-¡Llegaron los payasos! Vamos a bailar -orquestó Sofía, entusiasmada por el regreso de Alegría Intensiva al Hospital Garrahan.
Con sus “trajes espaciales”, cubiertos de distintas capas protectoras, los artistas retomaban la actividad presencial en el ámbito hospitalario.
-A bailar la chacarera -ordenó la nena de 8 años, mientras entonaba el ritmo musical con sus ojos abiertos de par en par.
Todos bailaban y zapateaban al compás de un mundo de fantasía, teñido de una atmósfera de aplausos y agradecimientos.
-Ahora el malambo. Después el grillo y la rana -continuaba dirigiendo desde su cama como si estuviera haciendo zapping con un control remoto.
Guardianes del arte al servicio del encuentro. En noviembre pudieron retornar al Houssay de Vicente López, en marzo al Hospital de Niños Pedro Elizalde y recién en mayo al Garrahan.
Alegría Intensiva. Con el contexto del Covid, los payasos de hospital alegran en un momento sumamente necesario.
“Ser payaso de hospital es crear una nueva forma de expresión para devolverles a los chicos la capacidad de hablar su propio lenguaje que es el juego, activando la imaginación para que no perciban a la internación como un proceso traumático”, define el doctor Mariano Rozenberg, director general y fundador -junto al también médico Andrés Kogan- de Alegría Intensiva.
Se trata de una organización no gubernamental de artistas profesionales que, desde el 2008, busca mejorar la experiencia hospitalaria de niños, niñas y adolescentes, sus padres y madres, y el personal de los hospitales a través del clown y otras disciplinas artísticas.
Romper la distancia con humor
La internación hospitalaria suele ser una especie de confinamiento donde la vida entra en modo “stop”. Con su lógica de aislamiento y soledad, la pandemia ensanchó las barreras del distanciamiento social.
“En marzo de 2020, el anuncio de la cuarentena obligatoria fue un shock que nos obligó a reinventarnuestro proceso de atención y de acercamiento a los pacientes”, confiesa Rozenberg, asumiendo el desafío lúdico y a sabiendas de que la esencia de la profesión no iba a cambiar.
Alegría Intensiva construyó un edificio virtual donde los shows de improvisación en los hospitales se transformaron en piezas audiovisualescolmadas de creatividad. En su cuenta de Instagram (@alegriaintensiva) o en el canal de YouTube (bit.ly/alegriaenred) se pueden ver videos en los que los artistas enseñan a comer una manzana con barbijo o aparecen cantando con un secador de pelo. Cada uno fue construyendo un set de filmación en su casa.
Silvina Sznajder, directora artística de la ONG, refiere que el viraje hacia el universo de la pantalla fue un ping pong de trabajo que abarcó diferentes formas. “A través de nuestras redes sociales creamos videos con distintas temáticas de juego«, dice.
«El Zoomnos permitió realizar videollamadas con los niños internados y también, trabajamos con formatos personalizados a partir del pedido específico de un chico. Son herramientas que llegaron para quedarse”, le cuenta a Clarín y adelanta que están terminando de diseñar una aplicación para dispositivo móvil.
Puentes de encuentro y unión
La era del coronavirus condujo a pensar en actividades virtuales de intercambio y capacitación. “Payaso de hospital, un asunto muy serio” es un evento organizado por la Embajada de Israel en Argentina que aborda la experiencia del payaso de hospital en la internación pediátrica desde la dimensión de las dos naciones.
“La posibilidad de encontrarse ya en una fiesta. Una bocanada de aire fresco que estimula y ayuda a mantenernos activos en nuestro mundo interior para estar al servicio de un escenario frágil”, coinciden los participantes.
El intercambio entre ambas culturas observa diferencias y similitudes que enriquecen el trabajo del payaso de hospital. En ambos rincones, los artistas integran el equipo médico (se desempeñan en forma conjunta y paralela). En Argentina trabajan en duplas artísticas. En cambio, en Israel se lo hace en solitario (consideran como partner al paciente o al mundo exterior) y abarcan otras unidades como el departamento de víctimas de abuso sexual o de quemados.
Pero, el rasgo distintivo más notorio quizá sea que en Israel nunca se interrumpió la presencialidad. Los hospitales consideraron que, ante un contexto de miedo e incertidumbre, la tarea de los artistas era esencial desde un primer momento por lo cual les pidieron que siguieran yendo e, incluso, que aumentaran la cantidad de profesionales.
Sonrisas para la vida
Dream Doctors es una ONG israelí, fundada en 2002, de payasos de hospital terapéuticos que son capacitados para trabajar como parte del equipo médico. Sus miembros adoptaron las reglas y protocolos de cada hospital en una pandemia donde el foco se extendió hacia todo el personal sanitario.
También en Israel. Dream Doctors, el grupo que se creó en ese país en 2002.
“Creo que el arte del payaso consiste en ver al otro, descubrirlo a la altura de sus ojos, para establecer un vínculo de confianza que le sirva de sostén en la recuperación de su salud. No se trata de acomodarse a lo que tengo en mi repertorio, sino de usar mis herramientas al servicio del prójimo para crear un espacio encuentro donde el niño pueda tomar las riendas con su imaginación”, define Javier Katz, maestro de clown, formador de payasos de hospital y uno de los primeros miembros de Dream Doctors.
El tapaboca y la distancia sociale limitaron el registro de los rasgos más sutiles. La falta de expresión facial fue sustituida por la expresión de las emociones con todo el cuerpo o dándole más importancia a lo discursivo. Un espacio diferente.
Detrás de cada máscara, los payasos de hospital están más vivos que nunca. “Hay corona así que no hay exámenes y puedo estar en pijama todo el día”, inventa Katz ante sus interlocutores, dentro de un terreno de juego, para transformar el miedo en sonrisas que ayuden a recuperar la salud.
Con la intención de parecer un ser extraño que no pertenece al mundo de los tratamientos, añade colores, globos y extravagancias a su “túnica blanca”. “Es una manera de endulzar momentos difíciles. La gente está más predispuesta a reírse porque lo necesita para abstraerse del presente”, enfatiza.
Para Isaac Srugo, director del Departamento Pediátrico de Bnai Zion Medical Center, en Haifa, ser payaso de hospital es entrar a otra dimensión, a un cuento imaginable para conectar con lo más profundo del alma. Vivifican la visión más amplia posible de la realidad que nos muestra la naturaleza humana en todas sus manifestaciones”, señala.
Los payasos piden permiso
Ingresan a un cuarto de hospital pidiendo permiso con un gesto o mirada. Saben interpretar cuándo hay que entrar con diversión y cuándo acompañar a la familia con la mera presencia.
La situación de juego comienza con un emergenteque detectan y exploran en cuestión de segundos. «Puede ser desde un cuadro de fútbol hasta el acolchado de la mujer maravilla», señala Rozenberg.
Los payasos de Alegría Intensiva jugando con el personal administrativo del hospital.
-Waka waka, si no te pones la mascara podés contagiar al otro -dice Juan dentro de su cuarto «transformado» nave espacial.
“Desde la ingenuidad, juego a ser un payaso que necesita que le marquen límites para representar el lugar transgresor del chico y que sea él quien me explique y enseñe. No hay que omitir ni hacerse el distraído”, describe Katz.
Incluso, en algunas oportunidades suele buscar premeditadamente que el paciente lo eche de su cuarto para ofrecerle la posibilidad de decir algo y dárselo. “No lo hice reír, pero le ofrecí el control de la situación y la posibilidad de decidir sobre su propio destino”, explica.
Un corazón alegre cura
«¿La tarea artística cura?», suelen preguntarles a los payasos de hospital. Es sabido que un buen estado de ánimo se correlaciona con la salud del sistema inmunológico.
Un estudio a cargo del doctor Kogan y de la doctora Martinitto, médica principal del Garrahan, investigó (entre agosto y noviembre de 2019) cómo se percibe el impacto del trabajo de payaso de hospital de Alegría intensiva en el equipo de salud, familiares, de pacientes y los propios artistas en ese hospital de pediatría. Es el primero en Argentina en evaluar esta temática.
Todos los profesionales encuestados estuvieron de acuerdo en que el arte puede mejorar la calidad de vida dentro del hospital y que se animan a compartir la dinámica del juego.
El 90% de los niños se muestran más colaborativos con los profesionales de la salud, más cómodos con el ambiente hospitalario y se vuelven más activos y conversadores frente a la presencia de los payasos.
Un 95% de los familiares (el 75% integrado por madres) de infantes internados opinó que la intervención de los artistas los ayudó a sentirse más confiados en el tratamiento. El 63% dice que son recordados por los niños cuando no están.
El payaso de hospital es parte de la filosofía para mejorar el mundo. El juego como espacio de encuentro y acercamiento a la vida está impreso en su ADN. Parafraseando a Antoine de Saint-Exupéry, lo esencial es invisible a los ojos.
Fuente: Clarín