Los sueños pueden hacerse realidad aun en pandemia. Tal es el caso de la artista argentina Vivianne Duchini, que sin jamás habérselo imaginado, en un tradicional taller de Florencia, acaba de concluir en arcilla una escultura de dos caballos que terminará siendo en bronce y que inaugurará en abril del año que viene en el marco de la Bienal de Arte de Venecia.
Porteña, de 58 años, y apasionada tanto de la escultura en bronce como de los caballos –son suyas varias obras que pueden verse en espacios de la capital y el gran Buenos Aires, como la tropilla del hotel Four Seasons o la yegua y el potrillo de la rotonda de la avenida Márquez, en San Isidro-, Duchini contó a LA NACION cómo este “sueño” de llegar con su obra a Venecia se hizo realidad. Ya otra argentina, la artista Claudia Fontes, en 2017, llegó a la Bienal de Venecia con el mismo animal a través de El problema del caballo, una impactante instalación con la que representó ese año al país. Pero la de Duchini es una historia distinta.
“Todo empezó cuando durante el aislamiento por la cuarentena, el año pasado y luego de haber tenido que suspender una exhibición en el Museo Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, me contacté por Instagram con un argentino que vive en Venecia para que me ayudara a armar mi página web. Él trabaja en el Centro Cultural Europeode Venecia, donde al ver mi obra quedaron encantados. Y fue así que me invitaron a exponer en forma individual el año que viene en el Giardino della Marinaressa, un parque público, en el marco de la Bienal de Arte 2022”, relató la escultora animalista, que ya tiene más de 400 obras en su haber.
Como ella debía financiar el proyecto, que es una obra monumental de unos 400 kilos e implica el antiguo oficio de la fundición en bronce, comenzó a buscar presupuestos. “Me di cuenta de que me convenía directamente hacerlo en Italia porque el costo del traslado en barco de la obra iba a ser imposible, fui averiguando y encontré un taller en Florencia, la cuna del arte y que es históricamente el centro de la fundición del bronce. Un sueño para cualquier escultor que trabajó en bronce durante 30 años como yo”, afirmó, llena de entusiasmo.
Para que su “sueño” de viajar a Italia y llegar a Venecia se hiciera realidad fue fundamental, a nivel logístico y emocional, la ayuda de su íntima amiga, Teresa Estrianese, una argentina que vive en Roma desde hace más de 20 años. “Ella me acompañó desde el primer momento, me hizo de chofer, de traductora, de manager, me cortó la arcilla. Fue indispensable”, destacó la artista, que durante su estadía en Florencia, ahora en Roma y gracias a la curadora veneciana de su obra, Laura Vattovas, también logró conseguir a varios sponsors.
“Estoy viviendo un sueño, la gente es muy abierta y fueron surgiendo otros proyectos, por ejemplo, con una artesana de la famosa Piazza San Marco de Venecia para difundir lo que es trabajar en cera directa, que después se funde al bronce, a través de charlas en el Centro Cultural Europeo; también surgió la idea de hacer algo con las artesanos del vidrio de Venecia, así como con los artesanos del bronce de Florencia, en relación con la Argentina. El objetivo es volver a resucitar el trabajo del bronce, que se está perdiendo”, explicó. “La verdad es que me inspira mucho estar acá, más allá de que estamos en una época horrible, con restricciones, más de cien mil muertos, pero para mí es un momento muy creativo”, agregó Duchini, casada desde hace más de 30 años con Hugo Dircie, otro amante de los caballos, jinete profesional y campeón de salto, con quien tuvo dos hijos ya grandes, de 21 y 31.
La pandemia en cuatro patas
¿Cómo es la escultura monumental –de 2,50 metros de largo, 2,30 metros de alto y 75 de ancho, 300 kilos, más la base, que en total pesa 400 kilos-, que en abril del año próximo se instalará por 7 meses, hasta noviembre, en Venecia? Son dos caballos, su especialidad y pasión, pero vistos a la luz de la pandemia. “Durante la pandemia sentimos la necesidad de abrazarnos, de tocarnos, de estar juntos. Y los caballos sueltos suelen juntarse con sus cabezas y rascarse el lomo, en una posición habitual en el campo que recreé por esa necesidad de juntarnos y abrazarnos de la pandemia. Y por eso la escultura se llama ‘Tocante’”, explicó.
En la fonderia de Florencia, donde ya concluyó la parte en arcilla de la obra, ahora tienen que pasar el negativo en caucho-silicona. “Se hace el calco para pasar en cera y una vez lista, se preparan las coladas para el proceso de fundición en bronce a la cera perdida. Aunque son artesanos con gran experiencia, los artistas somos obsesivos, así que pare ese momento uno tiene que estar para controlar”, indicó, al contar que piensa volver en un par de meses, después de volver antes a Buenos Aires.
Para Duchini la que tendrá en Venecia no será la primera exhibición individual en Europa. En 2019 realizó y emplazó en un espacio público de Budapest, Hungría, la escultura de Janos Czetz, un prócer, por supuesto a caballo, luego de ganar un concurso. Pero, confiesa, llegar ahora con sus caballos a Venecia “es tocar el cielo con las manos”.
Fuente: Elisabetta Piqué, La Nación