“Hollywood, 1969. ¡Tendrías que haber estado ahí!”, invita la contratapa del primer libro del cineasta Quentin Tarantino. (REUTERS/Mike Blake)
Haciendo, como siempre, las cosas a su peculiar manera, Quentin Tarantino recorrió el camino inverso al que suele prevalecer en Hollywood: en lugar de hacer una película de un libro, escribió un libro a partir de su película Había una vez en Hollywood. Su primera novela, que retoma la historia de la estrella en decadencia Rick Dalton, su doble Cliff Booth, la realeza del cine a finales de los sesenta —Sharon Tate y Roman Polanski— y el clan de Charles Manson y sus muchachas, se parece y a la vez se aleja del film de 2019 que recaudó casi USD 375 millones en la taquilla global y mereció 10 nominaciones a los Oscar, de los que se quedó con dos, entre ellos el de mejor actor secundario para Brad Pitt por su Cliff.
“Hollywood, 1969. ¡Tendrías que haber estado ahí!”, invita la contratapa del primero de dos libros de Tarantino que contrató HarperCollins: el segundo podría ser un volumen de crítica cinematográfica o, según The Guardian, una autobiografía.
Se puede leer la novela sin haber visto la película, pero posiblemente la experiencia sea mejor luego de haberla mirado. Sobre todo porque el gran final cinematográfico de la historia —lo que sucede la noche que las chicas de Manson se disponen al asesinato ritual de Tate— se despacha como una prolepsis hacia la página 100 en un libro de 400, un episodio que convierte a Rick (el personaje que interpretó Leonardo DiCaprio) en un habitué del programa The Tonight Show, de Johnny Carson, y “un héroe folklórico de la ‘mayoría silenciosa’ de [Richard] Nixon”, según escribió el autor.
“¿Qué sentido tendría escribir sobre toda la secuencia brutal de cuando Cliff golpea la cabeza de Katie, uno de los miembros de la Familia Manson, contra cada una de las superficies duras en la casa de Rick?”, pregunta: mejor sería mirar la escena en la cual Pitt y Madisen Beaty hacen exactamente eso. Así que la novela funciona como un spoiler para quien no vio la película: anticipa, por ejemplo, la aparición de un lanzallamas en manos de Rick.
En cambio, el texto despliega un capítulo entero contado desde el punto de vista de Charles Manson, que mandaría al demonio a todas las chicas que lo siguen como a un líder espiritual si la suerte lo convirtiera en estrella de rock. La violencia aparece de manera lateral, la transformación del mundo es un Plan B: el tipo lo que quiere es salir en la tapa de Rolling Stone.
Pero el personaje que más ha crecido por escrito probablemente sea Cliff, cuya vida se impone sobre todas las demás. Si alguna vez Tarantino dijo que quería contar la historia de un veterano de la Segunda Guerra Mundial que regresa a los Estados Unidos y descubre que el cine de industria ya no lo atrae, y que a continuación se convierte en un experto en cine internacional de autor, Once Upon A Time In Hollywood (el título del libro no lleva puntos suspensivos, como el de la película en inglés) es lo más cerca que ha llegado.
Todos los domingos Cliff va al cine a ver una película extranjera, en busca de ese no-sé-qué que se le ha perdido; le gusta Federico Fellini pero cree que tendría que dejar de dirigir a su esposa y variar el casting; Ingmar Bergman lo aburre, François Truffaut no le llega a los sentimientos, Michelangelo Antonioni le parece “un fraude” e Hiroshima Mon Amour, de Alain Resnais, “una mierda”.
Le encanta Akira Kurosawa, excepto por Barbarroja, y su análisis de Trono de Sangre concluye: “No es de extrañar que los críticos estadounidenses hayan embalsamado a Kurosawa con elogios”. Este aspecto, evidentemente, es Tarantino disfrazado: “Cuando se trató de cómo hacer un thriller actual al estilo de Hitchcock para un público alerta, que palpitara como el Swinging London, Roman logró descifrar el código con Repulsión”, opina el doble, por ejemplo.
Cliff es, en la novela, un psicópata hecho y derecho. Cuando se le quita el carisma y la ambigüedad que Pitt le da a su personaje, en el papel o el ebook Cliff da miedo. El texto repite que ha matado a tanta gente en la guerra que en un punto dejó de contar la cantidad y se ha cargado a dos mafiosos en Cleveland sólo para comprobar que, gracias a su estatus de héroe, puede asesinar con impunidad. Parece más un personaje de Reservoir Dogs o de Kill Bill que de Había una vez en Hollywood.
La novela retoma la historia de la estrella en decadencia Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) y su doble Cliff Booth (Brad Pitt) cuando la Familia Manson asesinó a Sharon Tate.
Pero sobre todo —spoiler alert—, la novela rompe el misterio que la película deja alrededor de la muerte de Bobbie, la esposa de Cliff, durante un paseo por el mar. La escena, en realidad, contiene una alta concentración del director de Pulp Fiction: es la más sangrienta y grotesca de las 400 páginas. “Tarantino rara vez deja que se desperdicie un asesinato”, observó The New York Times.
“En un impulso, Booth dispara un arma de caza submarina contra su esposa en bikini, lo cual básicamente la parte en dos. Lo lamenta de inmediato. Durante siete horas sostiene las dos partes juntas mientras ambos recuerdan amorosamente toda su relación”, detalló el periódico estadounidense. “Cuando llega la Guardia Costera y trata de moverla, se desarma y muere”.
También Sharon Tate crece en la novela: el texto se solaza en sus gustos, como los Monkees o Paul Revere & The Raiders antes que los Beatles, a espaldas de su marido híper culto; su desprecio por las fiestas de Hugh Hefner; su historia personal. “Tarantino tiene éxito al recuperarla mucho más allá de la victimización a la cual la ha relegado la cultura popular en las últimas cinco décadas”, destacó The Guardian.
Se puede leer la novela sin haber visto la película, pero posiblemente la experiencia sea mejor luego de haberla mirado.
El periódico británico fue menos amable al aludir al tono de la prosa del cineasta: “Tarantino no es Henry James”, resumió. “Explica de más, se repite y reparte frases hechas para cumplir con las descripciones”. También IndieWire objetó: “Puede que Pauline Kael sea la crítica favorita de Tarantino, pero él no es un estilista de la prosa como Kael”.
En cambio, para el Times el estilo mereció un elogio: la comparación con Elmore Leonard. La novela cuenta una historia y hay que tomarla o dejarla. Dado que “la cultura popular es lo que los Estados Unidos tiene en lugar de mitología”, el diario la toma: celebra su paseo por el viejo cine, la camaradería masculina, la venganza, la redención, la música y el estilo. “Si estuviera mejor escrita, estaría peor escrita”, concluyó.
“Tarantino no es Henry James”, resumió The Guardian su crítica. The New York Times, en cambio, lo elogió comparándolo a Elmore Leonard.
Característicamente, Tarantino no quiso una edición de tapa dura de su libro, así que solamente hay disponible ebook, tapa blanda y edición ultra económica, como los pulp fiction con los que creció. También fiel a sí mismo, su amor por el cine y, sobre todo, por la vieja televisión brilla en la novela más aún que en la película. Y como guiño para sus admiradores se incluyó a sí mismo en el futuro de la niña actriz Trudi Fraser (que Julia Butters interpretó en la pantalla): en 1999 ha crecido y recibe su tercera nominación al Oscar por “la nueva versión que Quentin Tarantino hizo del guión de John Salyes para la epopeya de gángsters The Lady In Red”, la película de Lewis Teague sobre John Dillingher.
Tarantino dedicó Once Upon a Time In Hollywood a su esposa, Daniella, y su hijo, Leo: “Gracias por crear un hogar feliz en el cual puedo escribir”. Acaso eso sea significativo ya que ha dicho que luego de su próxima película dejará de dirigir, y como inversión ha comprado una segunda sala de cine en Los Angeles. Dado su tema, además, la novela está dedicada también a los actores del viejo Hollywood que le contaron historias: Bruce Dern, David Carradine, Burt Reynolds, Robert Blake, Michael Parks, Robert Forster “y especialmente” Kurt Russell.
Fuente: Infobae