Natalia Oreiro camina, tiene una bata blanca, una campera de plumón verde y abraza una bolsa de agua caliente amarilla. Una de las puertas de la cancha de Huracán sirve de escenario para recrear, 77 años después, un momento que podría haber sido intrascendente pero que se volvió clave para la historia argentina: el día que Juan Domingo Perón conoció a Eva Duarte. Afuera, empieza a bajar aún más la temperatura. A unos pocos metros de ese imaginario Luna Park de 1944 hay trailers acondicionados para la actriz uruguaya y también para Darío Grandinetti, quienes interpretan a Duarte y Perón en Santa Evita, la serie basada en la novela de Tomás Eloy Martínez que Star+ (el nuevo servicio de streaming dirigido al público adulto que The Walt Disney Company Latin America lanza el próximo 31 de agosto) estrenará el año próximo.
Ellos son los únicos que andan por el set sin barbijo, el resto del equipo -cámaras, vestuaristas, maquilladores, productores, directores, extras y actores de reparto- tiene tapabocas. Solo desaparecen esos nuevos elementos fetiche que impuso la pandemia cuando se escucha la palabra acción, para más tarde volver cuando las cámaras dejan de rodar. En la puerta, tres personas son las encargadas de hacer hisopados para que todos puedan trabajar con tranquilidad: los rápidos con el famoso hisopo largo y los de saliva.
Desde la producción explican a LA NACION que se están rodando dos cosas diferentes. Por un lado, se están haciendo fotos que servirán como imágenes de archivo, que se verán en blanco y negro, y por otro, escenas de la serie realizada y coproducida por Non Stop, que se verán a color. Las imágenes los muestran a ellos sentados en las butacas del Luna Park y bajando las escaleras antes de salir del ex Palacio de los Deportes. No hay pandemia en esos recuerdos pero sí autos antiguos con volantes del lado derecho, porque antes, según cuenta uno de los dueños, en la Argentina se manejaba por la derecha. También hay vestuarios que representan a la perfección el espíritu de la época: mujeres con sombreros y taco aguja, hombres con trajes marrones o grises y mocasines (fueron hechos 150 vestuarios originales para la serie y se alquilaron más de 600 prendas a sastrerías). En medio de ellos, un general del ejército, con su chaqueta blanca y sus insignias militares, camina del brazo de una bella mujer, con un vestido azul francia y tocado blanco. Los flashes tanto de las cámaras de la época como de las actuales se posan sobre ellos, se escucha el clic. “Nosotros vamos a hacer el movimiento y vos gatillás”, dice el protagonista.
Antes de imitar la foto, Oreiro posa con su abrigo y sonríe, al tiempo que Grandinetti hace chistes. Piden silencio. Minutos antes habían hecho otra de las imágenes más conocidas de la pareja: ellos sentados juntos en la primera fila del festival solidario en ayuda a las víctimas del terremoto de San Juan [el Luna Park no pudo ser la locación porque en la actualidad funciona como vacunatorio]. Es la noche del 22 de enero de 1944 y para los conocedores de la historia, es el día en que Evita y Perón se conocieron [aunque también se dice que el primer encuentro fue días antes en el Ministerio de Trabajo y Previsión, donde el líder convocó a artistas, entre ellos Duarte, para que colaboraran con la colecta por los damnificados]. Terminan las fotos, los dos caminan a refugiarse del frío mientras el resto del equipo se traslada a la vuelta de esa locación para recrear el momento en que se van del lugar y que ella se “autoinvita” al coche del general.
Alejandro Maci dirige las escenas. La noche cayó en Parque Patricios y una serie de autos antiguos adorna la oscuridad: hay en total 10 vehículos de acción, aunque se utilizaron 80 durante todo el rodaje. Un Chevrolet de 1941, un Dodge de 1947, otro Chevrolet especial deluxe, un Desoto de 1934, un Ford Mercury de 1946: la calle parece sede de una exposición de autos antiguos. Se adelanta uno de los coches, piden espacio. Los dueños dan detalles de cuánto tardaron en restaurarlos: entre 5 y 15 años, de acuerdo al modelo. Uno de esos autos va a ser protagonista de las próximas fotos y de la escena que están por rodar: el Mercury negro que trasladará a la pareja protagónica.
Las luces forman auras que se reflejan en los vidrios de algunos autos, también se lee el nombre de la platea baja, se ven las cortinas bordó y el cartel del evento. De a poco se incorporan los extras: para esta escena exterior se convocó a 50 de los 1300 extras que trabajan en la serie, y hay en el lugar otros 70 que forman parte del equipo de producción. Cuando todo está listo aparecen en escena Oreiro y Grandinetti. Antes, piden un minuto de silencio, porque justo en el día del rodaje -26 de julio- se cumplen 69 años de la muerte de Evita, la gran protagonista de esta historia. Se escuchan aplausos, y vuelve la acción en 1 de las 40 locaciones en las que se rueda la serie de la que participan 120 actores, entre ellos, Ernesto Alterio y el español Francesc Orella.
Santa Evita está basada en el best seller homónimo del escritor argentino Tomás Eloy Martínez, que sigue la historia del cuerpo embalsamado de Eva Perón después de su muerte. Con la producción ejecutiva de la actriz mexicana Salma Hayek y Pepe Támez (ambos de la productora Ventanarosa), la dirección del realizador colombiano Rodrigo García, quien también se desempeña como productor ejecutivo, y del cineasta, actor, director teatral y guionista argentino Alejandro Maci, la serie seguirá las investigaciones de un periodista (interpretado por Diego Velázquez) en 1971, cuando aún los restos de la ex primera dama seguían desaparecidos.
Ante el magnetismo que había generado la actriz devenida en ícono del movimiento justicialista y su prematura desaparición -tenía 33 años cuando murió-, su cuerpo se convirtió en un símbolo. Tras ser embalsamado, se mantuvo a la espera de ser enterrado durante 3 años mientras se construía un monumento que nunca se concretó, luego fue ocultado durante 19 años por las fuerzas militares que derrocaron a Perón en 1955 y que temían que se convirtiera en un arma contra el régimen.
Ahora estamos en el invierno de 2021, pero tranquilamente, si uno lograra abstraerse del frío, podría ser el verano de 1944. Oreiro con su campera verde camina del brazo de Grandinetti, quien para esta ocasión luce un cabello pelo engominado, muy propio de la época. Se ríen y coquetean, mientras las cámaras los siguen en un plano secuencia. Todos continúan con barbijo, signo de que se trata de un ensayo. Llegan al auto, él le abre la puerta y se dirige hacia al otro lado. Practican varias veces esa caminata que va a terminar en una foto: la imagen en la que el periodista que inicia la investigación luego del rumor de la posible devolución del cuerpo a Perón, ve el primer beso entre la pareja.
Todavía faltan algunas semanas de rodaje -que arrancó a fines de marzo, y se estima que terminará a mediados de agosto- de esta ficción que seguirá el rumbo de un cuerpo sin tumba y la leyenda que se generó alrededor de él. Eva era una verdadera figura política antes de su muerte, y durante 19 años su cadáver se mantuvo oculto, fue profanado y vejado; fue el 3 de septiembre de 1971, tras extensas negociaciones, que fue restituido a Juan Domingo Perón. 30 años después, su historia será contada en pantalla.
Fuente: La Nación