaría dos nuevos embarazos a su cuenta personal.

Como Lennon, Jones se la agarraba con los más débiles. Y también con las más débiles. Todo lo contrario al porte de un Jagger que ingresó en la London School of Economics, al mismo tiempo que su futuro socio creativo era expulsado de la secundaria poco antes de comenzar a experimentar con anfetaminas y calmante. Un pionero en el tema.

Wyman, por su parte, ya era un padre de familia, con un hijo de nueve meses, con empleo fijo y con seis años más encima que el promedio del resto del grupo. Una perspectiva desde la cual no llegaba a entender las condiciones paupérrimas en las que vivían Brian, Mick y Keith en plan de hacerse los bohemios. Por eso de parecer, y despues tratar de ser.

A medida que Los Beatles se emprolijaron, los Stones abonaron la imagen de chicos malos.

A medida que Los Beatles se emprolijaron, los Stones abonaron la imagen de chicos malos.

La primera vez; la primera rivalidad

Si bien John, Paul y George habían tocado en el Casbah Coffee como The Quarrymen antes de convertirse en The Beatlals, y luego en The Silver Beetles para finalmente ser The Beatles, a esta altura hay un consenso de que todo arrancó en The Cavern.

Los Beatles tenían entre 17 y 20 años cuando viajaron por primera vez a Hamburgo, en agosto de 1960, donde con idas y vueltas a lo largo de algo más de dos años John, Paul, George, Pete Best y Stu Sutcliffe transitaron una vida a base de alcohol, mujeres, anfetaminas, algo de violencia y mucha mucha música.

Se trataba de tocar, y de tocar fuerte y rápido. Alcanza con escuchar algo de lo que quedó como testimonio de aquellas presentaciones para entender de qué estamos hablando. De Los Beatles al punk había un pasito. Pero sólo si la idea era bajar un cambio…

Lennon tocando en ropa interior con una tapa de inodoro como collar, Paul presentando Bésame mucho como un pedido a Hitler, letras que se la pasaban repitiendo «mierda, mierda» y sexo al por mayor. «Fue un shock sexual Entre las putas y las groupies los pitos se nos caían a pedazos«, contó Lennon alguna vez.

Nada más alejado de aquello que ocurría en Alemania fue el inicio de los Stones, que cuando comenzaron a presentarse en vivo, el 12 de julio de 1962 en el Marquee Jazz Club, lo hacían como una banda dedicada al R&B. «Eran casi como músicos de jazz… gente de izquierdas, ingenuos, amables y totalmente carentes de carisma«, los definió un testigo de esos días. O noches.

El 9 de febrero de 1964, los Beatles tocaron en el Ed Sullivan Show por primera vez, y los vio la mitad de la población del país. / AP

El 9 de febrero de 1964, los Beatles tocaron en el Ed Sullivan Show por primera vez, y los vio la mitad de la población del país. / AP

Por otra parte, la escena del R&B era bastante minoritaria, con un público compuesto por bohemios e intelectuales, en su mayoría hombres, que compartían cierta carga de esnobismo con los integrantes del grupo. Cero salvajismo, cero sexo, droga y rock and roll. Era cuestión de tiempo.

En Liverpool, mientras tanto, Los Beatles ya llevaban un buen rato tocando en The Cavern, donde habían dado su primer show el 9 de febrero de 1961 y donde Brian Epstein los vio y decidió que quería llevarlos a la cima del mundo.Play VideoVideo: La rivalidad Beatles vs. Rolling Stones según tres especialistas.

Eso sí, siempre y cuando los muchachos mejoraran ostensiblemente su imagen: trajecito, corbatita, el pelito arreglado y buenos modales. Cosa que hicieron, de a poco, a veces a regañadientes, pero sostenidamente. El plan estaba en marcha. Y el resultado estaba a la vuelta de la esquina.

El tema es que, frente al emprolijamiento beatle, Oldham decidió que sus muchachos aprovecharían el vacío que quedaba en el rol de chicos duros, y Los Rolling Stones comenzaron a cambiar su estilo de virtuosos jóvenes del R&B

El periodista británico Chris Hutchins sintetizó de manera notable esa doble metamorfosis: «Cuando vivían en Hamburgo, Los Beatles eran exactamente lo que los Stones llegarían a ser». Y sostuvo que Lennon «siempre creyó que los Stones habían robado la imagen ‘original’ de Los Beatles». Ya tenían un motivo para comenzar a trazar el surco.

El Marquee Club de Londres, en 1971 poco tenía que ver con el Marquee Jazz Club en el que Los Stones debutaron 8 años antes. Foto AP

El Marquee Club de Londres, en 1971 poco tenía que ver con el Marquee Jazz Club en el que Los Stones debutaron 8 años antes. Foto AP

Vasos comunicantes

Es verdad que Los Beatles y Los Rolling Stones no se encontraron sino hasta el 14 de abril de 1963, pero mientras llegaba el momento de la reunión cumbre, se iban estableciendo conexiones; entre Oldham y el trístemente célebre productor Phil Spector; entre Epstein y Oldham; entre Giorgio Gomelsky, dueño del Crwadaddy, donde tocaban los Stones y Epstein…

A la par, Jagger, Richards y compañía profundizaban su estilo beligerante, y al mismo tiempo que Los Beatles emprendían la conquista del mundo desde el Ed Sullivan Show, en su primera visita a los Estados Unidos, Andrew patentaba eso de presentar a sus representados como «la banda que a tus padres les encantaría odiar».

En realidad, los padres de entonces se enfrentaban a un presente diferente al que ellos mismos habían recorrido como adolescentes que actuaban como pequeños adultos, y veían que sus hijos no estaba dispuestos, como señala el periodista argentino Alfredo Rosso, a que otros escribieran sus historias por ellos. Y en ese plan, tanto Los Beatles como Los Rolling Stones les eran funcionales por igual.

Choque de planetas

Por lo general, la grabación de Love Me Do, realizada en principio el 6 de junio de 1962, con Pete Best en la batería, rehecha el 4 de septiembre de 1962 con Ringo detrás de los parches, y repetida el 11 del mismo mes con Andy White en ese lugar, es considerado el punto de partida discográfico de Los Beatles.

Pero lo cierto es que la primera vez que Los Beatles entraron a un estudio de grabación con un contrato fue en 1961, y no en Inglaterra, sino en Alemania.

Allí, durante los días de Hamburgo, como respaldo del guitarrista y cantante Tony Sheridan, los muchachos de Liverpool grabaron My Bonnie, el simple que poco después activaría las alarmas de Brian Epstein, cuando lo sorprendió la cantidad de jóvenes que pasaban por su disquería, NEMS, en busca del disco.

No obstante, Love Me Do fue el paso decisivo de la banda rumbo a la tormenta perfecta, que arrancó con un modesto puesto 17 en uno de los charts británicos, pero con un soberbio número 1 en Liverpool. La canción abriría el álbum Please Please Me, lanzado en marzo de 1963, pero por sobre todo daba fe de que una banda podía lograr el éxito con sus propias canciones.

The Beatles durante el estreno de "Hard day's night", el 6 de julio de 1964 en Londres. FOTO AFP

The Beatles durante el estreno de «Hard day’s night», el 6 de julio de 1964 en Londres. FOTO AFP

Los Rolling Stones, que bookearon su primera sesión de grabación el 2 de marzo de 1963, les costó un poco más entender que el negocio no estaba en los covers con los que se estrenaron en el estudio. Para el debut, eligieron Come On, de Chuck Berry, y I Want to Be Loved, de Muddy Waters, como lado B.

Tan mal no les fue, a la vista de que, publicado el 7 de junio siguiente, llegando al 20 de julio el simple había accedido al puesto 20 del chart de New Musical Express. Sin embargo, una vez más, Oldham comprendió de movida por dónde iba la cosa, y se puso en marcha en pos de su objetivo.

Sólo que para entonces, The Cavern ya era un recuerdo, Please Please Me llevaba un rato al tope de las listas, donde permaneció durante 30 semanas y Los Beatles no paraba de tocar, mientras del otro lado, según confesó Wyman, en su primer show en el Crawdaddy, Los Rolling Stones tocaron para… 3 personas. 

Mientras tanto, Gomelsky intentaba infructuosamente tener a The Beatles en su lente, para contar cómo funcionaba la banda lejos de bullicio de la beatlemanía, y los caminos de sus recientemente contratados en el Crawdaddy y los muchachos de Liverpool se iban acercando cada vez más.

Cuentan que durante esa extensa previa de un encuentro que era inevitable, cuando Brian Jones escuchó Love Me Do quedó «demudado», y que los comentarios entre él y sus compañeros de banda fluctuaban entre la admiración y la decepción por saber que ya no podrían ser los primeros en varias cosas. Como, por ejemplo, meter armónica en un tema.

Finalmente, sucedió. El 14 de abril de 1963, mientras Los Rolling Stones hacían su segunda entrada de la noche en el Station Hotel de Richmond, Bill Wyman levantó la vista y se quedó duro. Ahí estaban los cuatro, con el aura de From Me to You en la cresta de la ola. «¡Mierda, son Los Beatles!», pensó el bajista. Mick ni siquiera los miraba. «Tenía demasiada vergüenza», confesó después.

Del otro lado, la impresión no pudo ser mejor. «Ya entonces supe que los Stones eran geniales», dijo Ringo. «Era una fiesta total. El público gritaba, aullaba y bailaba arriba de las mesas», recordó George. La noche aquella terminó en el departamento de los Stones en Edith Grove. Los planetas habían chocado, y no se rompió nada.

Tampoco se rompió nada cuando los Rolling fueron a ver por vez primera a Los Beatles. Pero los liverpoolianos no iban a tocar en ningún bar, sino que lo harían en el Royal Albert Hall. Allí, Jagger y compañía descubrieron que sus colegas se maquillaban para salir a tocar y Brian Jones, que hizo de plomo del cuarteto por un rato, sucumbió al encanto de la fama. Era el comienzo de su triste adiós.

Una pequeña ayudita de sus amigos

Faltaba poco para que la maquinaria Beatles – Stones estuviera en pleno funcionamiento, y todo ocurrió tal y como nunca había sido planeado. O acaso alguien podía estar pensando en aquel entonces que George Harrison iba a recomendarle a Dick Rowe, el mismo busca talentos de Decca que los dejó pasar de largo, que fuera a ver a los Stones para ficharlos.

O imaginar que cuando Oldham fue al encuentro de John y Paul para compartir su lamento porque Jagger y Richards no eran capaces de escribir ni el Arroz con leche, la dupla beatle le iba a responder con un I Wanna Be Your Man de regalo que terminaron de componer en tiempo real, delante de sus nuevos amigos.

Para competidores, aún les faltaba bastante. Pero no era algo que Oldham no estuviera dispuesto a conseguir, aún a fuerza de encerrar a sus pollos en la cocina de su piso de Mapesbyry Road después de advertirles que si no salían de ahí con una canción entera no les iba a dar ni un mate sin azúcar.

Así lo contó siempre Richards, que además aseguraba que para orinar tenían la ventana o la bacha de la mesada, pero que en el fondo, querían salir. Jagger se encargó de ablandar la versión y de aclarar que lo de Oldham no pasó de una amenaza que jamás cumplió. 

Rolling Stones en una fiesta para celebrar el estreno de su película "Let's Spend The Night Together", en Nueva York el 18 de enero de 1983. / AP

Rolling Stones en una fiesta para celebrar el estreno de su película «Let’s Spend The Night Together», en Nueva York el 18 de enero de 1983. / AP

Sea como haya sido, en la versión «oficial» el resultado de ese «encierro» fue As Tears Go By, aunque también pudo haber sido I Should Be You, según recuerda Jagger. Pero como ésta última quedó en el olvido por mala, aplica la primera. Marianne Faithfull grabó la canción en 1964; los Stones, al año siguiente.

Ahora sí, todo estaba listo como para que Los Beatles y Los Rolling Stones emprendieran una «competencia» que los potenció mutuamente y les dio una popularidad inédita hasta entonces en el mundo de la música.

Por lo pronto, menos de un año después, la nueva dupla compositiva ya había escrito The Last TimePlay with Fire Satisfaction (I Can’t Get No). Las piedras estaban rodando. Empezaba una nueva historia. La verdadera historia de la grieta entre Los Beatles y Los Rolling Stones. 

Números que hablan

Cierto es que resulta algo absurdo plantear una comparación mano a mano entre Los Beatles y Los Rolling Stones, teniendo en cuenta que los primeros dejaron de producir material 50 años atrás, mientras los segundos seguían, al menos hasta la muerte de Charlie Watts, con planes de editar nuevo material.

Bastante duro trabajaron Los Beatles para grabar 12 álbumes en ocho años, tanto como lo hicieron Los Rolling Stones para facturar 30 en los 59 que llevan de vida, salvando alguna breve interrupción de actividades. Dicho esto, resulta notable la superioridad que los de Liverpool ejercen sobre los londinenses en términos estadísticos.

Por supuesto, no hay modo de contrastar los números que las bandas pueden exhibir de sus performances en vivo, si bien hay quienes dicen que Los Beatles metieron 55 mil pesonas en el Shea Stadium en 1965, que no es poca cosa. Aunque no hay competencia contra los 2 millones que vieron y escucharon a los Stones en Copacabana, el 18 de febrero de 2006. Claro que era gratis. Pero igual vale. 

Según el sitio www.officialcharts.com con sus sus singles Los Beatles obtuvieron 17 números 1 en el Reino Unido; entre ellos From Me to YouTicket to RideHelp!Paperback WriterAll You Need Is Love y Hey Jude, entre otros. Además, obtuvieron 38 Top 10; 38 Top 40; y 56 Top 75; y permanecieron 65 semanas en la cima; 188 en el Top 10; 365 en el Top 40; y 461 en el Top 75.

En el plano de los álbumes, los números son igualmente impactantes: 16 número 1; es decir todos menos Magical Mistery Tour y Yellow Submarine; más 33 Top 10; 44 Top 40; y 55 Top 75. Pasaron, además, 176 semanas en la cima; 477 en el Top 10; 1059 semanas en el Top 40; y 1582 en el Top 75.

Por su parte, el sitio www.hooksandharmony.com estima en unos 600 millones la cantidad de álbumes vendidos por Los Beatles en todo el mundo, y en la increíble cifra de 1.6 billones la de simples vendidos en los Estados Unidos.

Los Beatles lograron reunir 55 mil personas en 1965; pero ya no habría muchos más shows en su carrera. / EFE

Los Beatles lograron reunir 55 mil personas en 1965; pero ya no habría muchos más shows en su carrera. / EFE

Por el lado de Los Rolling Stones, y siempre tomando como referencia lo ocurrido en el Reino Unido, con sus simples consiguieron 8 números 1 –It’s All Over NowSatisfaction (I Can’t Get No)Paint It Black y Honky Tonk Women, entre otros-; además de 21 Top 10; 43 Top 40; y 56 Top 75; permaneciendo 18 semana en la cúspide, 108 en el Top 10; 1059 en el Top 40 y 387 en el Top 75.

De los álbumes stones, 13 de 30 llegaron a ser número 1, entre ellos los dos primeros, AftermathLet It BleedEmotional Rescue Voodoo Lounge; consiguieron 40 Top 10; 51 Top 40; y 55 Top 75; y estuvieron 47 semanas en la cima; 274 en el Top 10; 640 en el Top 40; y 889 en el Top 75.

En cuanto a la venta de álbumes, el cálculo da un estimado de unas 240 millones de copias de sus álbumes, lo cual los deja bastante por detrás de sus amigos y contrincantes, con algunos artistas posicionados en entre ambas bandas.

Enemigos públicos, amigos íntimos 

«Nos atacaban desde el norte. Y nosotros, que creíamos que éramos únicos en el mundo», dijo alguna vez Richards, cuando se dieron cuenta de la relevancia que habían adquirido esos pibes de provincia a los que todos querían imitar.

Del otro lado, un John Lennon bastante enojado, apuntaba en general. «Ciertos grupos están haciendo exactamente lo mismo que nosotros… Robándonos los arreglos. Hasta la última nota».

Pero también apuntaba con cierta precisión: «Para colmo, otros grupos se están apuntando al carro del rhythm and blues… Tocando cosas que nosotros ya tocábamos hace dos años».

Y avanzaba sobre aspectos extramusicales. «También ocurre con los cortes de pelo. Veo a músicos de algunos grupos que incluso llevan el mismo largo que nosotros», protestaba y advertía: «Supongo que se podría decir que es un honor que te copien. Pero si se meten con nosotros, vamos a responder».

Los Beatles hicieron Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, considerados uno de sus mejores discos. Foto AFP

Los Beatles hicieron Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, considerados uno de sus mejores discos. Foto AFP

Aún así, Bill Wyman se encargó de resaltar que «fue un malentendido muy generalizado» que estuvieran en guerra con Los Beatles. Y aseguraba que ambos grupos habían estado siempre unidos por el respeto mutuo. En esa línea, Richards dejó asentado en su biografía Life que «siempre hubo una relación amistosa» entre Los Beatles y los Stones.

Y mientras Paul se encargaba de dejar en claro que él y sus compañeros no odiaban a nadie, Lennon se contradecía sin ponerse colorado para decir que «la rivalidad siempre fue un mito». «Sé que puede parecer una bobada decir que nos gustan, pero somos buenos amigos», declaró.

Por supuesto que el tiempo y las circunstancias darían lugar, a veces, a declaraciones algo rimbombantes, como la que Lennon -una vez más- hizo a Rolling Stone, en la que apuntaba contra Mick. «Me gusta Honky Tonk Woman, pero creo que Mick es un chiste. Probablemente iré a ver sus películas y todo, como todo el mundo, pero en realidad, creo que (Mick) es una broma.»

En verdad, a John le molestaba que Jagger la fuera de rebelde y le quitara crédito a Los Beatles, en ese terreno, al mismo tiempo que lo acusaba de copiarlos. «Me molesta la idea de que los Stones son como revolucionarios y que los Beatles no lo eran», explicaba John.

Y agregaba: «Si los Stones lo eran o lo son, los Beatles también lo eran. Pero no están en la misma clase, en cuanto a música o poder, nunca lo fueron. Nunca dije nada, siempre los admiré, porque me gusta su música funky y me gusta su estilo. Me gusta el rock and roll y la dirección que tomaron después de que se superaron tratando de imitarnos«. A buen entendedor.

Por si aquello resultara poco, Lennon tenía algo más para decir. «Obviamente está muy molesto por lo grandes que son los Beatles comparados con él; nunca lo superó. Ahora está en su vejez, y está empezando a pegarnos, ya sabes, y sigue llamando. Me molesta.» Claro que Lennon no está aquí para ver que cinco décadas después de sus declaraciones, Jagger sigue vivito y saltando.

En todo caso, habrá que darle la derecha a John, leyendo algo que Richards dijo seis años atrás y removió nuevamente la tierra floja que con el paso de los años había cubierto parte de la grieta.

Brian Jones tenía curiosidad por explorar el sonido de diferentes instrumentos, pero de a poco quedó marginado del grupo.

Brian Jones tenía curiosidad por explorar el sonido de diferentes instrumentos, pero de a poco quedó marginado del grupo.

«Los Beatles sonaban increíbles cuando eran Los Beatles, pero no hay muchas raíces en esa música. Creo que se dejaron llevar. ¿Por qué no? Algunas personas piensan que Sgt. Pepper’s es un álbum genial, pero yo creo que es una basura como Satanic Majesties. Ah, si vos podés hacer un montón de mierda, nosotros también», dijo, admitiendo tácitamente eso de ir «a la cola de».

No obstante, el bueno de Macca buscó pegar por otro lado, el año pasado, cuando retomó el ida y vuelta mediático. «Empezamos a darnos cuenta de que lo que sea que hiciéramos, los Stones lo hacían poco después. Fuimos a los Estados Unidos y tuvimos un gran éxito, luego fueron los Stones… Había mucho de eso, pero éramos grandes amigos, ya sabes, todavía lo somos. Nos admiramos», abrió el fuego.

Y concluyó: «Keith me dijo una vez: ‘Tuviste mucha suerte en tu banda de tener cuatro cantantes. Nosotros tuvimos uno’. Hay muchas diferencias. Amo a The Stones, pero Los Beatles son mejores

La respuesta, como consta al inicio de esta nota, no se hizo esperar. “La gran diferencia, y no es menor, es que los Rolling Stones somos una gran banda de concierto (…) Esa es la verdadera gran diferencia entre estas dos bandas. Una es increíblemente afortunada de seguir tocando en estadios, y la otra no existe«.

Aunque, tal vez, lo mejor sería quedarse con el Jagger que introdujo a Los Beatles en el Rock and Roll Hall of Fame: «Pasamos por momentos bastante extraños. Tuvimos una especie de mucha rivalidad en esos primeros años, y un poco de fricción, pero siempre terminamos siendo amigos. Y me gusta pensar que todavía lo somos, porque fueron algunos de los mejores momentos de nuestras vidas».

Rock swinger

De qué otro modo, si no manteniendo una buena relación, podrían haberse dado los cruces que se dieron entre ambos grupos a lo largo del tiempo. Y, fundamentalmente durante esos años de «mucha rivalidad» que menciona Jagger.

Allí está Brian Jones metiendo un ¡oboe! en la Baby You’re A Rich Man beatle, del mismo modo que John Lennon se suma a los Dirty Mac, donde además de Richards tocaban Mitch Mitchell y Eric Clapton, para el Rock and Roll Circus, o como Jagger y Richards aportan sus coros a All You Need Is Love.

John Lennon y Mick Jagger, enemigos públicos, amigos íntimos.

John Lennon y Mick Jagger, enemigos públicos, amigos íntimos.

El tema, una especie de We Are the World precoz, fue aparentemente parodiado por los Stones en We Love You. Lo interesante del asunto es que lejos de manifestarse ofendidos, Lennon y McCartney se sumaron para hacer coros, en una devolución de gentilezas.

Por supuesto, también hubo cruces circunstanciales en distintos shows, algunos de ellos documentados en videos oficiales o no tanto en YouTube. Pero lo concreto es que entre unos y otros hubo «relaciones carnales» en eso de no sólo prestarse temas, sino también poniéndole el cuerpo a algunos de ellos.

Además, aparte de la canción I Wanna Be Your Man, que Los Beatles le «regalaron» a los Stones y que finalmente grabaron ambas bandas, también dos covers, Carol y Money (That’s What I Want) tuvieron una versión beatle y una stone. Acaso una buena situación para entender cuáles eran las marcas de identidad que definieron el sonido que adoptarían las bandas como propio. 

Dos familias ampliadas que se multiplicaron

En tren de relaciones matrimoniales, extramatrimoniales y otras yerbas, los mencionados desajustes de Brian Jones contrastan con la condición de padre de su compañero Bill Wyman, que primereó a todos al convertirse en esposo en 1959 y en padre tres años después.

Su primer matrimonio, con Diane Cory, duró una década exacta, y 20 años después el músico volvió a casarse, esta vez con Mandy Smith, de quien se separó en 1993 para volver a casarse ese mismo año con Suzanne Accosta. En total, sus hijos son cuatro.

En tanto, Jagger duplica a Wyman en la cantidad de hijos, fruto de sus matrimonios con Bianca Jagger y Jerry Hall y sus relaciones de pareja con Marsha Hunt, Luciana Gimenez Morad, L’Wren Scott y Melanie Hamrick. En su prehistoria quedan su noviazgo con Marianne Faithfull, su affair con Pattie Boyd y muchos otros nombres que flotan en el aire.

Bill Wyman, el ex Rolling Stone fue el primero en casarse y asumir el rol de padre. Foto AFP

Bill Wyman, el ex Rolling Stone fue el primero en casarse y asumir el rol de padre. Foto AFP

Pattie Boyd, también pareja circunstancial de Wood y de Lennon, se casó con George Harrison. Pero luego George se separó de ella para casarse luego con Olivia Trinidad Arias, con quien tuvieron a su hijo Dhani. Por su parte, Richards mantuvo un extenso vínculo con Anita Pallenberg, quien antes haía sido pareja de Brian Jones.

Con ella, Keith tuvo tres hijos, el último de los cuales falleció a poco más de dos meses de haber nacido; la separación fue consecuencia, en parte, de las tensiones que generó el trágico episodio. En 1983, el guitarrista se casó con Patti Hansen, con quien tiene dos hijas.

Mientras, Charlie, tal como se escribió mucho en estos días, se casó en 1964 con el gran amor de su vida, Shirley Ann Shepherd, con quien tuvo a su hija Seraphina.

Por el lado Beatle, John fue el que dio el puntapié inicial en la conformación de un núcleo familiar, al casarse en 1962 con Cynthia Powell, quien dio a luz a Julian al año siguiente. El matrimonio duró seis años, y en 1969 el músico se casó con Yoko Ono, quien en 1975 se convirtió en la mamá de Sean.

John Lennon en plan familiar, con su segundo hijo, Sean, y Yoko, cuando los Beatles hacía tiempo que eran historia.

John Lennon en plan familiar, con su segundo hijo, Sean, y Yoko, cuando los Beatles hacía tiempo que eran historia.

Dos matrimonios acredita Ringo, uno entre 1965 y 1975, con Maureen Starkey, con quien tuvo tres hijos, y otro que sigue vigente desde 1981, con la bella Barbara Bach. Finalmente, más que conocida es la extensa relación que unió a Paul con Linda, con quien tuvo tres de sus cuatro hijos.

Tras la muerte de la mujer con la que compartió más de tres décadas de su vida, Macca se volvió a casar en 2002 con Heather Mills, de quien se divorció en 2008 para volver a casarse en 2011 con Nancy Shevell.

Dos logos, tres historias

Aunque parezca demasiado sencillo para semejante trascendencia, el diseño del logo de The Beatles, que muestra la «t» intermedia algo más larga que el resto de las letras, fue casi casual, e involucra a Ivor Arbiter, dueño de la primera tienda exclusiva de batería en Londres.

Allí entraron en abril de 1963 Ringo y Brian Epstein, en busca de un reemplazo para el kit Premier de Starr, quien eligió una Ludwig que ostentaba la marca del instrumento en su bombo, y cuya presencia allí era innegociable. Razón por la cual, Epstein pidió que se sumara el nombre de la banda en un tamaño más grande.  

Los Beatles en el Budokan de Tokio, y el logo de la banda en el centro del bombo de Ringo. El diseño costó 5 libras. Foto JIJI PRESS / JIJI PRESS / AFP

Los Beatles en el Budokan de Tokio, y el logo de la banda en el centro del bombo de Ringo. El diseño costó 5 libras. Foto JIJI PRESS / JIJI PRESS / AFP

Ahí nomás, Arbiter diseñó el famoso logotipo de la gota-T, esbozado apresuradamente en un trozo de papel. La B mayúscula y la T caída eran para enfatizar la palabra “beat”. A Drum City se le pagaron sólo 5 libras por crear el logo, que fue pintado por Eddie Stokes, un pintor de carteles.

Pasaron unos cuantos años hasta que a la típica leyenda se agregara la manzana que representa a Apple Corps, la corporación que armaron Los Beatles para defender sus intereses financieros y avanzar sobre otros negocios, con suerte bastante dispar.

La cuestión es que un día de 1968, mientras filmaban a Mary Hopkin en el jardin de su casa, Paul McCartney entró en la sala de estar y se encontró con un cuadro de René Magritte que había dejado allí su amigo y galerista Robert Fraser. «Era de una manzana verde. Eso se convirtió en la base del logotipo de Apple», contó el beatle.

El sello de Apple de los Beatles en una copia de Abbey Road / AP

El sello de Apple de los Beatles en una copia de Abbey Road / AP

En el caso de Los Rolling Stones, la banda se manejó sin logo hasta 1970, cuando ante la inminencia de un nuevo tour, a Mick Jagger se le ocurrió que el grupo debía tener una imagen que lo distinguiera.

«Los Stones no querían un diseño que incluyera su nombre, sino que buscaban algo que fuera reconocible por sí solo. Que se viera y se dijera: ‘Eso es de los Rolling Stones’«, contó su diseñador, un estudiante de arte llamado John Pasche.

«Mick me explicó que hacía un par de días había ido a la tienda de la esquina a comprar algo de comida que se quedó asombrado por el cuadro (de la diosa Kali). Pidió llevárselo. Yo inmediatamente me fijé en la boca y la lengua y surgió la idea. Sería un elemento de protesta, de alzar la voz», explicó el artista.

La lengua Stone cumplió 50 años en 2020. Nació para identificar a la banda en un tour, y llegó para quedarse. Costó 50 libras.

La lengua Stone cumplió 50 años en 2020. Nació para identificar a la banda en un tour, y llegó para quedarse. Costó 50 libras.

Así surgió el famoso símbolo por el que la banda le pagó a Pasche 50 libras (70 dólares de hoy), que fue incluido en unas invitaciones VIP de un show que el grupo dio en marzo de 1971 en el club Marquee de Londres, en el marco de un especial para la BBC y que, un mes más tarde, iba a ser utilizado para identificar al nuevo sello discográfico del grupo.

La conexión argentina

Si bien hacía más de 20 años que Los Beatles habían dejado de existir como banda, la llegada de Paul McCartney a la Argentina, para tocar 10, 11 y 12 de diciembre de 1993 en River, fue como saldar una deuda con un pasado que le había sido tan cercano como esquivo a los fans locales de los cuatro de Liverpool.

Paul McCartney visitó cuatro veces la Argentina; en la última ocasión toco en el Campo Argentino de Polo. Foto AP

Paul McCartney visitó cuatro veces la Argentina; en la última ocasión toco en el Campo Argentino de Polo. Foto AP

Su The New World Tour, la gira presentación de su por entonces flamante álbum Off The Ground, incluía una larga lista de temas del cuarteto, que cada noche fueron cantados por una multitud cuya pasión sorprendió al beatle.

Macca regresaría a la Argentina tres veces más, en 2010, en 2016 y en 2019, para presentarse en River la primera, en el Único de La Plata la segunda y en el Campo Argentino de Polo la más reciente, dejando siempre el deseo encendido de que una vez más no estaría nada mal.

Y una vez más, Los Rolling Stones parecen haber seguido los pasos del beatle, al llegar al país por primera vez en 1995, en el marco de su gira de presentación del álbum Voodoo Loungepara llenar River en cinco ocasiones y saldar la otra gran deuda pendiente del público local del rock.

Su segunda visita fue en 1998, también con cinco shows en el Monumental. Quienes estuvieron en el cuarto, el 4 de abril, tuvieron la yapa de ver a Bob Dylan compartiendo con la banda la interpretación de Like A Rolling Stone. Un momento único.

Inolvidables, Los Rolling Stones en su último paso por el país, en el Único de La Plata. Foto Martin Bonetto

Inolvidables, Los Rolling Stones en su último paso por el país, en el Único de La Plata. Foto Martin Bonetto

Como no hay dos sin tres, la banda regresó al país en 2006, para hacer este vez tan solo dos shows, también en River, los días 21 y 23 de febrero, con un set que arrancaba con Jumpin’ Jack Flash y cerraba con Satisfaction (I Can’t Get No).

Pero a diferencia del dicho, la tercera no fue la vencida, y en febrero de 2016 Jagger, Richards, Watts y Wood volvieron a pisar suelo argentino para dar tres shows en el Estadio Único de La Plata, y con tiempo para que el cantante salliera a pasear por el Monumento a los Españoles y el baterista probara un choripán.

En cambio Ringo tardó un poco más en llegar; hubo que esperarlo hasta el 2011, cuando llenó el esenario del Luna Park con su All Starr Band, con la que regresaría en 2013 para presentarse sobre ese mismo escenario, y dos años después para tocar frente a una multitud en el Planetario.

Ringo visitó tres veces el país, y se llevó la mejor de las sensaciones. Archivo Clarín

Ringo visitó tres veces el país, y se llevó la mejor de las sensaciones. Archivo Clarín

«En la Argentina toque para la mayor cantidad de gente de mi vida. Tocamos en un parque y sacaron las vallas; entonces, tuvimos 30 mil adentro y 50 mil afuera. ¡Fue increíble!”, contó el baterista en una entrevista realizada por Bebe Contepomi.

Es que, con grieta o sin grieta, Los Beatles y Los Rolling Stones hace rato que dejaron de ser la banda sonora de una, dos o tres generaciones, para convertirse en una música planetaria que no sabe de fronteras ni de edades. Y sí, tal vez en el fondo sea sólo rock and roll… ¡Pero nos encanta!

Fuente: Clarín