Pocos músicos han logrado, como Pat Methenycombinar calidad con cantidad, compatibilizar excelencia con masividad, sintetizar complejidad con simpleza y conjugar pasado y futuro en un presente continuo perfecto.
El guitarrista, nacido hace 66 años en Lee’s Summit, una ciudad de Misuri a poco menos de media hora de auto de Kansas City, lleva acumulados desde su debut discográfico, en 1976 con Bright Size Life, cinco decenas de álbumes publicados y 20 Premios Grammy ganados.
Distinguido como el único artista premiado por la Academia de la Grabación en 10 categorías distintas, Metheny atesora además menciones y reconocimientos de instituciones del ámbito académico y medios especializados, al mismo tiempo que una respuesta del público un tanto inusual para alguien catalogado como un «músico de jazz»
Pat Metheny lleva publicados 50 álbumes, entre los grabados en estudio y en vivo, que le reportaron 20 premios Grammy. Foto Prensa – Jimmy Katz
Lo cierto es que, tanto con las diferentes formaciones del Pat Metheny Group como con los distintos dúos, tríos y cuartetos que armó desarmó a lo largo de su extensa trayectoria, y también en su plan solista, el hombre se encargó de cultivar un sonido propio que frecuentemente trasciende las fronteras del género.
En ese devenir, el guitarrista compartió su música con artistas como Jack DeJohnette, Ornette Coleman, Charlie Haden, Jim Hall, Jaco Pastorious, Pino Daniele, Noa, Ron Carter, Brad Mehldau, Milton Nascimento, John Scofield, David Bowie y, por supuesto, con nuestro Pedro Aznar.
Acaso sea esa diversidad una de las características que más identifica el desarrollo de una carrera que él mismo se encarga de definir como «un continuo muy personal», en el que, tal como decía a Clarín un año atrás, no distingue «entre uno o tal otro periodo, entre una banda o tal otra».
«No veo el final de nada; sólo comienzos y expansiones. Cada uno de los entornos estéticos que fui creando a lo largo de los años son diferentes versiones de mi sensación de lo que la música puede ser, de lo que una banda puede ser…», decía Metheny en marzo de 2020.
Faltaban entonces pocos días para lo que debió haber sido una nueva visita suya a la Argentina, que debió ser postergada para los próximos 11 y 12 de diciembre, en el Gran Rex, debido a las restricciones impuestas como consecuencia de la pandemia de coronavirus.
Ahora, Pat atiende desde algún lugar cercano a Nueva York, donde transita este tiempo de reapertura, después de haber atravesado el momento en el cual el virus atacó con más fuerza instalado en el centro de la ciudad, que aportó casi 33 mil muertes a la estadística nacional.
«Es realmente un año terrible. Tanta gente sufriendo, de muchas maneras», advierte Metheny, que apunta que en su caso y en el de su familia más cercana, todos están aislados, pero «afortunadamente muy bien».
Aunque enseguida hace hincapié en su entorno más amplio. «Para la comunidad musical es realmente muy difícil. Y aún sigue siendo así. No hablo sólo de los músicos, sino de todo lo que rodea la música. Equipos de trabajo, promotores, la gente que trabaja en los lugares en los que tocamos. Todos se detuvo», agrega.
El guitarrista insta a que todo aquel que pueda se vacune, para volver a la ruta cuanto antes. Foto REUTERS/Vincent West
El músico lo define como un tiempo distinto, que invirtió «practicando, escribiendo un montón de música» y haciendo todo lo posible y lo mejor para disfrutar el tiempo con sus tres hijos -de entre 21 y 11 años-, con quienes, aclara, no siempre dispone de tanto tiempo para compartir.
«Y lo que trato de hacer, es de transmitirle coraje a todos para que se vacunen. Yo ya tuve mi primera aplicación, y estuvo muy bien. Si todos lo hacemos, podremos volver a nuestras actividades», advierte Metheny, quien lejos de quedarse quieto, en marzo de este año publicó un nuevo álbum.
Y tomando sus propias palabras, Road to Sun marca, precisamente, una nueva expansión en la carrera de Metheny, quien por primera vez asume el rol de compositor de dos piezas escritas para guitarra acústica, interpretadas una de ellas por su colega estadounidense Jason Vieaux, y la otra por el Los Angeles Guitar Quartet.
A diferencia de toda su obra anterior, Pat sólo toca en el el tema que cierra el disco, que consiste en un arreglo para guitarra de 42 cuerdas de Für Alina, del compositor estonio Arvo Pärt.
Cómo entender el mundo a través de la música
-Mencionaste a tus hijos. ¿Alguno de ellos comparte con vos la vocación por la música?
-Sabés, todos ellos podrían ser músicos. Pero me parece que tienen tanta música alrededor, que no sienten el deseo de serlo. Creo que les gusta escuchar, pero no veo que ninguno de ellos tenga esa obsesión de dedicar 20 horas por día a practicar.
Ahora realmente entiendo por qué mis padres estaban preocupados conmigo, cuando tenía 12 o 13 años. Porque yo pasaba cada minuto que podía tratando de entender la música; y poco después, cuando tenía 14, empecé a trabajar en los alrededores de Kansas City.
Pero recién ahora me doy cuenta de qué chico tan raro era, y por qué la gente estaba algo asustada conmigo.
-La pregunta, entonces, es si te sentías feliz haciendo eso.
-Sí, claro. Y ahora es lo mismo. ¡Es una manera tan increíblemente excitante y maravillosa de transitar la vida, entendiendo la música y estrechando el vínculo con ella cada vez más! Es difícil ser músico. Es duro ser un buen músico. En varios aspectos, es una de las cosas más difíciles que uno puede elegir hacer en la vida.
Pero, por otro lado, yo aprendí todo a través de la música. Cuando comencé a tocar, no hacía ninguna otra cosa. Esquivaba la escuela. En muchos aspectos, se podría decir que era un iletrado. Pero también puedo decir que aprendí matemáticas, ciencias, historia y todo lo demás a través de la música.
Entre los muchos músicos con los que Pat Metheny sintonizó a lo largo de su carrera, se cuenta el genial contrabajista Charlie Haden. Foto EFE/Juan Herrero.
-Todos cambiamos con el paso del tiempo: crecemos, algunos maduran, nos convertimos en padres, madres, sufrimos pérdidas, cambiamos… ¿Cambió el lugar que ocupa la música en tu universo personal?
-Como en la música, la cuestión más importante en la vida es el balance. Y la música es un increíble maestro, en ese sentido. Si vivís la vida como un músico, vas a entender rápidamente que si hay demasiado de esto, algo de lo otro va a sufrirlo.
Tenés que encontrar siempre la medida exacta de la proporción; y eso es un ejemplo para mí. Encuentro que lo puedo aplicar a lo que sea. Quiero decir, la frontera entre ser un músico y todo lo demás cada vez existe menos. Trato de hacer todo como si fuera música, y de ser dentro de la música como lo soy fuera.
Es lo mismo. Se trata de intentar abordar cada cosa en el momento en que está sucediendo. En ese sentido somos como músicos que improvisan. Es lo que se supone que deberían poder hacer, vivir cada momento como está sucediendo.
Pero también es verdad que es difícil para mí encontrar músicos que realmente lo puedan hacer.
Pat Metheny y el cantaor granadino Enrique Morente; una muestra de la diversidad estilítica abordada por el guitarrista. Foto EFE-Juan Ferreras
-¿Por qué?
-Porque si vamos a salir de gira para hacer 100 conciertos, yo necesito que me puedas contar una historia diferente cada vez, y al sigas conectado y en el marco de las expectativas musicales que uno tiene.
Es difícil poder hacer eso. Particularmente, inventar una historia nueva cada noche y hacer que sea real todo el tiempo. Entonces, hay muchas cosas en eso de vivir la vida como un improvisador. No hay diferencia.
Más allá de los géneros y las fronteras
-¿Elegir músicos de diferentes partes del mundo te ayuda, para encontrar esa diversidad y poder decir distintas a través de la música?
-Honestamente, los países y los géneros de la música no tienen ningún significado para mí. Cuando la gente me habla de distintos tipos de música y relacionan a los países con tal o cual tipo de música, mis ojos se me van para arriba, porque es más una discusión política o cultural. Y la música está más allá de eso.
Y aún en las discusiones a nivel político o cultural, todos están enfocados en los últimos 50 años, en los últimos 200 años u 800 años. ¿Y qué pasa con lo que había 400, 500 o 600 mil años atrás, cuando ya había humanos como nosotros? ¿Qué pasa con eso?
Para mí, cuando pienso en música, todo gira más en torno a eso que a las circunstancias más inmediatas. Recuerdo mi primer ensayo con mi banda actual; miro alrededor y Antonio es de México, Linda es de Australia, Gwilym, de Inglaterra…
Honestamente, en ningún momento me di cuenta de que yo era el único estadounidense. ¡Y era el primer ensayo! Es una cuestión, esa, que en cualquier lista de prioridades de la gente que conozco ocuparía el lugar 29.
Para mí, cuestiones como la nacionalidad del músico son realmente incidentales, según el tipo de equilibrio del que hablaba antes. Tiene más que ver con esta sensación más amplia de ser.
Cuando pienso en la comunidad de músicos en al que me muevo, artistas como Chris Potter, Christian McBride… Herbie es un ejemplo de eso; Chick (Corea) lo era. Cualquiera de nosotros podría tocar con una Filarmónica una noche y la noche siguiente ir a tocar Beyoncé.
Eso me atrae: encontrar artistas que entiendan realmente cómo funciona la música y que puedan filtrar ese entendimiento a través de un prisma muy personal, de quién es cada uno.
Eso puede contener aspectos del país del que provienen. Pero, en realidad, está filtrado por su sentido de la humanidad. Creo que eso trasciende las fronteras de géneros o cosas por el estilo.
Ahora, compositor
-En Road to the Sun, por primera vez te ubicás en el rol de compositor y no de intérprete; de algún modo es como poner tu propia creación en otras manos, y enfrentarte a ella desde fuera. Desde otro punto de vista. ¿De dónde surge la idea de hacer el álbum en esos términos?
-Mi vida hasta ahora fue siempre con la guitarra en la mano, como un improvisador o lo que sea. Hasta ahora siempre fui el líder de la banda o el «conceptualista», si hay un nombre para eso. También escribí el 90 % de las notas que íbamos a tocar, elegí a los miembros de la banda…
Mi punto fuerte siempre fue buscar gente que es muy buena en lo suyo. Quiero estar rodeado de grande músicos, para ver si puedo escribir una puñado de cosas solamente para ellos. Inclusive, en esa cosa conceptual, vas viendo que un músico es buenísimo en esto y no tanto en esto otro; y que otro es bueno en aquello y no en esto.
Mi objetivo es que para el público siempre alguno de los músicos sea su favorito, y que cada músico sienta que es el líder de la banda. Ese sería mi objetivo máximo. No es algo fácil de lograr.
Pat Metheny y el Los Angeles Guitar Quartet, que grabó una de las suites incluidas en «Road to the Sun». Foto Prensa – Tara Stuart
Yo he escrito muchas notas, durante muchos años, para grandes músicos. Generalmente, era al servicio de crear un ambiente para luego improvisar, dejando de lado un montón de material escrito. En cambio en este caso, se trata sólo de interpretar del material escrito.
-Algo completamente distinto a lo que hiciste hasta ahora.
-Sí. Es gracioso que me haya tomado 60 y pico de años llegar a este punto. Improvisar es, en algún punto, una reacción en contra de eso. Pero al mismo tiempo, nunca vi una cosa excluyera a la otra. Pero si hay algo que quiero es que mi historia se vea como un continuo.
Que sea abordada como una sola cosa que pueda incluir cada nota que escribí para cada músico, como en este caso, o discos como Zero Tolerante for Silence, o Song X. Nunca entendí por qué esas cosas no pueden coexistir.
-¿Qué tan difícil fue encontrar un balance entre tu idea original y la libertad de los músicos que elegiste, para mantener la frescura de cada pieza?
-La idea del cuarteto de guitarras es algo que está presente desde hace tiempo, y que se hizo realmente popular a través de Pepe Romero y sus hijos. Pero el Los Angeles Guitar Quartet es más parecido al Kronos Quartet, en el sentido de pedir a un montón de compositores que escriban música exclusiva para ellos.
A mí me lo pidieron unos 20 años atrás, pero siempre estaba ocupado con mis propios proyectos. Y de golpe, durante una época de descanso, un día muy temprano en la mañana, antes de que la gente se despertara, que es cuando me gusta trabajar, apareció la idea del primer movimiento.
Jason Vieaux, el guitarrista que hace de lo simple algo grandioso, y del que Pat Metheny se declara fan. Foto Prensa – Tara Stuart
Para el final de las vacaciones tenía escritos 30 minutos de música. Después, pasaron varios años, porque lo tuve que meter como a presión entre otros proyectos, para terminarlo y pasárselos.
-¿Lo trabajaron juntos?
-Fue difícil. Tuvieron que practicar un montón por su cuenta, hasta que finalmente pasé un tiempo con ellos, haciendo toda la clase de cosas que normalmente haría con mi banda.
Cuando estuvo listo, fuimos directamente a grabarlo. Después, al verlos tocarlo en vivo, escuché algo totalmente distinto. Lo cual es buenísimo. Se supone que es lo que tiene que pasar.
-¿Y con Jason?
-Con Jason fue igual. En su caso, escribí para él porque soy un fan suyo. El puede tocar un material muy simple, y hacerlo sonar grandioso. Lo que no es necesariamente habitual.
-Suele ser más difícil que lo contrario, ¿no?
-Sí. De hecho, puedo encontrar 100 personas que pueden poner un montón de notas en un solo pero a veces no puedo encontrar a nadie que toque un buen solo en Farmer’s Trust. Y lo que yo quiero es alguien que pueda hacer ambas cosas. Es muy difícil encontrar gente que pueda tocar simple.
Y en el mundo de la guitarra clásica, tocar algo simple y que pueda tener un significado es un desafío. Y Jason lo consigue.
–Road to the Sun, Letter From Home, From This Place, Travels, Passaggio per il paradiso… En muchos de los títulos de tus temas aparece la idea de la distancia, del viaje, de ir de un lado a otro. ¿Es muy errado pensar tu música como una especie de road movie?
-Dejame decirte ante todo que los títulos, para mí, son muy difíciles de decidir. Y mirá que tengo como 500, ya. A veces me toma mas tiempo encontrar el título de un tema que escribir la música. ¡Jajaja! Mi hija es muy buena en eso. Pero vos imaginás lo del viaje, y es verdad.
Nací en un pueblito de Misuri, y pasé los primeros cinco o seis años de mi vida en una casa en la la que mi habitación estaba literalmente a 10 metros de las vías del Missouri Pacific Railroad, que es la línea ferroviaria que atraviesa el país de la cosa Este a la costa Oeste.
Los primeros cinco años de mi vida, durante 20 de las 24 horas del día sonaba o pasaba algún tren a 10 metros de mi cabeza. Y desde que dejé Misuri, viajar es todo lo que hice.
Sería entonces como una yuxtaposición de las dos o tres realidades que forman mi tiempo. El iempo que me rodea.
-¿Qué aprendiste de la experiencia de haber hecho Road to the Sun?
-Me resulta difícil separarlo de lo demás. Para mí, todo es una gran canción. Desde el principio, incluido The Sign of Four o Bright Size LIfe y todo el material de distintas bandas. Es todo una sola cosa, dividida en diferentes capítulos con personajes -algunos de ellos muy coloridos- a los que invité a que entraran a ese mundo.
Pero veo siempre todo como una historia continua que puede ser vista desde diferentes ángulos. Este ángulo, el de Road to the Sun es realmente distinto. Pero el mensaje, o la lección que saqué de esto, es que mi música es esta cosa consistente que no puedo romper en pedazos, hablando de una parte sin hablar de la otra.
Puede haber gente que prefiere los tríos, otros alos que les gusta la banda, otros a quienes no les gusta The Sign of Four… Y está bien. Pero para mí, lo importante es que todo va junto. Que no hay esto o aquello, sino ambos.
Si pienso en los viajes, en todos los lugares en los que he estado, en la gente que conocí; los veo a todos ellos y a nosotros como una sola cosa. Me gusta esa idea de lo que significa estar en este planeta estar conectados. Siempre estoy tratando de buscar la parte de la conexión entre las cosas.
-¿Eso quiere decir que podrías incluir estas piezas en tus conciertos?
-Me gustaría tocar todo, en cada concierto. Sería grandioso. Pero no se puede. Yo suelo siempre estar moviéndome hacia lo que viene, pero esta vez es distinto.
Es la primera vez, en muchos años, que junté un grupo de personas con las que empecé a tocar la música más vieja. Y realmente lo disfruto. Así que espero que seguir haciéndolo, y no estoy diciendo si volvemos, sino cuando volvamos a tocar allá.
Fuente: Clarín