En la remota infancia, ¿quién no contempló durante horas las réplicas y restos fósiles de dinosaurios que exhiben los museos? Hace no tanto tiempo, ¿quién no vio varias veces las sagas de Jurassic Park y Jurassic World? ¿Y quién no consumió el merchandising, armó un animal troquelado y/o se detuvo en las “atracciones prehistóricas” de algún parque temático?
Por su tamaño, por las teorías acerca de su extinción y por la ferocidad de los grandes carnívoros -con el T-Rex en el podio de los más temidos-, los dinosaurios generan fascinación.
Seguir las huellas de los seres que habitaban la Tierra en la Era Mesozoica nos lleva a viajar a escenarios naturales de un mundo post-apocalíptico. Y la Argentina es una verdadera tierra de dinosaurios.
Réplica del Patagotitan mayorum en Chubut, el dinosaurio mas grande del mundo (la foto es anterior a la pandemia). Foto Archivo Clarín
Además de los numerosos hallazgos en nuestro país, recientemente se confirmó que los restos del Titanosaurio encontrado en 2014 en Neuquén (Ninjatitan zapatai) se originó hace 140 millones de años, el más antiguo de la especie descubierto hasta ahora.
En tanto, el Patagotitan mayorum hallado en 2013, en Chubut, sería el animal terrestre más grande de todos los tiempos, con 40 metros de largo. Y en el acceso a Trelew hay una réplica en tamaño real imperdible.
A continuación, algunos de los museos, parques y yacimientos paleontológicos más importantes para recorrer la Ruta de los Dinosaurios de Argentina.
Entre paredones rojizos
En La Rioja, el Parque Nacional Talampaya fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 2000 -junto con el sanjuanino Ischigualasto- por proteger algunos de los restos fósiles de los dinosaurios más antiguos del mundo.
El Parque alberga impactantes formaciones geológicas formadas por el viento y el agua durante millones de años.
En más de 200 mil hectáreas de monte, valle y bolsones riojanos, el cañón del río Talampaya y los paredones colorados de más de 100 metros de alto le dieron fama internacional al lugar, donde viven animales -como maras y guanacos- que se adaptaron al ambiente desértico y la gran amplitud térmica diaria.
El Parque Nacional Talampaya, en La Rioja.
Las primeras ocupaciones humanas en la zona se remontan a unos 2 mil años atrás, por lo que Talampaya cuenta con una de las representaciones de arte rupestre más grandes de la Argentina. Sin embargo, aquí vivió una fauna única durante el Período Triásico, y los yacimientos de fósiles tienen una antigüedad mayor a los 200 millones de años.
Esta región se destaca por la notable abundancia de restos fósiles que se alojan entre los paredones de roca, siendo una muestra imperdible de la fauna que vivió en los albores de la conocida “Era de los Dinosaurios”. Y hasta se encontraron los restos de una especie considerada como un pre-dinosaurio, de unos 30 centímetros de largo: el Lagosuchus talampayensis.
Sendero del Triásico, en La Rioja (GI/Viajes).
Atención: el Sendero del Triásico, un circuito con réplicas en tamaño real, que muestran cronológicamente las distintas especies de dinosaurios que habitaban esta zona en la Prehistoria.
Un gran Parque Triásico
Vecino a Talampaya y también Patrimonio de la Humanidad, el Parque Provincial Ischigualasto se encuentra en el noreste de San Juan, a 330 km de la capital provincial y a 75 km de San Agustín del Valle Fértil. Este pueblo se toma como base para las excursiones que permiten el espacio delimitado que es accesible para el turismo.
Conocido como Valle de la Luna, el lugar ocupa 62 mil hectáreas y su importancia radica en el valor científico de los hallazgos paleontológicos, donde se puede observar una secuencia casi completa del Período Triásico (Superior, Medio e Inferior) de la Era Mesozoica.
La estación «Cancha de bochas» en el Valle de la Luna, San Juan.
Es por eso que al recorrer los 40 km del circuito principal de Ischigualasto -esta actividad solo se puede hacer en vehículo y con un guía autorizado- permite espiar la evolución del planeta y dar unos pasos sobre la tierra que pisaron los dinosaurios hace 180 millones de años.
Durante el paseo se hacen paradas en las famosas cinco estaciones: el Gusano, el Valle Pintado, la Cancha de Bochas, el Submarino y el Hongo.
En un suelo de aspecto lunar, con geoformas esculpidas por el agua, el sol y el viento sobre las rocas a lo largo de millones de años, se pueden rastrear las huellas de los reptiles más antiguos y fósiles del Herrerasaurus -un carnívoro que vivió hace 231 millones de años- y del Eoraptor, un carnívoro que medía un metro de largo y 30 cm de alto.
El Hongo, una de las paradas más fotografiadas del Valle de la Luna, en San Juan. Foto Télam
Paleontólogos, antropólogos, geólogos y biólogos suelen trabajar en este territorio árido. En la entrada del Parque, el Centro de Interpretación montado por el Museo de Ciencias Naturales de San Juan presenta réplicas de los fósiles más importantes hallados en la región.
Tierra colorada
La erosión del agua y el viento generó la formación de laberintos, farallones, barrancos y gradas de un rojizo intenso. En San Luis, el Parque Nacional Sierra de las Quijadas ofrece todo su esplendor en el icónico Potrero de la Aguada, un gran anfiteatro natural en el corazón de la sierra.
Parque Nacional Sierra de las Quijadas, en San Luis.
Este árido paisaje, donde transcurrieron casi 125 millones de años de evolución geológica, es un edén para los paleontólogos, quienes encontraron en la región restos fósiles de dinosaurios y reptiles voladores como el curioso Pterodaustro, que tenía las mandíbulas curvadas hacia arriba.
La ruta neuquina
La llaman “Estepa de los Dinosaurios”. Desde el centro de Neuquén hacia el noreste de la provincia, esta región se caracteriza por los grandes hallazgos paleontológicos exhibidos, reconstruidos y/o representados tanto en museos de sitio y temáticos como en parques educativos.
Incluye los alrededores del Área Natural Protegida Auca Mahuida y del embalse Exequiel Ramos Mejía, la gran represa hidroeléctrica junto a Villa El Chocón que fue creada para regular las crecidas de los ríos Limay, Neuquén y Negro. A su vez, abarca Plaza Huincul, Las Lajas, Rincón de los Sauces, la ciudad de Neuquén y Zapala.
Hallazgos en Villa El Chocón, Neuquén.
En Neuquén capital se destaca el Parque Cretácico, el Museo de Geología y Paleontología de la Universidad Nacional del Comahue y el Proyecto Dino, una dependencia científica, educativa y cultural de la Universidad, que tiene como finalidad rescatar de la roca los dinosaurios y otros restos de animales y vegetales que habitaron la zona del Lago Barreales hace 90 millones de años.
“Éste es el único ecosistema terrestre del Cretácico Superior de Sudamérica, y se lo considera un agujero en el tiempo geológico para ver el pasado”, afirman en este yacimiento paleontológico, donde se han recuperado 1.100 piezas fósiles de vertebrados, y alrededor de 300 restos vegetales y otros de moluscos bivalvos.
Museo Carmen Funes. Foto AP
Tres tipos de dinosaurios fueron descubiertos al norte del Lago Barreales: los dinosaurios Saurópodos (los más abundantes en cuanto a restos esqueletales), Terópodos (carnívoros, que se encuentran representados por algunos esqueletos parciales y cientos de dientes) y los Ornitópodos (de pequeño y de mediano tamaño).
En cercanías, Villa El Chocón cuenta con el Valle Cretácico y su bosque petrificado, y el Museo Municipal Ernesto Bachmann y su colección mesozoica, en la cual son de destacar las partes originales del gran dinosaurio carnívoro Giganotosaurus carolini.
En el corazón de la provincia, Cutral Có-Plaza Huincul funda sus principales atractivos sobre descubrimientos paleontológicos. En el Museo Carmen Funes se destaca el herbívoro Argentinosaurus huinculensis.
Paisaje post-apocalíptico
A 28 km de Sarmiento y a 156 km de Comodoro Rivadavia, el Área Natural Protegida Bosque Petrificado Sarmiento es un monumento natural de 300 kilómetros cuadrados con un paisaje de película en Chubut: cenizas volcánicas, cantos rodados y una diversidad de colores impactante.
Área Natural Protegida Bosque Petrificado Sarmiento, en Chubut.
Los grandes troncos petrificados de 65 millones de años eran parte de un antiguo bosque que cubría la estepa actual. Siguiendo los senderos, se ven desperdigados por doquier y convertidos en roca millares de troncos, ramas, astillas y hasta semillas y hojas.
El recorrido cuenta con miradores que permiten observar en toda su amplitud este valle de tonos marrones, rojos y ocres. Y en los profundos cañadones se observan también fósiles de dinosaurios y peces marinos. En el centro de la localidad hay un parque paleontológico con réplicas en tamaño natural de animales prehistóricos.
Los troncos petrificados
Testimonio de un pasado lejano. En Santa Cruz, hace 150 millones de años hubo un gran bosque de araucarias junto con otras especies vegetales. La Cordillera de los Andes no existía aún y en su lugar se extendía el mar, por lo que el clima era más cálido y húmedo. Pero con las erupciones volcánicas que dieron origen a la Cordillera y el cambio de las condiciones ambientales, todo quedó sepultado bajo capas de ceniza y otros sedimentos.
El Parque Nacional Bosques Petrificados de Jaramillo.
En la actualidad, el paisaje que predomina es la estepa patagónica, con sus matas de arbustos y coirones y animales como el guanaco y el choique. El cerro Madre e Hija, que formó parte de un cono volcánico, sirve como telón de fondo para una de las concentraciones más importantes de flora fósil de la Argentina.
Con 78.543 hectáreas, el Parque Nacional Bosques Petrificados de Jaramillo y Monumento Natural ofrece un sendero paleontológico único en la región. Algunos troncos fósiles de araucarias alcanzan los 30 metros y se cree que fueron derribados por vientos de más de 300 km por hora provenientes del oeste y generados por eventos volcánicos explosivos.
Restos fósiles y réplicas en museos
El Museo de La Plata.
-Museo de La Plata. “La Era Mesozoica se conoce como la ‘edad de los reptiles’ por ser el grupo de vertebrados dominante en la tierra y los mares. El Mesozoico se extendió entre los 250 y los 66 millones de años, y durante ese tiempo tuvieron su apogeo los grandes reptiles conocidos como dinosaurios”, explican en el Museo de la Facultad de Ciencias Naturales, cerrado al público por la pandemia hasta nuevo aviso.
En las salas se exhiben varios esqueletos originales y calcos de dinosaurios carnívoros y herbívoros. Y se destaca el calco de un amonite gigante, un invertebrado marino que alcanzó gran diversidad en el Mesozoico.
El Museo Egidio Feruglio (MEF) en Trelew, Chubut. Foto Archivo Clarín
-Museo Paleontológico Egidio Ferugio, Trelew (Chubut). Con más de 1.700 fósiles y numerosas réplicas, el MEF exhibe como una de las piezas más preciadas el fémur del Patagotitan mayorum, el dinosaurio más grande. La entrada general cuesta $ 800.
El Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires. Foto EFE/ Pablo Ramón
-Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, CABA. Exhibe réplicas a escala de fósiles de dinosaurios hallados en la Patagonia. Está cerrado al público general hasta nuevo aviso.
Fuente: Clarín