La pandemia de Covid-19, aún sin un horizonte de cierre, sumió en el drama a la humanidad entera. Por supuesto, la pérdida en vidas es la más dolorosa. Y también están los catastróficos impactos económicos, tanto sobre las sociedades y los individuos, como en distintas industrias. La del turismo, por ejemplo. Y en el medio, la industria cultural que directamente fue arrasada. La Red de Organizaciones de Museos Europeos (NEMO) ya elaboró su primer informe en octubre, señalando que “la crisis ha tenido y tendrá un impacto sin precedentes en los museos de todo el mundo”. Se estima que los museos de ese continente –y que ahora afrontan una segunda ola de confinamientos y cierres en la mayoría de los países- sufrió la pérdida del 70% de sus visitantes y sus ingresos a lo largo del 2020. Y eso, en los números “más optimistas”.
La Milla del Oro en el corazón de Madrid –la que une el recorrido entre los museos Reina Sofía, el Prado y el Tyssen- perdió exactamente ese porcentaje de visitantes respecto al 2019. En el caso del Prado, que es el quinto museo más grande del mundo y ofrece las maravillosas obras de Velázquez, Goya y El Bosco entre sus atracciones, las pérdidas alcanzaron los 24,5 millones de dólares. Después de esta temporada marcada por la pandemia, el 2021 será “austero”, según anunció su director Miguel Falomir, que programó exposiciones sin altos costos. Las más relevante será “Pasiones mitológicas” con el apoyo de la National Gallery británica y organizaciones de Escocia y Boston, donde reunirán por primera vez las “seis poesías” que Tiziano pintó para Felipe II. En el Reina Sofía, donde se encuentra el “Guernica” de Piasso, las pérdidas fueron aún mayores: de sus 6,1 millones de dólares recaudados en 2019 se cayó el año pasado a 1,2 millón. Para Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, “habrá que utilizar esta crisis para impular reformas. Habrá un cambio en la experiencia estética del visitante. Hay que seguir potenciando los contenidos online, plantear las muestras de otro modo, y pensar más en la investigación y en cómo afrontar nuevos modelos museísticos”.
En París, según la organización local de turismo, solamente en el primer semestre de 2020 se perdieron 14 millones de visitas respecto a la temporada anterior. El impacto sobre los museos fue directo. Y el Louvre, que había comenzado auspiciosamente con un homenaje a Leonardo Da Vinci, tuvo que cerrar en el primer confinamiento. Recién pudo ensayar una tímida reapertura a principios de julio bajo los nuevos protocolos: reserva de visitas, recorridos rápido y medidas sanitarias (barbijo, distanciamiento social). Durante los meses de apertura, de los 50 mil visitantes diarios habituales que tiene el Louvre, solo se pasaron a 10 mil. En el balance del año, el Louvre pasó de los 9,6 millones de visitantes del 2019 a 2,7 millones el año pasado, en su mayoría por los dos primeros meses. Esa caída del 72% fue igual a al que sufrió el Centro Pompidou, cuyas pérdidas económicas alcanzaron los 24,5 millones de dólares. En ambos casos, lo compensaron –en parte- con subsidios estatales (en el caso del Pompidou el auxilio fue de 9 millones de dólares) y con el ahorro por las exposiciones suspendidas.
En Italia la situación fue similar, considerando además la alta inserción que tiene el turismo y la industria cultural dentro de la economía del país. Y ahora, por ejemplo, la comunidad cultural de Venecia pidió “medidas de emergencia” ante la situación de la ciudad donde el alcalde Luigi Brugnaro tuvo que ordenar un nuevo cierre hasta abril de todas las atracciones, que abarcan el Palacio Ducal, el Fortuny la Torre del Reloj, los museos y galerías de arte. Todos los museos de Italia fueron cerrados durante la primea ola y la reapertura durante el verano no compensó las pérdiads. Un balance, por ejemplo, en los Museos Vaticanos muestra una caída de los 6,7 millones de visitantes en 2019 a 1,3 millón en el último año.
Maria Balshaw, directora de la Tate en Londres, señala que “recién en 2024 o 2025 se podrá volver a los niveles anteriores” de afluencia de público a las salas. Los cuatro museos de la Tate acumularon 1 millón de visitantes el año pasado, la octava parte de la temporada 2019, con pérdidas económicas que alcanzaron los 62 millones de euros.
Un panorama similar puede observarse en otros de los templos artísticos como el Rijmuseum, en Amsterdam. O en Rusia donde el Hermitate –el segundo museo más amplio del mundo- apenas tuvo 835 mil visitantes a lo largo del último año, frente a los 5 millones del 2019. La Galería Tretiakov cayó de 2,8 millones de visitantes a 1 millón.
El informe de la NEMO señala que “la mayoría de los museos de Europa no recurrieron al despedido de personal, pero 3 de cada 10 suspendieron los contratos con trabajadores autónomos” y la mayoría canceló sus programas de voluntariado. Distinto es el caso en Estados Unidos donde las organizaciones culturales dependen más del financiamiento privado: el 30% ya decidió despidos de su planta permanente, y los ceses son aún mayores entre los trabajadores temporales.
Y para la organización global (ICOM) “las repercusiones económicas de la crisis y el cierre de museos serán importantes tanto a corto como a medio y largo plazo, independientemente de sus principales fuentes de financiación. Aunque no podemos ignorar las grandes diferencias en cuanto a las estructuras de financiación de las distintas instituciones y regiones del mundo, las respuestas de los participantes ponen de relieve un clima generalizado de gran preocupación e incertidumbre, ya que el 12,8% de los participantes afirmó que su institución podría cerrar permanentemente, se esperan recortes en el 80% de los programas y casi un tercio de los museos se vieron obligados a reducir su personal”
Fuente: Clarín