Cuentan que de chica, leía. Obsesivamente. Fran Lebowitz, la mujer que hace reír a Martin Scorsese, nació en New Jersey en 1950 y viene afilando sus uñas desde entonces. Hoy es la protagonista de «Supongamos que Nueva York es una ciudad», el documental del director que acaba de subir a Netflix.
Leía ante todo, leía y no hacía la tarea, leía y le iba tan mal en la escuela que la terminaron cambiando a una escuela episcopal donde más o menos mejoró pero de donde la terminaron expulsando: no le iba bien con las reglas. También la echaron de otro colegio, el Morrison High School: no iba a todas las actividades.
¿Burra? Para nada: apenas la echaron, se presentó a un test de nivel que equivale a haber terminado el secundario. A los 19 años dio el paso: dejó New Jersey, vivió un poco en Nueva York y un poco en Boston, sobrevivió escribiendo monografías para los estudiantes. Es decir, estudiando.
En sus calles. Fran Lebowitz en el documental del Scorsese «Supongamos que Nueva York es una ciudad». (Foto: Netflix)
A los 20 se instaló en Nueva York. Para sobrevivir, limpió casas, fue taxista y hasta escribió pornografía. A los 21 empezó a escribir en una pequeña revista de cultura y política, Changes: también vendía publicidad para sostener su espacio. ¿Qué les daba? Una mirada ácida y mordaz.
Entonces Andy Warhol la contrató para la revista Interview.
De qué se ríe Scorsese
Lo verán reír en el documental. Ella habla, él ríe. Y en esa risa se ve una amistad y una complicidad de años.
No es raro. Lebowitz ha escrito cosas como: “Todos los hijos de Dios no son hermosos. La mayoría de los hijos de Dios son, de hecho, apenas presentables»; «Piensa antes de hablar, lee antes de pensar“ . O «Si tus fantasías sexuales fueran realmente de interés para los demás, dejarían de ser fantasías».
«Cuando es necesario salir de casa, deben estar preparados, como yo, para lidiar con los hábitos personales desagradables de los demás. Eso es lo que significa ‘público’»
Fran Lebowitz
Aparte de su aparición anecdótica en El lobo de Wall Street (2013), Lebowitz fue la estrella de un primer documental que Scorsese estrenó en 2010 en HBO llamado Public Speaking, que incluía monólogos de la escritora y conversaciones con el cineasta grabadas en su bar favorito, el Waverly Inn.
Supongamos que Nueva York es una ciudad es una continuación de esa conversación, aderezada con apariciones de Lebowitz en programas televisivos y charlas con público e imágenes de archivo de ese Nueva York de los 70, en el que convivían Charles Mingus y los New York Dolls.
En 1978 publicó su primer libro, Metropolitan Life, una colección de artículos cómicos en gran parte publicados previamente en las revistas Interview y Mademoiselle, al que siguió Social studies (1981).
«El Dalai Lama necesitaría un solo viaje en subte para convertirse en un lunático furioso»
Fran Lebowitz
Allí escribió, por ejemplo: «Entiendo, por supuesto, que muchas personas encuentran objetable fumar. Ese es su derecho. Les aseguro que sería la última en criticar a los que se molestan. Yo misma encuentro muchas cosas objetables. Sentirse ofendido es la consecuencia natural de salir de casa. No me gustan las lociones para después del afeitado, los adultos que patinan, los niños que hablan francés o cualquiera que esté excesivamente bronceado. Sin embargo, no ando promulgando leyes y colocando carteles. En privado evito a esas personas; en público son dueños del lugar. Yo me quedo en casa tanto como sea posible y ellos también deberían hacerlo. Sin embargo, cuando es necesario salir de casa, deben estar preparados, como yo, para lidiar con los hábitos personales desagradables de los demás. Eso es lo que significa ‘público’».
Asidua del Studio 54, Lebowitz se convirtió en una celebridad y empezó a colaborar desde sus primeros tiempos en el show televisivo de David Letterman. Se ha mantenido activa como columnista en revistas como Vanity Fair, como conferenciante e incluso como actriz, con el papel recurrente de la jueza Janice Goldberg en la serie Law and Order (2001-2007).
Siempre fiel a su estética masculina, enemiga declarada del teléfono celular y la computadora -dice no tener ninguna de las dos cosas-, como escritora sólo volvió a publicar un libro infantil en 1994, «M. Chas and Lisa Sue Meet the Pandas«.
Scorsese la compara con un músico de jazz, dice que lo suyo es el arte de conversar, la improvisación, y el documental da buena muestra de ello.
Las anécdotas de su vida personal se entremezclan con su visión de Nueva York. Los siete episodios de 30 minutos cada uno se estructuran por temas: cultura, transporte urbano, deporte y salud o gestión presupuestaria que en realidad solo son una excusa para que Lebowitz vaya por sus propios derroteros.
Es contundente, radical en sus opiniones, no deja títere con cabeza. Autoconsciente de su carácter difícil exprime con humor su misantropía al hablar de los turistas, el dinero, el engañosamente sencillo arte de caminar por Times Square o el metro de Nueva York.
«El Dalai Lama necesitaría un solo viaje en subte para convertirse en un lunático furioso», dice en un momento del documental.
Supongamos que Nueva York es una ciudad convierte los pensamientos de Lebowitz en una guía del pasado y el presente de la ciudad, teñida de cierta nostalgia que las restricciones derivadas de la pandemia de coronavirus no hacen más que acentuar.
Con información de la agencia EFE
Fuente: Clarín