Un itinerario histórico, cultural y religioso en las sierras. Partiendo de la ciudad de Córdoba, el Camino de las Estancias Jesuíticas permite conocer la importancia mundial de estos lugares testimoniales que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad en el 2000.
En el corazón del país, a 700 km de Buenos Aires, la Manzana Jesuítica es un buen punto de partida para adentrarse en el legado que dejó la orden religiosa Compañía de Jesús, que llegó en 1599 con el lema de «educar y evangelizar».
Hasta 1767, cuando fueron expulsados por el rey Carlos III de España, los jesuitas establecieron un sistema cultural-social y productivo en el que construyeron iglesias y colegios.
Brindis en los viñedos serranos. Foto: Turismo de Córdoba
Pero para llevar adelante la misión necesitaban generar sus propios recursos y construyeron establecimientos agro-ganaderos en zonas serranas, es decir, las estancias que hoy representan un valioso atractivo turístico.
«Estamos muy satisfechos con el trabajo realizado durante el tiempo de aislamiento y encierro por la pandemia del coronavirus. En forma virtual hemos trabajado permanentemente en el sostenimiento de las condiciones de nuestros espacios, entre ellos las estancias de Colonia Caroya y La Candelaria, que a partir del 1 de marzo reabrirán al turismo. Por eso invitamos al público a visitar todas las reliquias que forman parte de la ruta jesuítica y son un orgullo para la provincia», afirmó a Clarín la presidenta de la Agencia Córdoba Cultura, Nora Bedano.
A continuación, un recorrido por el complejo edilicio original de la ciudad de Córdoba y las estancias de Colonia Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia y La Candelaria.
El atardecer en la Manzana Jesuítica de Córdoba. Foto: Turismo de Córdoba
La Manzana Jesuítica
Todo es historia. En 1599 la Compañía de Jesús se asentó en los solares cedidos por el Cabildo de la ciudad. Pero como el espacio era insuficiente para los religiosos, estudiantes y fieles, en 1608 se iniciaron las obras que le dieron forma a la actual Manzana Jesuítica de Córdoba capital.
Entre 1644 y 1671 se levantaron la Iglesia de la Compañía y la Capilla Doméstica, a las que se sumaron el Colegio Máximo (1610), la Universidad (1622), el Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat (fundado en 1687 pero instalado ahí en 1782, después de la expulsión de los jesuitas) y el Noviciado (1710).
Una vez que la Compañía fue expulsada en 1767, la Manzana fue asignada a los franciscanos y luego al clero regular, hasta que en 1820 pasó a depender del gobierno de la provincia. En tanto, en 1854 se nacionalizaron la Universidad y el Colegio de Monserrat, constituyendo el núcleo original de la actual Universidad Nacional de Córdoba. La Compañía regreso a Córdoba en 1853 pero solo se le restituyó la Iglesia, la Capilla y la Residencia.
Postal nocturna de la Manzana Jesuítica. Foto: Turismo de Córdoba
En las construcciones se condensan algunas de las máximas expresiones del arte barroco en Latinoamérica, como las bóvedas pintadas y los retablos de los templos.
La Manzana se recorre a través del museo histórico de la Universidad Nacional de Córdoba y, por el momento, están haciendo recorridos virtuales y trabajando en los protocolos para hacer los presenciales. La iglesia que forma parte de la Manzana está abierta en los horarios de misa.
Estancia de Colonia Caroya. Foto: Turismo de Córdoba
Estancia Caroya
Una visita al pasado. De 1616, el primer establecimiento rural organizado por los jesuitas está a 50 km de la capital cordobesa y ostenta una cuidada conservación. Después de varios meses cerrada por la pandemia, la Estancia Caroya reabrirá el 1 de marzo, y el público tendrá acceso los fines de semana y los feriados. La entrada cuesta $ 100.
La estancia tiene tres etapas históricas. Primero fue donada al Colegio de Monserrat como residencia de verano para sus estudiantes. Luego de la expulsión de los jesuitas se convirtió en sede de una fábrica de armas blancas en la Guerra de la Independencia. Y en 1854 pasó a manos del Estado nacional, para convertirse en 1878 en la residencia del primer contingente de inmigrantes friulanos, fundadores de Colonia Caroya.
Caroya conserva su estructura colonial y su arquitectura residencial: con un gran patio central y una capilla, el lugar tiene su perchel, tajamar, restos del molino y de las acequias, y las áreas dedicadas a la quinta.
La estancia ofrece visitas al actual Museo Histórico y de los Inmigrantes, así como recorridos por el predio para conocer los sistemas productivos y técnicos empleados por los jesuitas. Una recomendación: un paseo por Colonia Caroya para disfrutar de las tradiciones friulanas y su gastronomía típica.
El gran patio de la estancia Jesús María. Foto: Turismo de Córdoba
Estancia Jesús María
Entre viñedos antiguos. Por la ruta 9 y a solo 4 km al norte de Colonia Caroya, esta estancia fue construida en 1618 en el lugar por donde pasaba el Camino Real hacia la capital del Virreinato y en sus tierras se originó la actual ciudad de Jesús María. Desde 2014, el lugar también forma parte de la Ruta del Esclavo.
Dedicada a la producción vitivinícola, fue el segundo núcleo productivo del sistema organizado por la orden religiosa.
Su entrada es gratuita, y abre todos los días, de 16 a 20: los visitantes pueden apreciar los lugares en los que se molían las uvas para la fabricación del vino que consumían los religiosos y la bodega donde se almacenaba.
Entre los viñedos de las sierras de Córdoba. Foto: Turismo de Córdoba
Hay un recorrido histórico que incluye a la iglesia, la residencia y la bodega, mientras que se puede conocer el parque como era antaño, con los corrales, los molinos, el perchel, el tajamar y la huerta. En su interior, la estancia-museo tiene una exhibición permanente de piezas de arte sacro colonial y una colección de arqueología que gira en torno a los pueblos originarios de la región.
Para tener en cuenta: dos bodegas cercanas de origen friulano, La Caroyense y Terra Camiare datan de 1930 y figuran entre los espacios enológicos más antiguos de la provincia.
Estancia Santa Catalina. Foto: Turismo de Córdoba
Estancia Santa Catalina
La más grande. Camino a Ascochinga, Santa Catalina es el mayor conjunto arquitectónico edificado por los jesuitas fuera de la ciudad de Córdoba y está conformada por una Iglesia monumental, un cementerio, la residencia con tres patios y los restos del gran centro de producción agropecuaria.
Además, el noviciado, la ranchería, los restos del horno y sistema hidráulico (tajamar, acequias y molinos).
En esta estancia de 1622 los jesuitas se dedicaron a la plantación de frutales y en 1740 construyeron una nueva bodega.
El dato: Santa Catalina es propiedad privada desde 1774, y en la actualidad ofrece visitas guiadas de martes a domingo, de 10 a 13 y de 15 a 19 (desde el 1/4, de 14 a 18). La visita a la iglesia cuesta $ 100 o a la iglesia y claustros, $ 150; los jubilados pagan $ 50, y los menores de 12, gratis.
Estancia jesuítica de Alta Gracia, con su iglesia. Foto: Turismo de Córdoba
Estancia de Alta Gracia
A sólo 38 km de Córdoba capital, el complejo de la Estancia Alta Gracia de 1643 comprende la iglesia y la residencia sobre una planta en L, donde funciona el Museo Nacional y Casa del Virrey Liniers desde 1977.
El patio principal tiene una escalinata central, y se suman el patio de trabajo, el obraje, el tajamar, las ruinas del molino y el antiguo horno en el primer paredón del sistema de acequias. Al mismo tiempo, donde estaban las rancherías, corrales y sectores de quintas y chacras, en la actualidad hay barrios de Alta Gracia.
En el museo, diversas salas ambientadas narran las formas en las que se habitó la estancia: los jesuitas, los africanos esclavizados, las mujeres y el propio virrey Liniers. Está abierto de 10.30 a 19.30 de jueves a domingos, y la entrada es gratuita.
Estancia La Candelaria. Foto: Turismo de Córdoba
Estancia La Candelaria
En el departamento Cruz del Eje y al norte de las Sierras Grandes, La Candelaria se destaca sobre una planicie de altura, con suaves ondulaciones, llamada Pampa de San Luis. Se trata de un verdadero tesoro arquitectónico de 1683 que, con una entrada de $ 100, reabrirá sus puertas todos los fines de semana y feriados a partir del 1 de marzo.
La estancia ocupaba 300.000 hectáreas a 150 km de la ciudad de Córdoba, donde los jesuitas criaban mulas que destinaban al negocio de bienes con el Alto Perú. Todo estaba organizado en torno a un patio rectangular, con la iglesia a un costado y la residencia.
Además, se pueden observar las ruinas de la ranchería (habitaciones destinadas a los esclavos), el obraje, los corrales y los vestigios del sistema hidráulico (tajamar, acequias y molino).
Con el escaneado 3D de La Candelaria, el proyecto «Revalorización del Patrimonio Cultural Jesuítico» permite una visita virtual de realidad inmersiva.
Pero la reapertura de todas las estancias ofrece una oportunidad para recorrer el itinerario completo y envuelto en la paz de las sierras.
Fuente: Clarín