«Si el rock fuese una película, acaba de terminar el segundo acto y está por empezar el tercero. No sé cómo continúa ni si será igual a lo que conocemos». Quien plantea este escenario es Gustavo Santaolalla, uno de los referentes musicales más importantes del país.
Este artista, compositor y productor entiende que se está abriendo un nuevo universo en el mundo de rock y, si bien no puede asegurar cómo será, al conversar se anima a hacer algunas proyecciones. Para él, este tercer acto es tercermundista, está anclado a lo urbano y tiene una mayor impronta de las mujeres.F
Si fuese una película, sería una especie de spin off, donde la Argentina estaría en el centro, como esos personajes que comienzan siendo secundarios y van conquistando la escena hasta convertirse en protagonistas. De esta manera, si el primer acto fuera el brote del rock en los Estados Unidos; el segundo, el estallido de este género en América latina, con México y la Argentina como los dos más grandes exponentes; en el tercero, a la Argentina le habría llegado la hora de estar en el primer plano.
El tercer mundo: la conquista de los conquistados
Así lo sostiene David Byrne, para quien el futuro del rock reside en el tercer mundo y ya no en Inglaterra o los Estados Unidos. Citando al exTalking Heads, Santaolalla afirma: «En ese discurso nosotros, como Latinoamérica, estamos a la vanguardia de aquel tercer mundo porque tenemos una relación incestuosa y simbiótica y porque todos somos parte de América, que para nosotros no es un país como para ellos, sino un continente».
En esta misma línea, sostiene que, «como si fuera una batería, los dos polos son México y la Argentina«, siendo este país una pieza vital en el desarrollo del rock en español, «empezando por Litto Nebbia, Almendra, Manal, Vox Dei y Arcoiris, y todo lo que viene después». Esta realidad se expone en Rompan todo, la nueva serie documental de Netflix, que contó con el compositor como productor ejecutivo y donde, de los primeros 10 artistas que se ven en pantalla, 6 son argentinos. Un dato llamativo sobre todo si se considera que entrevistaron a 100 personas.
Así, a lo largo de 6 capítulos, este proyecto pretende reflejar cómo se fue desarrollando el rock en América latina entre finales de los años 50 y principios de los 2000, y cómo incidió en este género el contexto sociopolítico que se vivía. Nicolás Entel, también productor del documental, explica que este género «fue un vehículo contracultural de expresión para la juventud en momentos claves y un refugio cuando las cosas estaban duras».
Por eso, al comienzo de esta serie lo que se debate es si el rock es un género o una actitud ante la vida y todos en cierta forma coinciden en que, si bien el valor de la música es muy importante, al fin y al cabo el «ser rockero» trasciende las melodías. «Es la actitud ‘rompan todo’», resume el director Picky Talarico.
«Rompan todo»: esa frase que ya no se sabe si es un mito popular, si fue la orden que dio Billy Bond en aquel mítico recital en el Luna Park donde los jóvenes se enfrentaron a la policía de choque, si es la canción que quedó eternizada con el sello de Los Shakers o si acaso lleva las voces de Sandro, Charly García y Pedro Aznar.
Ruido de represión
Lo cierto es que mientras que en los Estados Unidos el rock surgió en medio de un contexto de postguerra donde los jóvenes buscaban un modo de volver a disfrutar de su tiempo libre, en América latina este estilo musical se vistió de revolución para sobrellevar la represión de aquel momento.
Por una cuestión casi demográfica, el primer país latino al que habría que ir para recorrer la historia del rock es México, donde Ritchie Valens le dio el primer giro de tuerca al rock con el hit «La Bamba», en 1957. Por eso, el primer músico que aparece en escena en el documental es Álex Lora, representante de la banda mexicana El Tri.K
Allí la música se volvió silencio durante 10 años, tras el festival de Avándaro. Según explica Talarico, al ver lo que generaba, «el gobierno los satanizó porque sentía que perdía el poder» en manos de los jóvenes. Para seguir haciendo rock, los artistas comenzaron a tocar en lo que se llamó «funky holes» y así, desde la clandestinidad, creció esta música de protesta.
El rock en la Argentina: ¿robo o reinvención?
En la Argentina, en cambio, el director del documental explica que, si bien durante la dictadura militar también se prohibió el rock por considerar que era un estilo de «hippies de izquierda», después de la derrota en la Guerra por las Malvinas la orden era no pasar más música en inglés en las radios y esto le abrió el camino a los artistas locales.
Santaolalla fue uno de los músicos argentinos que (en su caso, junto a la banda Arco Iris) se adueñó del rock en aquel entonces para reinventar su identidad, lo que dio paso a que se convierta en un elemento de la cultura universal y «deje de ser un ritmo de moda para convertirse en el folklore de los jóvenes del mundo».
«Me animo a decir que, a diferencia de la Coca-Cola y las hamburguesas, no es algo que nos impusieron desde los Estados Unidos e Inglaterra, sino que es algo que les robamos y en ese momento pasó a ser nuestro», lanza Entel. Para él, hay un futuro -o tercer acto- para el rock, pero más que una continuidad será un renacimiento porque hoy hay nuevos estilos que surgen en la escena, pero «el tiempo dirá si merecen otro nombre», más allá de que sea claro que están influenciados por este género.
En esto, Santaolalla se diferencia: «El rock, esencialmente, no es una propiedad privada. No es una cosa que pertenece a alguien en particular, sino que en sí mismo encierra una libertad y hace que cualquiera lo pueda hacer propio». Esto lleva a su segunda proyección: el futuro del rock está anclado a lo urbano y, por eso, artistas como Residente, de Calle 13, o Wos pueden ser artífices de la nueva ola, donde también se impone Colombia: cuna de muchos de los grandes éxitos de la actualidad.
Con ritmo de mujer
Pero esta tercera era tiene otra insignia: la impronta femenina. «Se habla de que el futuro del rock reside en la mujer», anticipa Santaolalla, quien -en el documental- crítica la misoginia que ha envuelto históricamente a este estilo musical.
De esta manera, como contraofensiva, en Rompan todo reflexionan -capítulo a capítulo- cuál fue el rol de la mujer y cómo debería ser. Para ello, destacan figuras como a Gabriela Parodi; y revindican a otras, como a la mexicana Rita Guerrero: a quien definen como «una de las mujeres más interesantes que tuvo el rock en español», aunque la Argentina no llegó ni a conocerla.
Los tres lamentan la poca participación que tuvieron las mujeres en la historia del rock, pero sostienen que no debían falsear la realidad. Entel lo explica diciendo que «mentir sería edulcorar el hecho de que el rock se dio a conocer en un momento en el cuales las mujeres, en muchos ámbitos de la sociedad, no tenían el mismo lugar que tienen hoy», pero aclara que lo que intentaron hacer «fue ponerle mucho amor a resaltar el rol de muchas de las pioneras del rock, que a veces no tienen todo el reconocimiento que se merecen».
Por eso, el director, Talarico, lamenta que el flyer de la serie no haya reflejado ese espíritu. Allí se mencionan algunos de los artistas que participaron del proyecto, obviando a grandes maestros como Litto Nebbia o Nito Mestre, e invisibilizando a casi todas las mujeres que estuvieron. Faltaron nombres como el de Celeste Carballo, Fabiana Cantilo, Hilda Lizarazu, Juana Molina o Mavi Díaz (integrante de la banda Viuda e Hijas de Roque Enroll), quienes lograron vencer ese machismo y hacerse un lugar en la escena musical. «Me hubiera encantado que haya más mujeres en la historia del rock y creo que se debería haber incluido más en el poster porque no representa al documental».
De hecho, una de las personas que más lamenta no haber podido incluir en esta serie fue a Natalia Lafourcade, la última ganadora de los Latin Grammy, con quien no pudieron conversar entre la pandemia y la coordinación de las agendas. De todos modos, no descarta que haya una segunda parte, espíritu que comparte con Santaolalla, que ya tiene ideas en mente. Sería algo así como el segundo acto de esta propuesta que invita a «romper todo».
Fuente: Manuela Parajuá, La Nación