Ni Broadway ni el West End ni la avenida Corrientes resistieron los estragos que la pandemia ocasionó en los escenarios y en las marquesinas de todo el planeta. A pesar de que se canceló la actividad en Madrid durante algunos meses, en junio se cumplirá un año desde que esta expresión, pese a diversas olas del virus –y también polares– funciona, crea, propone y recibe a su público. El teatro español vive un momento de esplendor: dramaturgos y directores de excelsa calidad, artistas de sólida formación, producciones privadas y el respaldo estatal impulsan este óptimo momento que se resiste a bajar el telón.
El 14 de marzo de 2020 se hizo efectivo el estado de alarma en España y el país se paralizó, mientras los habitantes se recluían con desconcierto en sus hogares. Esta medida excepcional decretada por el presidente Pedro Sánchez atravesó la primavera y se extendió hasta el verano. Junto con la voluntad de que los niños regresen a las aulas, la cultura fue abrazada por el Gobierno nacional (a través de una coalición entre el Partido Socialista Español y Unidas Podemos), por el de la Comunidad de Madrid (Partido Popular) y por Felipe VI. Los Reyes acudieron a las Naves del Matadero el 12 de junio, junto con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en un acto que buscaba transmitir el mensaje de que la cultura es segura. Cinco días después, en los Teatros del Canal, se inauguraba el Festival Madrid en Danza y los Reyes y las infantas a asistieron a la cita. Algunas semanas después se inauguraba el festival de artes escénicas Los veranos de la Villa y paulatinamente se iban sumando salas y propuestas.7Ads by
Natalia Menéndez, directora y autora, y además la directora del Teatro Español y las Naves del Matadero [cinco espacios en total], reflexiona sobre este impulso de abrir los teatros donde las autoridades dejaron sus diferencias de lado: “La voluntad política fue clara y decisiva para que esto sucediera: Ayuntamiento, Comunidad de Madrid y Estado estuvieron en contacto, buscando acuerdos, alentados por asociaciones de profesionales del mundo escénico, empresarios privados y direcciones de los teatros institucionales. Entre todos hemos aportado y hemos colaborado para que se produjera la reapertura. Fuimos viendo que gran parte del tejido económico se iba reactivando de nuevo; era necesario. El teatro llegó un poco más tarde; debíamos encontrar el procedimiento más seguro, adaptarnos a las medidas de precaución y prevención que nos exigía y exige esta pandemia”, dice a LA NACION la directora de este complejo que subió el telón en septiembre pasado. Según la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España de 2019 el consumo nacional destinado a entradas de teatros creció 5% con respecto al anterior período analizado, en 2014.
Una mesa de diálogo, integrada por representantes de la comunidad madrileña y empresarios teatrales, definió los protocolos y las fases de la desescalada. Hace algunos meses sonaba ridículo acudir a las salas con barbijo, pero esta medida ha demostrado ser un aliado del público. Sí se desestimó la idea de ingresar con guantes de látex a los teatros [como exige, por ejemplo, en Madrid, una famosa empresa de tecnología a sus clientes]. “Estuvimos seis meses cerrados, estudiando la mejor manera de volver a abrir las salas desde un lugar seguro para todos, compañías, personal de los teatros y, por supuesto, espectadores. La reacción fue inmediata. Al abrir, el público acudió a nuestras salas con prudencia, adaptándose a los requerimientos. Han pasado otros seis meses desde entonces y si algo tenemos claro es que no hay posibilidad de relajarse con respecto a la pandemia. Tampoco podemos hacerlo con el tejido teatral que ha sufrido un duro golpe. Paciencia, pero teatro también”, opina Menéndez.
El sector oficial continuó exhibiendo sus propuestas y a sus creadores, aquellos artistas impecables que han puesto al teatro español en lo más alto de la escena mundial. El bar que se tragó a todos los españoles, de Alfredo Sanzol, que se estrenó en el Centro Dramático Nacional, una pieza de tres horas de duración, será, sin lugar a dudas, un clásico del teatro español.
Para el sector privado el funcionamiento de las salas funcionado con un tercio de la capacidad de espectadores no resultaba viable [hoy el aforo permitido en Madrid es del 75%]. El Rey León, por ejemplo, un éxito ininterrumpido de Gran Vía desde hace más de una década, aún no ha regresado al escenario del Lope de Vega. “La evolución de la pandemia, las diferentes medidas sanitarias aplicadas por cada comunidad o ciudad autónoma, las limitaciones de movilidad, o las restricciones horarias, no nos facilitan mantener el calendario de funciones previsto por lo que hemos decidido cancelar todas las funciones programadas del musical”, expresaba Yolanda Pérez Abejón, directora general de Stage Entertainment España, en un comunicado dirigido a su público que culminaba con un esperanzador “¡Volveremos!”. Pareciera ser que será octubre –cuando ya se haya alcanzado el 70% de la inmunidad de rebaño en el país– la fecha en la que se reprogramarán los grandes espectáculos, como por ejemplo Billy Elliot, en Barcelona.
Madrid es una ciudad amigable en materia de seguridad, de transporte público, de vida nocturna y es dueña de una amplia oferta cultural, no solo con sus variados museos que albergan tesoros, sino también con su oferta teatral. Radicado en España desde 2017, donde fue convocado para estar al frente de la orquesta de Billy Elliot y West Side Story, fue el director musical de Yo soy el que soy y actualmente trabaja en la producción del estreno de Matilda Este eximio director musical argentino analiza este fenómeno: “Madrid, en los últimos 15 años se transformó en un epicentro muy importante de la cultura teatral europea. Hoy es la capital mundial del teatro musical en castellano. El folclore de juntarte con amigos, de ir al teatro y salir a tomar algo está arraigado en el ADN del madrileño, algo que no ocurre en todo el país”. Goldman no solo participó de producciones privadas en España y se refiere al modo en el que se trabaja en plena pandemia: “El empleado teatral que trabaja en un teatro oficial se toma muy en serio las medidas. Los protocolos se respetan muchísimo y hubo una gran respuesta, con responsabilidad a los protocolos por parte del público, de los empleados y de los artistas. Así lo viví cuando hice Histeria del arte, en los Teatros del Canal, dirigida por Zenón Recalde”.
A través de un Real Decreto-Ley, el Gobierno anunció una partida de 38 millones de euros en junio pasado para evitar el estrepitoso ocaso de un sector vulnerable a causa de los contratos temporales y de un negocio plagado de incertidumbres. No todo es color de rosas. El Centro Dramático Nacional, que depende del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música(INAEM), demoró un mes el pago a sus empleados y artistas como Ramón Berea, que renunció a Shock (el cóndor y el puma) en señal de protesta. Algunas salas cerraron sus puertas, como la prestigiosa Pavón Kamikaze, sin embargo este emprendimiento ya había tenido, antes de la pandemia, algunos temblores económicos, a pesar de los subsidios que recibía esta sala independiente.
El leitmotiv que recuerda que la cultura es segura impregna al espectador de teatro y de cine. Antes de la proyección de cada película en las salas madrileñas, un spot oficial comunica a los espectadores que no hay riesgo de contagio, si se cumplen los protocolos. La industria audiovisual en España atravesaba antes de la pandemia un momento de gloria (Santiago Segura es el “rey Midas” indiscutido). En junio pasado se reanudaron las producciones de series y películas y también volvieron los espectadores a las salas. Si bien se demoró en recuperar la afluencia del público, Tenet, de Christopher Nolan, irrumpió con buena acogida y actualmente se habla de un milagro de recuperación con Trolls y el reciente estreno del tanque Godzilla vs. Kong. Los premios Goya, conducidos por Antonio Banderas, respaldaron en febrero último a esta industria. La consigna fue, en una ceremonia sobria y elogiada, que la cultura no debe detenerse. Tampoco, y a pesar la pandemia, se suspendieron los Max, el galardón que reconoce a las mejores producciones escénicas, que tuvo su gala televisada el pasado 7 de septiembre.
Y además del leitmotiv, también están los hechos. En los Teatros del Canal, por ejemplo, en las 300 funciones que ha realizado desde junio pasado, con una convocatoria de 70.000 espectadores, no se ha registrado ningún brote. La consejera de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera de la Cruz (Ciudadanos) elogio a este complejo semipúblico: “Los Teatros del Canal han sido el mejor banco de pruebas para asegurar que la cultura es segura”.
Además de protocolos efectivos, es necesario tener capacidad de reacción ante alarmas. El próximo lunes el Teatro Real estrena Peter Grimes, de Benjamin Britten, la coproducción europea más importante desde el inicio de la pandemia. La Royal Opera House, la Ópera de París, el Teatro de la Ópera de Roma y el Teatro Real crearon este espectáculo cuya presentación a la prensa iba a realizarse la semana pasada, pero esta cita fue reprogramada, aunque no su estreno. Aunque no hubo ningún brote dentro de la amplia compañía se detectaron casos de Covid y se actuó de modo veloz para evitar la expansión: “Los eventuales casos positivos han sido inmediatamente aislados y se ha procedido a su estrecho seguimiento. Así lo han determinado tanto la Comunidad de Madrid como el Servicio de Prevención de Quirón”, precisaba el comunicado de prensa del Real que brindó tranquilidad a sus fieles espectadores. No se trata solo de las representaciones, sino que apostar por el teatro exige también ser cuidadoso con los ensayos. Peter Grimes es realizada por 250 personas y este hecho obligó a tener que suspender los ensayos de otras obras y a reorganizar toda su actividad para crear esta “burbuja”.
No todas las comunidades autónomas llevaron a cabo esta misma apuesta por el teatro. La genial Silvia Abril, que acaba de estrenar El éxito de la temporada, en Madrid, contaba en El Hormiguero cuán difícil había sido esta misma experiencia en Barcelona, donde las restricciones horarias y los criterios de movilidad para contener el virus habían sido más férreos.
Madrid ofrece museos, deliciosa gastronomía y también espectáculos. La vitalidad del teatro español, rico en propuestas, autores, realizadores y estéticas, sumado a un público que comienza a crecer con cada temporada, y del apoyo político, de todos los colores e ideologías, lograron que las salas madrileñas se conviertan en un caso único en este contexto trágico. Su fama es envidiada en otras capitales europeas. Madrid es hoy protagonista indiscutida de la escena mundial, un caso único, ovacionado de pie
Fuente:Laura Ventura, La Nación