A ochenta años de la muerte de James Joyce, el autor del «Ulises», la obra que marcó un antes y un después en la literatura contemporánea, tres autores argentinos vinculados con la escritura del escritor irlandés -Carlos Gamerro, Edgardo Scott y Luis Gusmán- dan testimonios de sus experiencias joyceanas en el mundo de la crítica, la traducción y las vivencias personales.
Gamerro, autor de una guía de lectura del «Ulises»; Scott, el traductor de la última edición de «Dublineses» y Gusmán, estudioso del autor clásico, cuya cita se resignifica en su novela «En el corazón de junio», son tres referentes para hablar del escritor nacido en el suburbio de Rathgar (Dublín) en 1882 y que pasó décadas viviendo fuera de Irlanda. Murió en Zurich el 13 de enero de 1941 a la edad de 58 años, tras ser operado de una úlcera perforada.
«Siempre las efemérides son una excusa para poder hablar de aquello que es perfectamente actual, perfectamente vigente», dice a Télam el escritor Scott, nacido en Lanús en 1978. «Joyce es un ejemplo: él había dicho sin falsa modestia que los académicos se ocuparían de él por tres siglos. Ya pasó uno y yo supongo que serán más de tres», sostiene el traductor de «Dublineses», que en marzo publicará el sello Ediciones Godot.
El «Ulises» que el año que viene cumple cien años -señalada como la gran novela del siglo XX- tiene una complejidad en su trama, en la decodificación de la historia, en las referencias literarias y culturales explícitas o implícitas, una dificultad que ha hecho que más de un lector avezado haya decidido abandonarla o leerla salteada. Sin ir más lejos era la propuesta del gran «lector» argentino Jorge Luis Borges.
Hasta el momento hay cinco traducciones al español de la monumental obra, dos en España y tres argentinas, entre ellas la edición crítica con comentarios y notas de Rolando Costa Picazo publicada por la editorial Edhasa. Pero para aquellos que quieran tener la aventura de recorrer ese día que transcurre en la novela, en Argentina hay una pieza fundamental: «Ulises, claves de lectura», la traducción que estuvo a cargo Gamerro. Un libro publicado en el 2008 por Interzona que funciona como el hilo de Ariadna por el complejo laberinto narrativo del escritor irlandés.
«Joyce ha sido uno de los autores extranjeros que más ha influido en la literatura argentina del siglo XX: su escritura, desde ‘Dublineses’ hasta ‘Finnegans Wake’, absorbe e incorpora lo mejor de las vanguardias europeas, desde el expresionismo al surrealismo, desde una posición periférica, de país colonizado y en proceso de descolonización: demuestra que la modernidad es posible en todas partes, que la vanguardia no es el coto privado de los países centrales», analiza Gamerro.
El escritor destaca que Joyce «convirtió el inglés de Irlanda en la variedad más prestigiosa, como Borges haría luego con el español rioplatense» y precisa que el irlandés «escribe una literatura eminentemente urbana, como Arlt o Marechal y experimenta con todos los géneros, literarios y no literarios, incluyendo el cine, como Manuel Puig».
«También interroga la relación entre literatura, activismo y militancia política, como Rodolfo Walsh, crea un mundo ficcional que se desenvuelve de una obra a otra y en el espacio entre sus obras, como harían posteriormente William Faulkner, Juan Carlos Onetti y Juan José Saer», asevera el autor del premiado libro «Facundo o Martín Fierro».
Scott, en su experiencia de traducir -o retraducir- «Dublineses», cuyos relatos leyó por primera vez cuando tenía diecisiete años sin saber nada de Joyce ni de su prestigio, comprobó «una vez más» el genio del escritor: «es fácil decir ‘genio’ – la originalidad, la destreza para encontrar soluciones formales, nuevas soluciones formales para inventar la subjetividad de una época», asegura el autor de «El exceso» .
«A Joyce y a Chejov le debemos casi toda la narrativa breve norteamericana del siglo XX, lo cual significa una parte influyente de la narrativa de todos lados. Los procedimientos que utiliza en ‘Los muertos’ por ejemplo, la manera de cambiar de cuadro anticipa el montaje de un tipo de cine de autor que todavía miramos», analiza Scott, quien en la actualidad reside en París.
Gamerro se refiere a cómo la investigación del lenguaje de la conciencia en «Ulises», y el de la inconsciencia, en «Finnegans Wake», completa el proyecto de Freud y permite el de Lacan, «y no hace falta destacar la importancia que esto puede tener en la cultura más psicoanalítica de Latinoamérica», afirma el escritor.
En otro recorte Gamerro señala que «las grandes novelas del boom, ‘Rayuela’, ‘Cien años de soledad’, ‘Conversación en la Catedral’, ‘Yo el supremo’, ‘El obsceno pájaro de la noche’, ‘Paradiso’, ‘Tres tristes tigres’ (precedidas por ‘Adán Buenosayres’), son todas versiones del ‘Ulises’ traducido a la literatura de cada uno de esos países y autores». Y agrega: «Ulises es la novela que les dice que un país periférico, atrasado y oprimido no tiene por qué escribir una literatura de esas mismas características, sino que puede asumir un lugar totalizador, triunfante y vanguardista».