Combina diferentes soportes y espacios inmersivos que permiten desde “ingresar” a la cabeza de la artista hasta perderse en una sala inmersiva de colores flúor movedizo.
Los colchones son una marca indeleble asociada a la carrera de esta camaleónica artista argentina, quien los utilizó en el pasado para obras como la Galería Blanda (1973), una instalación con 180 colchones de colores estridentes, la pieza «Revuélquese y viva» (1964), un objeto penetrable realizado con colchones de colores con alusiones eróticas, o “La destrucción”, una performance en la que prendió fuego a todas sus obras, incluidos esos colchones, en una acción realizada en París.
“El 50 por ciento de nuestra vida la pasamos en un colchón: nacemos en un colchón, morimos en un colchón, hacemos el amor, nos puede matar, pasamos gran parte de nuestra existencia”, dijo la artista durante la inauguración para la prensa realizada hoy en el espacio artístico que a partir de mañana abrirá gratis a todo público, con reserva previa.
La blonda artista, con sus infaltables anteojos espejados y enfundada en un overall multicolor, recordó que en sus inicios no tenía dinero para comprar colchones por los que los conseguía en hospitales, en la basura y en los lugares más insospechados, en su época de estar afincada en París, que tan bien reflejó en sus diarios personales publicados bajo el título “Tres invierno en París”.
“Al principio, los colchones eran objetos que le permitían incorporar un elemento de la sociedad de consumo en sus obras, pero de a poco se transformaron en una representación de la vida misma. La encarnación de una filosofía de vida”, escribió Rodrigo Alonso en el texto que se puede leer en la sala.
La nueva muestra “Implosión” recibe al visitante con una impactante obra inmersiva, una pequeña sala, cuyas paredes y piso proyectan sobre las superficies diferentes tramas de colchones de colores, y en movimiento, generando una particular sensación -por momentos similar al mareo- mientras suena música clásica que acompaña ese discurrir colorido. Una gran escultura de colchones, acompañada de fotos históricas, ampliadas en gran tamaño, muestran a una jovencita Marta posando en su taller de la rue Delambre en París, junto a sus primeras obras con colchones.
Este recinto electrónico, con sus franjas multicolores que se proyectan en el espacio, conforman una suerte de galería blanda virtual, una experiencia audiovisual y lúdica.
En la terraza del espacio de arte, al aire libre, rodeado de flores y verde, se encuentra una impactante escultura que simula ser la cabeza de Minujín, hecha en hierro y neón con activación digital, e invita al visitante a subir una escalerita para “ingresar” así a la cabeza de la artista, titulada “Autorretrato mediático” (2021).
Una vez dentro se podrá escanear un código QR con el celular que invita a “navegar por el mapa de almas” creado por Minujin, una suerte de tinder artístico que te permitirá «matchear» con los otros espectadores que hayan visitado la muestra, una vez que hayas respondido el cuestionario propuesto.
“Tus respuestas te asignan un color y en mi paleta virtual los mezclaré para obtener el color de tu alma. Al final de todo el cuestionario vas a encontrar tu alma de colores en el mapa, rodeada de otras semejantes a la tuya”, promete el epígrafe de la escultura.
Como parte de las actividades educativas, habrá también un recorrido virtual al espacio de arte, dirigido por la propia Minujín, que podrá verse en YouTube, el miércoles 14 de abril a las 17.
La exposición «Implosión» coincide con la actual exhibición, en el Museo Nacional de Bellas Artes, de la obra «Pandemia», la última creación de Minujín, realizada durante el período del aislamiento.
Ubicada en el hall del museo (Avenida del Libertador 1473), «Pandemia» es una producción que la artista emprendió en mayo de 2020 y para realizarla, aplicó miles de tiras con pequeños cuadrados en blanco, negro y siete tonos de gris sobre una tela que supera los dos metros de alto y de ancho. La obra se completa con la proyección sobre el bastidor de una imagen de la misma trama.
Nacida en Buenos Aires en 1943, Minujín es pionera de los happenings, el arte de performance, la escultura blanda y el video.
Sus obras incluyeron la quema de todos sus trabajos («La destrucción», 1963), intervenciones temporales con animales vivos («El Batacazo», 1964) y un recorrido por un laberinto de situaciones («La Menesunda», 1965).
Influenciada por el entorno intelectual que rodeaba al Instituto Torcuato Di Tella en los 60, creó obras como «Simultaneidad en Simultaneidad» (1966).
Tras ganar la Beca Guggenheim, se adhirió al movimiento contracultural en Nueva York de los 70, donde se volcó al arte pop y el arte psicodélico. Luego de crear el «Obelisco de pan dulce» (1979), se volcó a esculturas públicas colosales como la «Torre de pan de Joyce» (1980), «La Venus de queso (1983), la «Torre de Babel» (2011) o el arte de «Rayuela» (2014).
Dentro de sus próximos proyectos se encuentra llevar «La Menesunda» a la Tate Liverpool, y hacer La Estatua de la Libertad recubierta de hamburguesas en la ciudad de New York.
La muestra Implosión -hecha especialmente para ese espacio- ocupará durante seis meses la planta baja y la terraza del edificio ubicado en avenida Juan de Garay y Paseo Colón, en el denominado Distrito de las Artes, con reserva previa en la web de la Fundación (www.santander.com.ar).
Marta Minujín, entre el dolor y el color
En medio del duelo por la muerte de su pareja de 60 años, la artista inauguró la muestra IMPLOSIÓN! en la Fundación Santander; dice que perdió 10 kilos y anticipa que su próxima obra será “Vacunación Global”
“Nacés, morís, hacés el amor, te pueden matar arriba de un colchón. Tienen vida. Por eso empecé a recorrer los hospitales de París buscando los colchones que tiraban a la noche”. Dice la Marta Minujín de 2021 custodiada por dos gigantografías que muestran a la otra, de la que está hablando ahora, la enfant terrible que irrumpió hacia 1963 en la escena del arte llevando la iracundia del informalismo al espesor blando de los colchones. Están instaladas en el espacio de la Fundación Santander (Paseo Colón 1380) como parte de IMPLOSIÓN!, una muestra en tres partes que se suma a “Pandemia”, la obra que hizo recortando y pegando 26 mil tiritas de tela y que inauguró esta misma semana en el Museo Nacional de Bellas Artes. No solo son obras que Minujín produjo durante el encierro sino que serán, en su historia íntima, las primeras que haya inaugurado sin Juan Carlos Gómez Sabaini, Bebe, su pareja durante sesenta años que murió el 12 de marzo. “Perdí diez kilos trabajando”, dice Minujín a quien ya se reconoce por su perfil esquelético. Mientras habla, sus característicos rayban espejan la forma de una mesa con un botella de coca en el centro de sus ojos: son sus otros ojos, la prótesis ocular de la sociedad de consumo. Visión pop.
Es sábado a la tarde y esta obra working progress que se inaugura el miércoles está atravesada por una sensación casi beatífica. De un cubo de 4 metros de largo por seis de alto llega la música minimalista de Philip Glass, un loop cortado por la misma Minujín. La ambientación tiene algo de capilla, un espacio donde lo físico se pierde o se diluye en una contemplación extasiada. Ahora mismo están allí su hija menor Gala y sus nietos Isabel y Benjamín pero antes habíamos atravesado ese mismo portal donde una filmación de un minuto de sus colchones se repite ad aeternum creando una distorsión propia de la psicodelia, cultura que la misma Minujín impulsó en Buenos Aires con Importación/Exportación en 1968. Ahora dice que este espacio en el que el observador parece flotar es “trans-psicádelico” porque está más allá de la psicodelia. “Lo psicádelico lo tengo adentro no me lo pude sacar nunca”, asegura. Se la escucha con energía y entusiasmada pero nunca se sabe bien lo que no dejan ver sus rayban: “Cuando trabajo estoy bien cuando no trabajo, no”. Dice que volver a su casa y que Bebe no esté es rarísimo y que todos estos años el economista fue su cable a tierra y ella su cable pelado. Que ella nunca iba a las reuniones con las mujeres de los banqueros y que él no participaba del ambiente artístico en absoluto. Nada de toda esta amalgama de amor y compañerismo está expresada en este espacio llamado “Arte Inmersivo” y sin embargo el efecto del sonido y las imágenes es embriagador en un sentido de trance, como si la obra hubiese sido imaginada para atravesar este momento como una celebración multicolor. Del mismo modo que “Pandemia”, en la que Marta invirtió mil doscientas horas, esta obra supone una meditación que, en apariencia, pareciera ir en contra de su energía hiperkinética.
IMPLOSIÓN! se completa además con una escultura blanda, una estructura de colchones pintados llamada “Conceptos entrelazados” que forma una especie de juego óptico con dos espejos. Es una especie de menhir franqueado por esas gigantografías donde se puede ver a Minujín antes de Minujín. La chica que Rafael Squirru llamó “Hembra primordial” antes de que el Premio Di Tella la proyectara como “la loca de los colchones” en 1964. “Colchonera”, dice ahora sobre sí misma y bebe una lágrima en vaso de plástico.
En la terraza de la Fundación Santander está la tercera parte de IMPLOSIÓN!. Se trata de una cabeza de Minujín (su isotipo) hecha de hierro cuyos rayban brillarán con luz de neón y en la que el público encontrará un código QR con preguntas sobre el siglo XXI. Se llama “Autorretrato mediático”.
En los últimos años Minujín pasó la mayor parte de su vida en aviones, ya fuera por la instalación del Partenón de Libros en la Documenta de Kassel como por la llegada de Menesunda Reloaded a Nueva York. La pandemia la obligó a permanecer en su legendario taller de la calle Humberto Primo y mantenerse viva con estas obras obsesivas que siguen el patrón de la música que suena en el ambiente. Es un reflejo de su impulso modernista: habla de los pioneros minimalistas La Monte Young y Steve Reich como figuras inspiradoras. Sin embargo no es esta ni ninguna otra la música que escuchaba en el taller mientras hizo “Pandemia” e Implosión. “Mi música eran las noticias”, dice Marta, atravesada por las ideas de Marshall McLuhan. Tal es así que anticipa que su próxima obra se llamará “Vacunación Global” y seguirá el patrón de “Pandemia” pero en el color azul índigo que tiñe todo lo relacionado con la cura del Covid-19. Mientras tanto una nueva versión de su obra “Comunicando con Tierra” (1976) hecha con tierra de Machu Pichu se verá en una colectiva en el CCK desde junio.
“¿Qué es lo que se refleja en mis anteojos”?, quiere saber Minujín y hace que la grabación se detenga para poner el smartphone en modo cámara. En pocos días la superficie vidriada de este edificio corporativo estará ploteada con esta cara en una versión de siete metros cuya boca será el ingreso a su IMPLOSIÓN!.
Para agendar
IMPLOSIÓN! puede visitarse, a partir del 7 de abril, en la Fundación Santander (Paseo Colón 1380).
“Pandemia”, parte de El canon accidental, está en el hall del Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473). De jueves a domingo.
Fuentes: Agencias y Fernando García, La Nación.