El 12 de marzo de 2020 los teatros de Broadway cerraron sus puertas y, desde entonces, no las volvieron a abrir. Y si bien el cambio de gobierno y el consiguiente mejor manejo de la pandemia permiten avizorar el regreso de la actividad, toda la comunidad artística de Nueva York sabe que no será a la brevedad. Aunque en algún momento se había anunciado que la reapertura de las salas se efectivizaría a finales de mayo, ahora se habla de mediados de octubre, cuando al menos el 70% de la población en los Estados Unidos esté vacunado.
A diferencia de lo que ocurrió en Buenos Aires, Madrid, Melbourne y Sidney (cuatro capitales teatrales que fueron sumando espectáculos paulatinamente y hoy funcionan muy bien, pero con aforos diferentes), Broadway no pudo ser de la partida por diferentes motivos. “Primero porque la pandemia pegó muy fuerte en el estado de Nueva York, y la cantidad de muertos fue tal que llegaron a usarse camiones refrigerantes, habitualmente utilizados para transportar alimentos, como morgues improvisadas. Y esto provocó un shock impresionante”, explica Ricardo Hornos, productor argentino de espectáculos en la Gran Manzana, ganador de tres premios Tony por su participación en la producción de El curioso incidente del perro a medianoche, Ángeles en América y Hadestown. “Después, porque las diferencias climáticas entre el hemisferio norte y el sur así lo determinaron. Aquí la reapertura de los teatros coincidió con la llegada del verano y el buen tiempo y eso dio un respiro con respecto al virus. Ahora, en los Estados Unidos, comienza la primavera, y como los casos están bajando por la rápida y masiva vacunación, se empieza a especular con el regreso de la actividad”.
“El mayor impacto de la pandemia sobre el sector artístico –y no me refiero sólo a Broadway– fue a nivel del ecosistema de la industria, porque se generó un efecto dominó”, agrega Hornos. ”Al cerrar los teatros, el Lincoln Center, el Museo Metropolitano de Arte y todo lo demás, se produjo lo mismo que al tirar una piedra en el agua: círculos concéntricos que fueron afectando al resto de la ciudad y a los trabajadores que están alejados uno, dos o tres grados de la actividad principal, pero que dependen de ella. Con esto me refiero a los bares, cafés, restaurantes y locales de merchandising aledaños y a todos sus empleados”, prosigue Hornos. “Asimismo, los actores, los bailarines y los músicos jóvenes que suelen llegar a Nueva York con muchas ilusiones y que para sobrevivir trabajan, además, como meseros o vendedores, ahora, con todo cerrado, debieron abandonar la ciudad y volver a sus pueblos de origen. Será muy difícil que puedan regresar. Y ni qué hablar de los técnicos, asistentes de vestuario, marketing, prensa y publicidad. Está claro que habrá un recambio de gente, ya no serán los mismos”. La visión del productor es confirmada por una reciente nota del New York Times, que incluye un dato demoledor: “durante la pandemia la ciudad de Nueva York perdió el 66% de los trabajos relacionados con el arte y la cultura”.
“Hoy Broadway es una zona fantasma”, opina sin vueltas Valentina Berger, otro crédito argentino afincado en Nueva York, especializada en management artístico y fundadora de GO Broadway (ver nota aparte). “Todo está cerrado. Si caminás por la avenida Broadway vas a ver que todo está apagado. Incluso los carteles todavía tienen las fechas del año pasado. Quedó como congelada en el tiempo. Hoy no dan los números para volver, porque Broadway depende mucho del turismo y al estar Nueva York cerrada…. ¡no ves ni un solo turista en la calle! Antes de la pandemia si un teatro no tenía el 70% de su capacidad ocupada te daban tres semanas para irte, así que imaginen ahora… Allá, por lo altísimos costos, no va eso del aforo del 30 o 50 por ciento como acá. En Nueva York se tomaron la pandemia muy en serio, porque además los teatros son muy viejos, con filas estrechas, asientos demasiado contiguos y baños mínimos. Por eso en ningún momento fue una opción mantenerlos abiertos”, asegura.
Si bien, en general, la actividad retomaría su curso recién en octubre, existe un rumor cada vez más fuerte de que un espectáculo se adelantaría, con un aforo del 25% y entradas a mil dólares (para ayudar a The Actors Fund, la organización a nivel nacional que ayuda a los trabajadores de la industria del espectáculo). La especie informativa, que podría parecer disparatada, deja de serlo cuando se descubre el nombre de la obra:Hamilton, el mega suceso que batió todos los récords teatrales y que también alcanzó altísimos niveles de audiencia en su reciente versión para streaming. El día del regreso sería el 4 de julio, la fecha patria norteamericana más importante, en que se celebra el Día de la independencia o, dicho de otra manera, el aniversario de la revolución contra los ingleses, de lo que justamente habla el musical de Lin-Manuel Miranda. “Ellos pueden darse el lujo de regresar en esas condiciones, y de liderar de una manera casi altruista el retorno de la actividad, porque les fue muy pero muy bien, así que financieramente tienen las espaldas cubiertas –opina Hornos–. Pero no sé cuántos, a partir de ahí, se animarán a volver en lo inmediato. Con la incertidumbre de si también reabrirán los hoteles, y de si van a regresar los turistas o no, no creo que nadie se anime a reestrenar nada en verano, ni siquiera un hit como Wicked. Por eso el consenso generalizado es que la mayoría volverá en octubre, inclusive los dos proyectos en los que estoy involucrado como productor: los musicales Company y The Visitor”.
No obstante, se ha anunciado que algunos espectáculos (entre ellos varios exitosos) no regresarán, ni en octubre ni después; como Frozen y Mean Girls. El que contra y viento y marea arribará, con previews en diciembre y estreno oficial en febrero de 2022 (para cuando se prevé un aforo del 100%) es el promocionadísimo revival de The Music Man, con Hugh Jackman y Sutton Fuster. El musical sobre Lady Di, Diana: A True Musical Story, que estaba a punto de subir a un escenario en el momento del inicio de la pandemia, y que fue preservado en una filmación que emitirá Netflix, también tendría una segunda chance en Broadway.
¿Cuál será la nueva “normalidad” de Broadway a partir de octubre? “Hay muchas especulaciones. Ni siquiera sabemos aún cuáles serán los protocolos. Hoy hay mucho énfasis puesto en recabar información sobre lo que viene sucediendo en Australia porque, cerrado aún el West End de Londres, es de las plazas abiertas la que más puede compararse con New York en cuanto a la dimensión de los teatros y porque, además, fue uno de los primeros lugares que supo contener el virus. De hecho hay varios colegas míos que se mudaron a Australia para ver con sus propios ojos cómo manejan ellos esto del regreso. Yo creo que algo va a cambiar en Broadway, pero no me atrevería a decir exactamente qué. Lo que sí sospecho es que las reaperturas de los teatros no dependerán tanto del Estado (que debe antes permitirlas) ni de los productores (que deben animarse nuevamente a invertir), sino del público. Si la gente no se siente cómoda y segura a nivel sanitario y social para volver a compartir un espacio cerrado durante las dos horas y media que dura un espectáculo en Broadway, por más buena circulación de aire que tengan los teatros, no van a funcionar”, concluye Hornos.
La pregunta final sería: ¿Cómo hará Broadway para reponerse de una pausa tan extensa y alcanzar el récord de espectadores (14,77 millones) y de recaudación (1.829 millones), conseguidos en 2019? Nadie lo sabe, claro. Pero la comunidad artística toda ya se ha puesto de pie, dispuesta a dar batalla. El 12 de marzo, por ejemplo, al cumplirse un año exacto del cierre de los teatros, pesos pesados como Chita Rivera, Brian Stokes Mitchell, Lilias White, André De Shields y Matthew Broderick, se reunieron en pleno Times Square ante una multitud para hablar, cantar y gritar a los cuatro vientos “We Will Be Back” (Volveremos). Que así sea.
Fuente: Gustavo Lladós, La Nación