Cada 10 de noviembre se celebra el Día de la Tradición Argentina en homenaje a uno de los grandes escritores de nuestro país: José Hernández.
Nacido en 1834, Hernández fue uno de los referentes de la literatura gauchesca, con El gaucho Martín Fierro (1872) y La vuelta de Martín Fierro (1879), como sus obras más importantes. El gaucho payador Martín es el protagonista de la historia quien, víctima de la opresión y la injusticia, huye para convertirse en un gaucho fuera de la Ley.
Con esta obra como biblia, la tradición busca transmitir las costumbres gauchescas de una sociedad de generación en generación y forjar la identidad cultural de un territorio. La celebración se hizo oficial en 1939, sin embargo, fue más tarde con la Ley Nacional N.° 21.154 de 1975, cuando ya de forma definitiva se consagró aquella fecha conmemorativa para todo el territorio argentino.
La epidemia y sus «remedios», en tiempos del Martín Fierro
Un fragmentoLa Vuelta de Martín Fierro, que se publicó hace 141 años, relata la vida en tolderías de los indios pampas cuando una epidemia de viruela negra azotó el territorio argentino.
En el poema, Martín Fierro y su amigo el sargento Cruz huyen se refugian entre los pampas. Al principio los mantienen dos años separados y después los dejan vivir juntos y un cacique bueno los ayuda. Pero todo empeora cuando se genera un brote de peste y la vida se convierte en un infierno.
A partir de ese momento, Hernández relata los métodos bárbaros de los indios para intentar curar la peste. Remedios, como dice el refrán, muchas veces peores que la enfermedad: «Allí soporta el paciente / las terribles curaciones/ pues a golpes y estrujones / son los remedios aquellos / lo agarran de los cabellos/ y le arrancan los mechones. Les hacen mil herejías / que presenciarlas da horror; / brama el indio de dolor/ por los tormentos que pasa / y untándolo todo en grasa / lo ponen a hervir al sol /. Dice que hay algunos tan malditos que sanan con ese juego. Y agrega: A otros les cuecen la boca / aunque de dolores crujan; / lo agarran y allí lo estrujan / labios le queman y dientes / con un güevo bien caliente / de alguna gallina bruja /».
Fuente: La Nación