“¿Te acordás qué soñaste anoche? ¿Qué pensás para el futuro? ¿Qué te gustaría soñar esta noche? Con estas respuestas construiremos entre todos una instalación científico-artística para investigar el material del cual estamos hechos: nuestros sueños”. Así recibe al público la obra interactiva “Sueño… luego existo”, creada por el artista Joaquín Fargas y el biólogo Diego Golombek con el objetivo de construir un mapa de sueños en el marco de una investigación científica internacional.
“La máquina de los sueños”, que se presentó en el festival de cultura digital Noviembre Electrónico, fue diseñada con dos modalidades: una pensada para la exhibición presencial, que incluye música en vivo y la proyección en tiempo real de las palabras clave que elige el público para definir sus sueños presentes, futuros y recurrentes. Ese formato convive con la interacción digital a través de una aplicación gratuita que invita a responder las tres preguntas que guían el proyecto.
“Regalanos tus sueños en solo dos minutos. Soñar no cuesta nada”, dice la frase que conduce a la pantalla de inicio de dreams.joaquingargas.com. Después de hacer clic aparece un formulario para completar con palabras sueltas que estén relacionadas con los tres ejes del estudio: último sueño nocturno, sueños acerca del futuro y con qué les gustaría soñar esta noche. El día de la inauguración en el Cultural San Martín coincidió con el velatorio de Diego Maradona: así que el contexto social fue una verdadera pesadilla. Sin embargo, los seguidores del arte electrónico que se acercaron a la plaza seca de Sarmiento y Paraná para ver las obras y escuchar música en vivo se animaron a contar sus sueños. Las palabras más elegidas fueron: familia, hijos, pruebas, vacaciones y sexo (para la pregunta sobre el último sueño), amor, trabajo, paz, felicidad y salud (lo que anhelan para el futuro) y amor, volar, sexo, amigos y animales (las palabras que definen lo que la audiencia quería soñar esas noches).
Experimento curioso y atractivo, en la modalidad física las palabras usadas por el público salían de la cabeza de la obra y se movían en ondas que iban aumentado de tamaño a medida que se volvían más recurrentes. Quienes participen a través de la plataforma web podrán ver algo similar una vez que completen sus palabras. “Placer”, por ejemplo, es una de las que aparecen a mayor tamaño.
Pero, como el propósito de la obra va más allá de la simple exhibición artística, quienes estén interesados pueden responder una encuesta personal y anónima sobre cuestiones más profundas vinculadas con los sueños. Los datos reunidos integrarán una investigación internacional. Por el momento, ya está confirmado que la próxima estación de la “máquina de los sueños” será Bilbao, con “Sueños de ultramar”, una sección independiente con plataforma propia: dreams.bilbao.joaquinfargas.com.
Soñar no cuesta nada
“¿Qué sería de nuestra existencia sin sueños? Esos sueños que de noche son fantasía y de día se convierten en expectativa”, aseguran los creadores en la presentación del proyecto.
Durante los primeros meses de la cuarentena estricta fueron muchos los que contaban a través de las redes sociales que tenían sueños feos, extraños, terroríficos. Y esos relatos no fueron excepcionales. “En situaciones extraordinarias pueden cohabitarnos sueños extraordinarios; está claro que estos tiempos modernos son muy particulares, y diversas investigaciones apuntan a que el sueño y los sueños se ven afectados por la pandemia, las cuarentenas o los aislamientos sociales. Así, la falta de rutinas matutinas puede hacer que durmamos un poco más y recordemos más vívidamente ese sueño más reciente. Además, la incertidumbre y la ansiedad se cuelan en nuestro cerebro y manipulan los guiones de los sueños a su antojo”, explican en la fundamentación de “Sueño…luego existo”.
En diálogo con LA NACION, Fargas contó que la instalación surgió en el marco de un proyecto mayor, llamado H2O, Horizontes Humanos en Observación, un laboratorio de arte, ciencia y tecnología. “La idea era que se trabajara en una dupla de artista y científico y por eso decidí invitar a Golombek, a quien conozco hace tiempo”. Era plena cuarentena dura y se encontraban para caminar en la plaza Mafalda, de Colegiales, porque ambos viven por ahí. “Diego me contó que estaba trabajando con un proyecto sobre el sueño y que había hecho una investigación sobre el tema. Siempre me atrajo el universo de los sueños, en especial los que tienen que ver con el futuro, cuestión que yo trabajo en mis obras porque me preocupan las consecuencias del cambio climático, las pandemias recurrentes, el riesgo nuclear”, dijo el artista.
“Después de dos largas vueltas a la plaza en noches consecutivas, yo le confesé una cierta obsesión con respecto al estudio del tiempo, del sueño, en especial ahora cuando los sueños se han desbandado durante esta época tan extraña que nos toca vivir. Y en esas vueltas a la plaza surgieron ideas de hacer una obra viva, interactiva, que dependiera de las experiencias de la gente. Fuimos modelando entre los dos este proyecto para pedirle a las personas que nos regalaran sus sueños. O, al menos, las palabras clave de sus sueños. Luego vino el componente más artístico: plasmar eso en una obra, una instalación con una colaboración extraordinaria de dos programadores, Santiago Clanci y Diego Gómez, que son también artistas”, agregó Golombek.
Frente a las mismas preguntas que le toca responder al público, el científico asegura que no suele recordar lo que sueña y el artista insiste con los temas que lo desvelan: qué pasará con la humanidad a mediano y largo plazo. “Mis palabras para los sueños recurrentes son guerra, glaciar y pasión. Para el futuro: utopía, esperanza y galaxia. Son las tres que pueden definir la expectativa de futuro”, respondió Fargas. Golombek, por su parte, aseguró: “A la primera pregunta, tres palabras clave del último sueño, tengo que contestar como en Boquitas pintadas, de Manuel Puig, donde se van quemando las hojas de un diario y quedan solo puntos suspensivos. A la segunda pregunta, sueños para el futuro, a veces siento que el futuro ya pasó y no nos dimos cuenta. Pero construimos cosas para llegar a ese punto. Mis sueños para el futuro son muy concretos: poder escribir, tener más tiempo y más calidad con mis hijos, tranquilidad, llenar la vida. Y con respecto a con qué me gustaría soñar esta noche, me contento con soñar y recordar”.
De la experiencia “en vivo” en el festival porteño resaltan que, en determinado momento, en el mapping empezó a aparecer una palabra que jamás habían imaginado: “Maradona”. Sin proponérselo, la máquina de los sueños también rindió homenaje a Diego.
Fuente: Natalia Blanc, La Nación