Hoy María Elena Walsh hubiera cumplido 91 años: 91 años de una artista todoterreno, difícil de encorsetar. Compositora, poeta, cantante, cupletista, narradora, dramaturga, guionista, autora de algunas de las páginas más bellas de la literatura nacional y de las canciones que todavía tararean adultas y adultos, niñas y niños. 90 años también de una mujer osada, que transgredió normas pero sobre todo los roles y expectativas de género de su época.
Quienes la conocieron la recuerdan como una mujer osada, que transgredió los roles y expectativas de género de su época.
“Las mujeres, como los negros, los colonizados, la clase trabajadora, a medida que tomamos conciencia, menos queremos dádivas; queremos lo que nos pertenece por derecho y nos arrebatan día a día, es decir, todo. Las mujeres, que fuimos custodias de la vida –para que fuera rifada en guerras– queremos más que nunca defenderla de los fabricantes de muerte. Pero según, cómo y cuándo lo determinemos nosotras (…) Releo esta carta escrita al correr de la máquina y supongo que puede resultarte agresiva. Lo siento. No pude hacerla peor. Por más que aguce el estilo me es imposible reflejar la agresividad de una villa de emergencia, de un aborto clandestino, de los precios de la farmacia. Estos ingredientes configuran un naufragio en el que las mujeres y los chicos entran primeros. Así como en los éxitos nacionales nos colamos por la retaguardia. Gracias, caballeros”.
Carta a una compatriota (Revista Extra – 1973)
“Aquí yace una pobre mujer que se murió de cansada. En su vida no pudo tener jamás las manos cruzadas. De este valle de trapo y jabón me voy como he venido, sin más suerte que la obligación, más pago que el olvido. Aleluya, me mudo a un hogar donde nada se vuelve a ensuciar. Nadie me pedirá de comer, en mi última morada no tendré que planchar ni coser como condenada.”
Requiem de Madre (1973)
«Toda su obra está pensada, sentida y sufrida a partir de la experiencia de la prepotencia masculina”, dice la escritora Gabriela Massuh, autora del libro “Nací para ser breve: María Elena Walsh. El arte, la pasión, la historia, el amor”.
“María Elena Walsh reflexionó sobre la condición de la mujer de manera poética, musical y existencial. Ella no escribe para las mujeres, sino desde su consciencia de mujer. Y es una consciencia aprendida con dolor, aprendida con la experiencia de la prepotencia de los gobiernos de los años 40 en la Argentina, aprendida desde la prohibición pequeño-burguesa, desde el ejemplo de su madre… Toda su obra está pensada, sentida y sufrida a partir de la experiencia de la prepotencia masculina”.
Quien habla con Infobae es la escritora Gabriela Massuh, autora del libro Nací para ser breve: María Elena Walsh. El arte, la pasión, la historia, el amor, en el que comparte un reportaje que le hizo a principios de los 80 durante siete meses de quimioterapia a la mujer a la que considera un enorme amor en su vida, la misma que la ayudó a cambiar su visión política de la vida.
“(…) mujermente agobiada de plumeros. Nos amenazan hortalizas, nos corren copas, números, pelusa, nos arrebatan tiempo reservado para comprar una porción de sueño. En la suma de los pañales y el tintineo de los desayunos, en repetidas dosis de mercado y en la elaboración del miedo se nos va, se nos va el latido que dedicábamos a la locura. Y los que calzan sombra masculina, heredado poder, cómodo imperio, ordenan nuestra humana servidumbre mientras se ponen seriamente a fabricar los tajos de la guerra, el obstinado pan del sufrimiento”.
Oda doméstica (Poemario “Hecho a mano” – 1965)
Más palabras que pinceles
María Elena Walsh nació un sábado de 1930 y se crió en la localidad de Ramos Mejía. Fue la segunda hija de Enrique Walsh, empleado ferroviario de ascendencia inglesa e irlandesa, y de Lucía Monsalvo, una argentina con genes andaluces. El ensamble familiar incluía a otra niña cinco años mayor que María Elena y a cuatro niños del primer matrimonio del padre.
Sus biografías resaltan una infancia libre en el far west bonaerense. Una casona con un piano y un papá que jugaba y rimaba al ritmo de cancioncitas de tradición inglesa. De ese varón heredó además la pasión por la lectura. Su mamá era una señora de pocas palabras, que rechazaba la ostentación y cocinaba dulces.
A los 12 años María Elena Walsh ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano, en la Capital Federal, porque le gustaba dibujar. Pero no le hizo falta mucho tiempo para distinguirse por sus palabras más que por los trazos de los pinceles.
Con solo 15 años, uno de sus poemas apareció publicado en la revista El Hogar, y en 1947 pagó con sus ahorros la impresión de su primer libro de versos Otoño imperdonable, que celebraron con entusiasmo escritores del tamaño de Juan Ramón Jiménez, Jorge Luis Borges y Pablo Neruda.
En una reunión feminista, con Eva Giberti (Fundación María Elena Walsh)
Una feminista de avanzada
La biblioteca de su juventud sumó textos de Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Doris Lessing y Victoria Ocampo. Estas grandes de la cultura del siglo 20 fueron más tarde tema de varios trabajos en los que Walsh se rebeló contra la subordinación de las mujeres.
“¿Quién dijo que el feminismo no es integración humana? ¿Y quién dijo que Victoria no era feminista? Es que una dama, tan culta, tan bella, académica, para colmo, no puede, mejor dicho no debe ser feminista. (…) La palabra feminista asusta a muchas personas. Sobre todo a las que temen al ridículo».
Sobre la ideología de Victoria Ocampo. Feminismo y no-violencia (Clarín – 1973)
“Era complicado hacerse un lugar en un mundo dominado por hombres. Y sobre todo una voz como la de María Elena, donde la marca de género es portada con mucho orgullo. Fue una intelectual feminista”, explica el biógrafo Sergio Pujol en uno de los capítulos de la serie documental Memoria Iluminada.
En uno de los capítulos de la serie «Memoria Iluminada», Pujol, su biógrafo, destaca que su «marca de género es portada con mucho orgullo».
“Sucede que ya no aguanto / que en la calle me grités / a la primera de cambio: / “¡Tenías que ser mujer!” / Soy mujer y me equivoco / pero vos, ¿quién te creés? / ¿Valentina la astronauta, / Evita, sor Juana Inés? / Sos el león de la Metro, / mucha porra y poco rey. […] Conmigo te equivocaste / de programa y de canal. / Me tomaste por tu abuela / que aguantó sin pestañear. / Si tenés el monopolio / del acierto universal / yo te dejo vía libre / pero vos, dejame en paz. / Y cuando las papas quemen / ¡arreglate sin mamá!
La feminista (Poemario “Hecho a mano” – 1965)
“Usted puede ser hombre o mujer, el machismo tampoco es cuestión de genes: poca gente más que algunas mujeres, sólo que ellas lo son por instinto de conservación, por despiste, por imitar a los hombres, por comodidad o porque así las dejan hablar por TV. Usted también lo es por todas estas razones pero además porque se cree superiorcito: hace unos 10.000 años que le pasan el aviso y claro, usted sigue comprando un producto inexistente”.
Sepa por qué usted es machista (Revista Humor – 1980)
«Sepa por qué usted es machista» es un texto célebre de María Elena Walsh que hoy cobra más vigencia que nunca. Apareció originalmente en la Revista Humor en 1980.
Su percepción de falta de libertad durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón la exilió en Europa. Con Leda Valladares -poeta, folclorista y su pareja- formaron el dúo vocal “Leda y María” y vivieron cuatro años en París cantando ritmos típicos del noroeste argentino. Grabaron discos, actuaron en radios, estudios de televisión y en salas de varios países del continente. Algunas noches, personajes como Picasso y Chaplin las acompañaron desde el público.
En paralelo, María Elena Walsh comenzó a escribir y a musicalizar con la guitarra los primeros versos para chicos y chicas. Invitó a jugar con libertad, a volar, a imaginar, a romper con la realidad… y ninguna infancia fue la misma después de sus historias. A través de una maravillosa poética del absurdo, María Elena propuso otros personajes y discursos. Otro universo, diverso, de posibilidades, en donde también se ven sus marcas de género:
“Si ustedes alguna vez encuentran detrás de un árbol o detrás de cualquier cosa, a un inspector enanote y sabiondo que les dice que no es posible que existan un enanito y 7 Blancanieves, o que no es posible que exista cualquier otra cosa linda, ustedes pueden contestarle: Sí señor, existe, en el bosque de Gulubú”.
El enanito y las siete Blancanieves (“Cuentopos de Gulubú”, 1966)
“A la Princesa le gustó la idea y decidió, por una vez, desobedecer a su papá. Salió a correr y bailar por el jardín con la Mariposa. […] La Princesa está de jarana donde se le da la gana”.
Historia de una princesa, su papá y el príncipe Kinoto Fukasuka (“Cuentopos de Gulubú”, 1966)PlayMaría Elena Walsh y María Herminia Avellaneda en el legendario programa «La Cigarra»
Con sus artículos fabricó una trinchera tenaz contra la ferocidad de la última dictadura cívico-militar en Argentina, y ya recuperada la democracia, entre otros proyectos, se puso al frente, junto con Susana Rinaldi y María Herminia Avellaneda, del programa La Cigarra; un espacio insólito de reflexión y debate sobre y para mujeres.
Desde Memoria Iluminada, Rinaldi recuerda aquella experiencia emblemática de la televisión: “Los que nos pidieron hacer La Cigarra son los mismos que nos sacaron porque les dimos miedo. Nos atacaron por todos lados. Había ahí una etapa de la mujer desprevenida que le dio miedo a mucha gente».
En 1990 María Elena Walsh publicó Novios de antaño, una novelización de su niñez y adolescencia, que completó en 2008 con los recuerdos autobiográficos de Fantasmas en el parque. En esas páginas quiso dejar asentado que Sara Facio era su “gran amor, ese amor que no se desgasta sino que se transforma en perfecta compañía”. Walsh murió en enero de 2011, a los 80 años.
La prestigiosa fotógrafa Sara Facio fue su gran amor.
María Elena Walsh fue una transgresora auténtica, que supo darle completo significado a esa transgresión. Lo fue sexualmente, con la audacia de su creación artística y también en materia política. En diálogo con Infobae, así la recuerda la prestigiosa socióloga e historiadora Dora Barrancos.
“No fue una feminista de fuste, no fue una feminista de tono alzado, no fue una militante feminista, pero eso en todo caso es lo de menos. Porque no importa el rótulo, no importa cuán en nombre del feminismo se juegan los lances de la vida, lo que importa es la subjetividad irreverente y la conducta en consonancia”.
Fuente: Mariana Fernández Camacho, Infobae.