Por meses, mientras atravesaba la cuarentena, soñó con el día en que sus hijos volvieran a la escuela. Pero mientras anteayer iba por cuarta vez a buscar a su hijo mayor a la puerta del colegio (la menor había ido a la mañana y la retiró al mediodía) empezó a lamentar que ese sueño se hubiera vuelto realidad. El primer día oficial de la vuelta a clases Marina Rodríguez sintió que había corrido una maratón. En total, fue y volvió cuatro veces porque sus hijos que están en 1º y 7º grado tienen turnos cruzados: a uno le tocó ir a la mañana y al otro a la tarde. “Obviamente estoy contenta porque se reencontraron con sus amigos y maestras, eso es súper positivo para los chicos. Pero para los padres es imposible de sostener. Es una locura, no es lógico para una familia en la que ambos adultos trabajan, tener que ir y venir cuatro veces y, además, con la obligación de estar en casa porque cuando uno está en la escuela, el otro tiene clases por Zoom -sostiene-. Este año esperaba que hubiera presencialidad completa. Tenía entendido que 4 horas en el colegio era lo mínimo que iban a estar y que después quedaba a criterio de cada institución aumentar esas horas según la infraestructura que tuviera. Como el colegio de mis hijos tiene mucho espacio, pensé que irían ambos turnos, pero no es así. Al menos por ahora”, se lamenta Marina.
No es la única. A medida que iban llegando los mails de los colegios de gestión privada informando cómo sería la vuelta a la clases, la preocupación de varios padres para ver cómo iban a organizarse con la nueva normalidad escolar iba en aumento. Sucede que en la mayoría de ellos la presencialidad, al menos por ahora, será parcial y no total. Y en muchos casos, como en el de Marina, el panorama se complica porque varios dividen en función del ciclo escolar: los del primer ciclo (de 1ro a 3ro) van en un turno, y los del segundo ciclo (de 4to a 7mo), en otro por lo que muchos hermanos tienen turnos cruzados. Ni hablar los que además tienen un tercer o cuarto hijo en el jardín o la secundaria. Ahí habrá que apelar a una compleja ingeniería (y a toda la ayuda disponible) para poder organizar el día en función de los distintos horarios de entrada y salida.
Por el momento, varios padres ya organizaron un sistema de pool para disminuir la cantidad de veces que tendrán que ir a la escuela. Otros, deberán afrontar el gasto del transporte privado, sobre todo al mediodía que es el horario que genera mayores problemas ya que los chicos no pueden quedarse a almorzar en el colegio. Otros padres de hijos en 7mo grado adelantaron la decisión de que sus hijos vayan y vuelvan solos al colegio. “Mi marido ya volvió full time a la oficina y yo sí o sí tengo que ir dos días a la semana. Esos días Nico tendrá que ir o volver solo del colegio según le toque mañana o tarde porque a esa hora no tengo ningún tipo de ayuda. Esto me parte al medio, aunque él está feliz porque lo hace sentirse grande, yo prefería no hacerlo pero no me queda otra”, dice Luciana Volta, que trabaja de contadora. Tampoco serán pocos los que apelarán a la ayuda de los abuelos, aunque eso implique exponerlos al virus. Un dilema que por ahora parece no tener solución.
Las escuelas, en tanto, planifican la vuelta. Francisco Lehmann, vicedirector general del Belgrano Day School, asegura que la idea del tradicional colegio de Belgrano R es dar la máxima presencialidad posible, pero que por el momento será de 4 horas. “No es tan sencillo porque primero no se permite que los chicos almuercen en el colegio. Y está el tema de las restricciones como los metros cuadrados que hay que dejar libres por persona. Todos queremos volver a la presencialidad completa. Si no lo hacemos no es por falta de voluntad -sostiene-. Tenemos que ser muy responsables. Entendemos a los padres y a las madres, yo como padre también lo vivo y es complicado pero no podemos pedirles a las escuelas que solucionen el tema solas. Todos debemos comprender la nueva realidad. Con las familias que manifiesten problemas para organizarse se analizará caso por caso y se verá qué se puede hacer y cómo ayudar”, sostiene el vicedirector.
En el colegio Lincoln La Lucila, que como tantos otros comenzó las clases la semana pasada por tener un calendario especial, el retorno a las aulas fue gradual y escalonado. “En esta primera etapa hemos diseñado un programa híbrido que incluye clases presenciales y virtuales según las necesidades de cada grupo etario. Los alumnos de primaria vienen todas las mañanas por ser el grupo que tiene más desafíos con la virtualidad, y durante las tardes, en un sistema de rotación, es el turno de los alumnos de la escuela media. Nuestro modelo prioriza la presencialidad, pero también contemplamos aquellos casos de alumnos que no pueden asistir a clases”, confirma Madeleine Maceda Heide, directora general de la institución.
St George’s College adelantó que tendrá un formato híbrido de 4 clases presenciales y otro módulo virtual en el turno que no vayan al colegio. “Todos irán todos los días 4 horas en burbujas de a 15 alumnos. Como tenemos lugar, podemos hacerlo. Primaria y jardín irán a la mañana y la secundaria se dividirá entre mañana y tarde. Los que van a la mañana, tendrán clases on line a la tarde, y viceversa”, explica María Chuburu, directora ejecutiva de la oficina de Comunicación y Desarrollo. Durante estos meses, el tradicional colegio amplió su infraestructura y readaptó diversos espacios para preparar el regreso. “Naturalmente, tanto los alumnos como los maestros tienen que cambiar su foco. Tendremos que hacer cosas diferentes de una forma en la que nunca lo hemos hecho antes. Pero la relación de profesores y docentes seguirá siendo tan importante como antes”.
A pesar de las restricciones y ciertas dificultades en relación a la logística, algunos prefieren ver el vaso medio lleno: “Después de un año escolar ciento por ciento virtual, con los chicos en casa todo el día, haciendo malabares entre cuestiones domésticas y laborales, creo que estoy apta para llevar a cabo cualquier organigrama”, asegura Natalia Wachs, que trabaja en comunicación. “Afortunadamente soy independiente y eso me permite poder adaptarme a las medias jornadas que por ahora brindará la escuela de mis hijos. Por lo que nos comunicaron, irían tres días por la mañana y dos por la tarde, 4 horas por jornada. Y cuando estén en casa, tendrán clases virtuales como el año pasado. Creo que todos tenemos que aprender a convivir con esta nueva modalidad dual. En lo personal, me organizaré una vez más en función de la escuela, dado que es prioridad tanto para ellos como para la familia”, dice Natalia, que tiene dos hijos en 2º y 5º grado que asisten al Beth School.
A pesar de que la mayoría de las escuelas optaron por la presencialidad parcial, hay algunas que ya confirmaron a los padres que será completa. Es el caso del Jesús María, que de todas maneras aclara que sigue vigente la posibilidad de bimodalidad, articulando lo presencial con lo virtual cuando sea necesario. “La asistencia a las clases presenciales será de lunes a viernes jornada completa. Lamentablemente aún no estamos autorizados para habilitar el servicio de comedor ni de almuerzo en el edificio”, aclaran. Esa restricción también obligará a los padres a reorganizarse, aunque muchos piensan hacer pool de almuerzo e, incluso, en la posibilidad de que los chicos coman en algún bar o confitaría cerca del colegio cuando se trate de los grados más grandes o estén en secundaria.
El Tarbut y el Arlene Fern son otros de los colegios que comunicaron a los padres que habrá presencialidad completa en todos sus niveles. Y el Islands International School brindará esta modalidad a partir de 7º y secundaria. También con la obligación de retirarse en el horario del almuerzo y reingresar por la tarde. Sin dudas será una prueba de fuego seguida de cerca por toda la comunidad educativa: si logran articular ambos turnos será un espejo para muchos colegios privados que aún no ofrecen presencialidad completa. Pero si la articulación no logra ser del todo exitosa, implicará un llamado de atención para todos los involucrados: instituciones, padres y alumnos.
“Este inicio escolar es solo un punto de partida, no es que va a ser todo el año así –sostiene Lehmann–. Las escuelas queremos ser parte de solución, pero no podemos serlo toda”.
Fuente: Laura Reina, La Nación