2020, el año del arte mediatizado: retrato de una crisis que abre nuevos paradigmas y debates
Cerrado por pandemia. Casi una faja de clausura que según el punto del mundo donde se esté parado, se puede mantener. Este 2020, en lo que hace al arte, será recordado por dos grandes temas: la crisis de las instituciones sin visitantes y la virtualidad como medio de contacto, no solo para las espacios públicos o privados, sino también para los mercados, como las ferias.
Durante el confinamiento surgieron en todo el planeta las exposiciones virtuales, las visitas guiadas, un sinfín de conferencias e incluso se crearon museos en la web, concursos y, por supuesto, retos para involcurar al las personas desde otro lugar. Parece que transcurrió una eternidad, pero fue hace apenas 8 meses cuando ciudadanos de todo el mundo recreaban obras de arte en sus casas.
A lo museos les tocó uno de los retos más difíciles durante estos tiempos de incertidumbre: ¿cómo reconfigurarse?, ¿cómo suplir la ausencia de público que son -en muchos casos- el mayor sostén? La última encuesta realizada por el Consejo Internacional de Museos (ICOM) a sus 900 miembros reveló que el 30,9% de estas instituciones despedirá a una parte de sus trabajadores permanentes y al 46,1% de los temporales. Todo para seguir existiendo.
Para el 68,5% de los museos la principal fuente de ingresos de su presupuesto anual proviene de fondos públicos, y para el 25,8% de fondos privados. Y se sabe que ante las crisis, los países suelen retocar mucho más las cajas de los bienes simbólicos como la cultura. Por otra parte, el 33,8% aseguró que la mayor parte de su presupuesto lo recaudan gracias a los ingresos propios. Y aquí una ecuación similar, pero de microeconomía familiar: cuando se recortan gastos en un presupuesto, las necesidades tienen prioridad ante le gustos.
Por lo que más allá de las cifras hoy conocidas, el avance de la crisis que generó la pandemia es aún una incognita en muchos sentidos. “Con el cierre de los museos, el número de visitantes ha disminuido drásticamente, lo que ha tenido graves consecuencias económicas, especialmente para los museos que dependen principalmente de los ingresos”, explicaron desde el ICOM.
El trabajo dejó en evidencia que el modelo del museo de fondos públicos tuvo menos dificultades que el privado. Por tal motivo los más perjudicado fueron los espacios de Estados Unidos, basado en la aportación privada y de la venta de entradas y producto cultural. Y, en contraposición, los europes pudieron hacer frente a la crisis con algo menos de ahogo financiero. Los museos sostenidos con fondos públicos, por ejemplo, reducieron menos programas y horas de apertura y despedieron a la mitad de personal que los museos sustentados por privados.
En el año de la pandemia, las fronteras entre lo presencial y lo virtual se borraron (Shutterstock)
Por nombrar un ejemplo emblemático, el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York anunció una reducción de 45 millones de dólares de su presupuesto anual y un 17% menos de la planta de personal. El presupuesto para exposiciones pasó de 18 a 10 millones de dólares para el año fiscal (julio 2020 a junio de 2021), al igual que el de las publicaciones que se redujó a la mitad. El presupuesto anual se limitó a USD 135 millones en vez de los 180 millones planificados antes de la pandemia. “Aprenderemos a ser una institución mucho más pequeña”, dijo Glenn D. Lowry, director del MoMa desde 1995.
El Museo de Brooklyn sacó a subasta 12 importantes obras de artistas como Courbet, Corot y Cranach ‘el Viejo’ para poder pagar sueldos y el mantenimiento del resto del acervo del espacio. En Inglaterra, la Royal Academy de Londres llegó a evaluar la venta de una escultura de Miguel Ángel para evitar el despido de 150 trabajadores. Lo que sucederá tras la segunda ola aún está por verse.
El efecto de la pandemia se replicó con mayor énfasis en aquellas instituciones que se insertan en la ruta preciada del turismo masivo mundial, como el Museo de Louvre, que en palabras de Alberto Vial -responsable de la política internacional del espacio parisino- pasó de ser “el museo más visitado del mundo al más vacío del mundo”. Aunque el repliegue en el formato virtual fue exitoso: llegaron a recibir diez millones de visitas en una semana, cuando suele recibir esa cantidad en un año.
Durante el confinamiento el Museo del Prado (Madrid) tuvo que contratar más servidores (de 2 a 10) para soportar las visitas a la web, y el Louvre multiplicó por diez en un día (el 19 de marzo), sus visitantes virtuales, de 40.000 a casi 400.000.
El director de la Galería Uffizi de Florencia, Eike Schmidt instó a no volver a la situación anterior “no virtuosa”, caracterizada por un consumo rápido y superficial del arte. “Hoy existe la posibilidad de experimentar otra forma de turismo, otra forma de visita al museo, que espero sirva como un nuevo paradigma”, se esperanzó.
Una galería vacía de visitantes en el museo del Louvre, cerrado como parte de las medidas tomadas por el gobierno francés para prevenir la propagación de la enfermedad del coronavirus (COVID-19) en París, Francia, el 4 de diciembre de 2020 (REUTERS / Benoit Tessier)
El desplome de visitantes en los museos se traduce en pérdidas millonarias: el Metropolitan de Nueva York estima que perderá 150 millones de dólares este año; el Prado dejará de ingresar cerca de 20 millones de euros y, solo en un mes de cierre (abril), los Uffizi perdieron 10 millones.
Más allá del acceso más democrático que permite la virtual, al momento de vivir el arte nada puede reemplezar lo presencial, sostienen algunos especialistas como Américo Castilla, fundador de la Fundación TyPA y ex director nacional de patrimonio y museos de Argentina (2003-2007), y del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires (MNBA), de 2005 a 2007.
“Entre la materialidad y la virtualidad, entre el objeto y lo digital, la presencia física sin duda es una gran ventaja, no solo por el ‘aura’ -si es que la hay- de las obras de arte sino también por la experiencia colectiva que genera. Muchos museos se han esforzado por mostrar sus colecciones on-line. No está mal pero no la reemplazan . Las exposiciones cuando están bien realizadas presentan una serie de enigmas a dilucidar donde las piezas o los artefactos son sus atractivos componentes. Esa narrativa, como en la literatura o las artes escénicas, invita a la participación del visitante”, dijo Castilla.
En ese pensamiento, también se alinea el actual presidente del MNBA, Andrés Duprat: “La pandemia ha hecho que los museos cierren al público. A partir de allí estas instituciones han redoblado esfuerzos a través de las redes para acceder a colecciones y múltiples formas de participación a distancia. Pero ninguna de estas herramientas sustituye la visita física a un museo y todo lo que ello implica, como recorrer un edificio, perderse en sus galerías, en sus laberintos, demorarse frente a algunas obras, y sorprenderse con nuevos hallazgos”.
La experiencia del arte virtual, ¿llegó para quedarse? (Shutterstock)
En Argentina, hubo cierres temporarios pero no despidos masivos de personal. Y hasta se concretó una alianza inédita entre Fundación Proa, el MNBA, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y el Malba que, bajo la denominación Red Argentina de Museos y Espacios de Arte (RAME), convocó a museos de todo el país a iluminar sus fachadas y visibilizó el rol que cumplen estas instituciones en la ampliación del espacio público y la reconstrucción de lazos sociales.
La formación de RAME, trajo aparejado un nuevo-viejo debate, que tuvo en Juan Ignacio Muñoz, director del museo José A. Terry de Tilcara, Jujuy, la primera de las voces en levantarse -pero no será la última-, con respecto a la diferencia distribución de las arcas del Estado entre los espacios de la Ciudad de Buenos Aires y los del resto del país y también sobre cuál debe ser el rol social.
“Los museos no pueden reabrir las puertas para ser las mismas instituciones que cerraron en marzo. Si tenemos que generar un debate en torno a la reapertura de los museos, creo que éste debería pasar por cómo deben ser los museos y qué cambios deben hacer para estar a la altura del momento histórico”.
“Si queremos que la comunidad considere los museos como instituciones esenciales en este momento, tal vez debemos comenzar por salir al encuentro de algunos de aquellos grupos que han sufrido en mayor medida el impacto de la pandemia. ¿Están algunos de estos grupos entre los destinatarios principales de nuestras propuestas o vamos a abrir solo para que vuelvan los seguidores de siempre? ¿Vamos a trabajar en una redistribución equitativa del capital cultural o vamos a seguir profundizando la brecha?”, escribió en una columna para Infobae Cultura.
arteBA, como muchas otras ferias del mundo, tuvieron una feria virtual
La migración al espacio virtual impulsó debates acerca de cómo reformular muestras pensadas originalmente para el formato presencial. Esto no solo sucedió en museos, sino también en galerías y ferias.
Muchas ferias del mundo hicieron su propia versión online, otras en cambio se subieron a plataformas de arte preexistentes, como fue el caso de arteBA, la más importante de la región, que subió su catálogo de expositores a Artsy, que tuvo alrededor de 185 mil visitantes, aunque no se aclaró cuántos usuario únicos. Esto trajo aparajado nuevos debates y conclusiones.
Noah Horowitz, director de Art Basel Miami, otra de las ferias que no tuvieron formato físico, comentó: “Lo que antes había tardado años se consolidó ahora en semanas. En primer lugar, la transparencia de los precios. Conseguir que las galerías tengan la voluntad de mostrar los precios fue una batalla cuesta arriba que tomó décadas. Y cuando inauguramos los Viewing Rooms de Basel Honk Kong, en marzo, uno de los requisitos era que cada galería debía publicar los precios. Y fue extraordinario”.
“La pandemia está acelerando cambios estructurales que ya estaban en marcha. Creo que la lección es el cambio; cambios estructurales que están ocurriendo mucho más rápido, y eso asusta a las personas. No quiero demostrar un falso optimismo pero hago este trabajo desde hace tres décadas y siempre, siempre, hemos subestimado la habilidad del ser humano a adaptarse a las crisis. Sí, el futuro va a ser diferente pero nos adaptaremos”, dijo el economista Paul Donovan, jefe de Global Wealth Management Chief Economist UBS, en un encuentro del que participaron economistas y analistas de arte.
Una mujer con mascarilla se desinfecta las manos con gel hidroalcohólico antes de entrar en un museo en Viena (EFE/EPA/FLORIAN WIESER)
De acuerdo al informe anual Hiscox -un referente del sector- las ventas en internet se dispararon: los coleccionistas que compran arte en la web subieron del 44 al 67 por ciento.
Con el tiempo, se empezó a prefigurar una escena de convivencia entre ambos soportes, un modelo híbrido de exhibición que aún está en ciernes pero que ya ha comenzado. En el Museo Reina Sofía de Madrid. “estamos yendo poco a poco, ensayando modos de cruce entre presencialidad y virtualidad en las actividades públicas”, dijo la investigadora Ana Longoni, que desde hace dos años se desempeña como directora de Actividades Públicas del emblemático espacio madrileño.
Y sumó su diagnóstico: “Creo que esta pandemia ya está generando una enorme crisis de la que ojalá emerjan otros modos de vida y no solo en el ámbito cultural. Si los museos eran ámbitos clave del llamado capitalismo cognitivo, y recibían un incesante flujo turístico, hoy se están repensando en su función, en tanto espacio público y foro de debate que interpela a quienes los recorren, no como una visita fugaz sino como la posibilidad de un habitar persistente y colectivo”.
La investigadora Diana Wechsler, directora artística de Muntref y Bienalsur, advirtió: “Lo presencial no puede ser reemplazado. Los cuerpos en el espacio producen situaciones y experiencias que no pueden sustituirse. Sin embargo, los formatos virtuales pueden funcionar como complementos, como memoria de una presentación y como sitio para el estudio de las muestras”.
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Volviendo al caso arteBA y su paso por Artsy, esto abrió una nueva discución sobre si algunas ferias de arte tendrán o no vida en el futuro. Un debate precoz, es cierto, pero acaso si la virtualidad permite entre otras cosas un mayor conocimiento de los precios y por ende un acceso a nuevos coleccionistas, cuál sería la necesidad de abandonar una fórmula que, con mucho optimismo, se considera superior.
Esa es la lectura que se puede hacer de la movida que realizó Meridiano, la Cámara Argentina de Galerías de Arte Contemporáneo. Esta institucion, en asociación con la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI), y con la Cancillería Argentina, también su unió a Artsy – líder en el mercado de arte online internacional con 3.000 galerías asociadas en más de 100 países.
Así, Meridiano, cosiguió que más de 30 galerías de distintos puntos del país, que representan unos 600 artistas, tengan una presencia sostenida y una promoción en la exitosa plataforma online. O sea, si el mundo se vuelca hacia lo virtual porqué no hacerlo uno mismo. Ahora, el debate sobre los costos de permanecer en esta vitrina virtual y la posibilidades reales de ventas qué produce -ingresos- está por verse.
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Los museos sin muros
En un diálogo con Infobae Cultura, Luisella Mazza, ejecutiva responsable de Operaciones del Instituto Cultural de Google, o sea, quienes llevan adelante la plataforma Google Arts & Culture, comentó: “Lo virtual, como nuestra plataforma, no reemplaza ni reemplazará la visita tradicional a un museo. Es sí una oportunidad paralela que abre quizá puertas a más detalles, a educarse y saber más antes de viajar. Sabemos que es importante llegar a un lugar con información y muchos usuarios lo utilizan en este sentido”.
Google Arts & Culture nació en 2011, exhibiendo material de 17 museos. Hoy, supera las 2000 instituciones culturales de 80 países, con más de 6 millones de piezas (fotos, manuscritos y otros documentos de arte, cultura e historia), más de 400 mil obras de arte y más de 10.000 exhibiciones digitales. En ese sentido, han sido los primeros en entender lo virtual como un canal de experiencias artísticas.
¿Comienza la era de los museos virtuales? (Shutterstock.com)
“Hay varios museos que ya empezaron a mostrar el total del acervo, no solo en Google Arts & Culture, sino en varias plataformas. Están subiendo mucho más de lo normal. Por ejemplo, el Rijksmuseum de Amsterdam ha compartida más de 300 mil obras en la plataforma del siglo XVIII y XIX. Hay más de dos mil imágenes del MET de Nueva York. Estamos viendo que hay cada vez más museos que quieren compartir su archivo y nosotros estamos disposición para ayudarlo de forma técnica”, dijo.
Es que más allá de la virtualidad como remedio momentáneo, se consolidaron este año nuevos espacios, más allá de Artsy y se lanzaron plataformas e insluso se organizaron eventos para vivir en la nube. Entre ellas Uxart, un museo virtual que reúne más de 50 obras icónicas del arte argentino o laDiderot.art, que nació en 2017 como el primer e-commerce de arte contemporáneo argentino, no físicó, ya presentó este año su propia sala de exhibición que se puede navegar como si fuese una física, con audioguías y contenido en videos para enriquecer la experiencia.
También surgieron espacios de comercialización de otros emprendedores como Viralizá Arte, Sitio de arte e incluso se realizaron recorridos privados por museos del mundo, como The Art Break y se realizó Untitled, Art Online, la primera feria de realidad virtual del mundo. No serán las últimas. La pregunta sobre la saturación de oferta con respecto al mercado es otro interrogante que queda abierto. ¿Pueden las obras de arte bajar su precio ante una competencia más abierta y plural?
El martillo virtual
Las salas de subastas tuvieron una ventaja. Antes de la pandemia, cualquier persona del mundo podía adquirir una obra vendida en China desde EE.UU. Esa práctica se reconfiguró y el salto al mundo virtual fue rápido y exitoso (por lo menos más de lo esperado). En junio, Christies ensayó un nuevo modelo de subasta que retransmitió en directo y que tenía lugar en cuatro ciudades a la vez (Hong Kong, París, Londres y Nueva York).
El «Tríptico inspirado en la Orestíada de Esquilo» (1981) de Francis Bacon, la obra más cara subastada en 2020 (REUTERS / Henry Nicholl)
Hubo ventas importantes, entre ellas un tríptico deFrancis Bacon superó los USD 84 millones, un Lichtenstein llegó a los 46 millones y un Miró por USD 28 millones, por nombrar algunas. Lo positivo para las casas de subasta es que las crisis las golpeó menos de los que esperaban, pero eso no sigifnicó mejorar las cifras de años anteriores.
La parisina casa de subastas Artcurial reportó un total de US 180 millones en ventas, lo que significó una baja del 19 por ciento en comparación con 2019, cuando las cifras llegaron a USD 223,4 millones. Sotheby’s reportó ventas globales totales por más de USD 5 mil millones, mientras que Christie’s llegpo a los USD 4.4 mil millones, pero como ambas casas de subastas son empresas privadas, no se conocen sus márgenes de beneficio. En ese sentido, las ventas de Sotheby’s superaron los USD 4.8 mil millones de 2019, mientras que la de su rival tuvieron una baja del 25% con respecto al año pasado.
La marcada ventaja de Sotheby’s se debe en gran parte a una mejor adapatción a las ventas digitales innovadores., com más de 400 subastas en línea (un aumento del 30% con respecto al año pasado), que le concedieron más de $ 570 millones, alrededor de siete veces el valor de 2019 y un récord de la industria, afirmó la casa de subastas.
El año que vivimos en pandemia -que parece extenderse- ha generado un golpe de timón brusco en todo el sistema del arte. Una adaptación Darwiniana veloz para seguir siendo competitivos o simplemente para sobrevivir. Pero son muchas más las dudas que las certezas y solo el tiempo podrá disponer si la experiencia “híbrida” se mantendrá o, llegado el caso, será fagocitada por los caminos tradicionales.
Fuente: Infobae