Con la escena teatral virtualizada también pasaron a emitirse por vía remota las premiaciones. Y ahora, ya pasada la temporada 2020, se completa el círculo: las distinciones virtuales son también para producciones virtuales. Al menos así fue con buena parte de los Premios Atina, de la Asociación de Teatristas Independientes para Niños/as y Adolescentes, que se entregaron el martes por la noche vía Zoom. Se trató de la primera premiación teatral desde que se desató la pandemia.
Al igual que todos los demás premios teatrales, los Atina fueron suspendidos el año pasado. Los Hugo todavía no se entregaron y de los ACE ni noticias. Pero ahora fueron los primeros en volver al ruedo, recuperando la distinción de las producciones presenciales de 2019 y “aggiornándose” a las circunstancias con una premiación a las obras especialmente gestadas para su representación virtual. Convirtiendo la adversidad en una oportunidad, se amplió a toda América Latina la convocatoria para estos galardones a la teatralidad digital dirigida a chicos y adolescentes, fortaleciendo así la red internacional que Atina teje desde 2005.
Los premios Atina tienen tradicionalmente la característica singular de no elegir al mejor en cada categoría, sino de distinguir en cada uno de los rubros escénicos a tres o cuatro labores destacadas. Así fueron premiados entre las obras presenciales de 2019 por su dramaturgia Liliana Bodoc por Yo, el espejo africano; Mariano Cossa, por Chocolate por la noticia; Emiliano Dionisi, por Recuerdos a la hora de la siesta; así como Dennis Smith, por Boyscout, una obra sobre el bullying dirigida a público adolescente.
Y como mejores espectáculos para niños se premió a Mundo Bilina, una producción conjunta de la Compañía Nacional de Fósforos, la Compañia Omar Álvarez y el grupo Arde la Nona, junto con Pegamundos, del grupo Ligeros de Equipaje, y Recuerdos a la hora de la siesta, la obra que con once distinciones se erigió por lejos como la más destacada de la temporada 2019. Fue distinguida también por las interpretaciones de Lucía Baya Casal y Andrea Lovera, la dirección de Dionisi, la música de Martín Rodríguez, la escenografía de Gonzalo Córdova, el diseño de títeres de Román y Walter Lamas, el vestuario de Marisol Castañeda, la coreografía de Alejandro Ibarra y la producción del Teatro San Martín.
“Esta obra impacta por su calidad integral en todos sus aspectos“, dijo en nombre del jurado Nora Lía Sormani. “La multiplicidad de lenguajes en la escena se potencia con una labor de investigación muy profunda que hizo Emiliano Dionisi para lograr un trabajo muy, muy sutil con los hipertextos de la obra de María Elena Walsh. Es un homenaje que el teatro le brinda a las infancias, simbolizado en la figura de esta gran mujer y artista que es María Elena.“
Héctor Presa, director de La Galera Encantada y uno de los presentadores de la premiación, destacó que en el caso de Recuerdos a la hora de la siesta se había dado “un hecho nunca antes sucedido, de importancia impresionante porque una valorización del teatro para chicos“, al poner el San Martín a disposición de la obra tanto al Grupo de Titiriteros como al Ballet Contemporáneo.
Las distinciones a las producciones virtuales fueron en tanto no por rubro, sino a la propuesta global. De las 84 obras que se presentaron para la evaluación de un jurado especializado en producciones virtuales fueron galardonadas ocho, provenientes de México, Perú, Uruguay y Argentina. Las locales premiadas fueron Una de fantasmas, de la Compañía Urraka, La música de Vigilio, del elenco Chochas Club, y El arte de dividir, de la Compañía Tres Gatos Locos, sobre otra obra de la recordada Liliana Bodoc.
“Hacer esta obra virtual durante lo más duro de la cuarentena fue un acto catártico vital para nuestra subsistencia creativa, psicológica y grupal“, dijo Galileo Bodoc, director de El arte de dividir. “Pero a nivel laboral el territorio de la virtualidad es estéril y escaso para los hacedores del teatro. La situación de las y los trabajadores del quehacer teatral es muy severa. Necesitamos con urgencia reconstruir y adaptar los dispositivos teatrales, por supuesto con los protocolos necesarios para cuidarnos entre todos y todas“, agregó sintetizando las ansias generalizadas de los participantes de la premiación por el retorno al teatro presencial. “Para un arte que se caracteriza más que ninguna otra cuestión por el hecho de ser y ocurrir en presente junto al cuerpo y frente a la mirada de los espectadores, el aislamiento resulta fatal“, resumió Galileo Bodoc el sentir de los teatristas premiados por Atina.
Susana Romo, directora de la compañía mexicana A la deriva, premiada por su espectáculo virtual para la primera infancia Nantli, la tierra espera, expresó este deseo a partir de un símil con el argumento de la obra: “Nantli es una propuesta que teje a la maternidad y a la siembra: un grupo de mujeres le canta a la luna para que un bebé y una cosecha lleguen. Seguir adelante en estos tiempos tan complejos fue un canto a la luna que hicimos todos en el equipo, esperando que la salud y la luz llegaran pronto. Ese canto a la luna lo hacemos hoy juntos“, dijo dirigiéndose al centenar de rostros de teatristas que se repartían sobre la pantalla de la ceremonia virtual.
Fuente: Juan Garff, La Nación