“Dejá que yo pago”, “¿dividimos la cuenta?”, “quiero que todo sea mitad y mitad, para que nadie le deba nada al otro”, “¿me das?”, “lo mejor es tener un fondo común”, “tomá, vos encargate de la plata”, “¿cuánto gastaste?”, “no me alcanza”, “los dos tenemos que trabajar”, “parece que no sabés cuánto me cuesta conseguir todo este dinero”, “yo siempre escondo algo de dinero sin que mi pareja sepa”, “lo mejor es que cada uno tenga lo suyo”, “dejá, vos ocupate de los gastos nada más”, “mirá que este departamento me lo dio mi familia, si no te gusta te vas”, “yo no sé cuánto gana mi marido, mientras el dinero alcance”, “yo le doy plata para que se compre lo que quiere, así no me jode”, “¿nunca te alcanza lo que te doy?”, “¿en qué gastás?”
Estas frases grafican conversaciones habituales en las parejas de hoy en día; son solo un recorte de diferentes situaciones que atraviesan las mismas; el dinero a lo largo de la historia significó poder para quién lo tenía, y sometimiento por parte de aquellos que no.
El dinero siempre generó conflictos -y sobre todo si vivimos en países con tantos altibajos económicos-, ¿cómo el manejo de dinero dentro de una pareja no va a generar discordias y entredichos?
En la configuración elegida y acordada, lo importante es que ninguna de las partes se sienta sometida al otro. Foto: ilustración Shutterstock.
Relaciones de poder
Para observar cómo es el funcionamiento de esta temática en la pareja, lo primero es comprender que cada persona ha recorrido su historia con el dinero de diferentes maneras y en diversas circunstancias: quizás han tenido muchas privaciones en su infancia y hoy cuidan mucho sus gastos; puede ser todo lo contrario, que hayan tenido una vidas acomodadas y el dinero nunca fue un problema, por poner algunos ejemplos.
Lo cierto es que al encontrarse cada uno con sus vivencias en relación al dinero, tendrán que conseguir la manera más saludable y justa para ambos para sentirse tenidos en cuenta y comprendidos en sus posturas.
Preguntar a una pareja que acude a una psicoterapia acerca del manejo del dinero resulta casi tan enriquecedor para conocer el vínculo en profundidad, como una resonancia magnética para la medicina: partiendo de esa pregunta podemos comprender sus interacciones, los roles que desempeñan y los juegos de poder que se dan entre ellos.
Aunque una pareja, desde su significado, justamente implique la búsqueda de estar parejos, esa igualdad es algo a lo que todos apuntamos, pero que resulta difícil de sostener: siempre habrá alguien que en algunas cuestiones sea el que tome el mando (ya sea por sus características o porque así se den las cosas al distribuirse los roles), y esto no tiene nada de malo, en la medida que no produzca sufrimiento.
La cuestión se complica realmente cuando esos roles se ejercen desde el poder y condicionan al otro y es desde allí que el manejo del dinero toma mucha relevancia, porque puede ser verdaderamente un arma con el cual someter y controlar al otro: “Si yo soy el que proveo y vos dependés de mí, entonces yo decido cuándo y cuánto te doy”.
¿Cuántas personas viven sometidas en silencio teniendo que dar demasiadas explicaciones, como si tuvieran que justificar el gasto, aunque el mismo sea para víveres del hogar o para cosas básicas como la ropa interior?
Acordar sobre la organización financiera no es tarea sencilla. Foto: ilustración Shutterstock.
Causa de divorcio
En la actualidad muchísimos matrimonios se están divorciando, y una de las causas frecuentes de esa ruptura tiene que ver con los desacuerdos financieros. De hecho, un estudio realizado por la organización Ramsey Solutions en Estados Unidos llegó a la conclusión de que los problemas económicos constituyen la segunda causa de divorcio más frecuente, luego de las infidelidades.
Acordar acerca de la organización financiera no resulta tarea sencilla porque para poder medirla debemos ser justos, entendiendo que aunque una de las partes sea quien percibe dinero o quien tenga un mayor ingreso, hay mucha tareas no remuneradas que recaen sobre la otra parte.
Aunque suelen ser denostadas dentro del mundo productivo/capitalista del dinero, si tuviesen que pagarlas, el sueldo sería muchas veces más abultado que aquellos trabajos de 6 u 8 horas frente a una computadora; además, para que una de las partes pueda salir a buscar ese dinero, la otra tiene que ocuparse del resto, como puede ser llevar y traer a los hijos, cocinar, limpiar, las tareas, la ropa, etc.
En el manejo de las finanzas de la parejas no hay un modelo mejor que el otro; algunos pagan todo exactamente a medias, hay otras parejas en las que uno es el que trabaja percibiendo dinero y el otro se ocupa del hogar, hay quienes ganan menos sueldo que el otro y ponen el porcentaje que pueden, etc.
Lo importante es que, cualquiera sea la configuración que se elija, sea un acuerdo, que ninguna de las partes se sienta sometida al otro, ni se resienta por poner de más, que ambos puedan sentirse cómodos con lo que dan y reciben, sin contraer deudas incobrables, ni conceder para luego extorsionar.
Ahorrar, invertir, dar, tomar, gastar, perder, ganar nos muestra que el dinero no es solamente un vil metal, sino que nos muestra allí desnudos, con nuestras miserias y virtudes frente a ese otro que elegimos para compartir la vida.
Albert Einstein nos regala una maravillosa frase al respecto: “No todo lo que se puede contar cuenta y no todo lo que cuenta se puede contar”.
Cómo manejarse con el dinero en la pareja para evitar dañar el vínculo
- Conocer la historia de cada uno para comprender cómo impactó en cuanto al manejo del dinero.
- Encontrar un acuerdo económico en el que realmente nos sintamos cómodos y sin deudas.
- Cambiar el pensamiento que el trabajo solo está asociado con percibir dinero y valorar el aporte de cada parte.
- Expresar desacuerdos si no estamos conformes con la forma en la que la otra parte se está manejando con el dinero, para evitar resentimientos.
- Ser transparentes y honestos con lo que ganamos y cómo queremos utilizar nuestro dinero.
- Ser sinceros con respecto a lo que esperamos del otro y necesitamos para organizar nuestra vida financiera.
Fuente: Clarín