Germán Castro. Entre el campo y el mar. Claromecó, 100 años

Por la Periodista Internacional María Teresa Narváez-Delmás, especial para DiariodeCultura.com.ar.

  Viajar 570 Kilómetros para describir la naturaleza, con sus colores de invierno y de verano, la libertad de las aves, el majestuoso mar y sus desafiantes o apacibles olas,  puede parecer un camino más corto cuando los sentidos se unen con los ventanales ópticos de la imaginación.

El barullo de Buenos Aires desvanece al pasar por pueblos que se vuelven más pequeños, en rigor más tranquilos, y a lo largo del camino aparecen a ambos lados paisajes soñados que apuntan a lo poético. Campos con tonalidades de verdes, amarillas y marrones ocres. Al tiempo y en equilibrio, el sonido se vuelve de maquinarias que trabajan la tierra, el olfato apela a compartir la belleza y el estimulo de una experiencia extraordinaria.

  En el km 500 irrumpe Tres Arroyos, con su imagen de ciudad pujante. No hay colectivos. Todos se desplazan en autos, en 4X4, en motos o bicicletas. Ciudad organizada, de gente amable. Gente de campo, muy trabajadora. Llaman la atención tantas instituciones bancarias. Parece no haber sido paralizada por la pandemia.

                    II

  Los otros 70 kms se transitan  con camiones, trilladoras, cosechadoras, con los campos sumergidos en el milagro de la naturaleza cultivada por el hombre. Los silos y silo bolsas  hablan del esfuerzo diario de los productores.

   Claromecó aparece entre campos interminables de girasoles, maíz, trigo y soja, que se pierden en el horizonte.

El camino termina en el mar, como todas sus calles, la mayoría polvorientas en días de viento, cuando el turista opta por ir al » Vivero» que es una inmensa Reserva Forestal del país donde la vegetación se diversifica y un microclima de aromas silvestres invade sus hectáreas. Un lugar de aire sin contaminación donde pueden jugar los niños y los adultos pueden hacer un asado en las parrillas. En Semana Santa allí se realiza el Via Crucis, representado por el Grupo de Teatro Independiente. Muy emocionante.

  Solo el centro tiene calles asfaltadas, pero las luces públicas abarcan todo el pueblo. El hotel Claromecó y el muy moderno Aiten.Có y la infinidad de hermosas casas cubren la llegada de miles de turistas que buscan tranquilidad, seguridad y calor de hogar. La «Casa Chedrese» es uno de los negocios que todo lo tiene.

En verano llegan turistas de Argentina,  de países limítrofes y de Europa.

  Las colonias danesas, libanesas, españolas, italianas, holandesas, guardan sus tradiciones y costumbres y dan un encanto especial en días festivos.

   Los campos y el mar son las constantes de CLAROMECÓ que CUMPLE CIEN AÑOS DE VIDA.

   Todo se viste de recuerdos y de fiesta para celebrar el Centenario del pueblo.

                   III

Germán Castro, hijo predilecto de este pueblo, con su manera especial de aprehender la vida, presentó en la playa, en el Parador Posta del Faro,  su Libro Fotográfico: «Claromecó, 100 Años».

   Él captura en una fracción de segundo el paso del tiempo de una flor, de un amanecer, de una puesta de sol, de una luna azul. Es un profesional de la lente, abarca todas las áreas del arte fotográfico.

  Claromecó es «su lugar en el mundo», su pueblo natal, donde aprendió a amar a la naturaleza a la que pone música hasta atrapar al viento con olor a tierra mojada.

Donde disfruta andar descalzo, tomar mate en silencio o contando anécdotas con amigos, andar en canoa por uno de los tres arroyos que desemboca en el mar y armar campamentos en sus orillas.  Asar una corvina al finalizar el Concurso de Pesca de las 24 Hs, organizado por el Club Cazadores y del «Concurso de las 6hs por la pesca de Mayor Peso». A Germán le gusta disfrutar de las sobremesas, ver la luna iluminando el cielo estrellado, y disfrutar de sus hijos cuando ríen.

Es muy respetado en todo Tres Arroyos porque muestra a Claromecó como un producto turístico de gran atracción,  por sus extensas y doradas playas, su mar azul de aguas templadas, sus amaneceres y atardeceres donde el sol nace y se pierde todos los días en el mar.

                    IV

En sus libros expone a la fotografía como un arte que sorprende, impacta, hace reflexionar y hasta emocionar. Hace que sus obras se pluralicen llegando a todos como una marca personal.

  Su visión de artista, tan profesional, es evidente porque toca directamente al corazón y al alma. Muestra al lugar que tantos aman pero con su óptica, con su mirada detallista. Es su manera de dimensionar tanto el pasado como el futuro en nuestro presente. Así lo estampa en sus libros:
«Pesca Artesanal», «Paisajes», «Claromecó», «Lugares de Asia» (Fotografía documental,  que presentó en el Salón Azul del Congreso Nacional con la presencia de los Embajadores de Japón, Filipinas, Vietnam, indonesia y Corea), «Claromecó, luces y reflejos», «El Salto de Christian», «Tres Arroyos, Mar Abierto» y «Claromecó, 100 Años».

  Claudio Menéndez, forjador de Claromecó, destaca que «Castro es un propulsor del cuidado del patrimonio natural de la humanidad. Un productor de proyectos y eventos deportivos y culturales que desnuda lugares para observar la vida a través de una cámara fotográfica. Nos plantea una forma distinta de mostrar la historia, las raíces y valores de la gente».

  Esta ejemplar ilustración dedicado por Germán Castro a Claromecó en sus 100 Años de vida contiene descripciones sobre su fundación, cuando estas tierras eran de los Rodríguez Larreta y de los Bellocq. Sus instituciones, características de la zona. Material único que ratifica la idiosincrasia local. Fue declarado de Interés Cultural por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires y por el Concejo Municipal de Tres Arroyos.

La popularidad  le adjudicó seudónimos a Germán: «Mister baywatch» por su rutina en la playa. Es un guardavidas con experiencia, siempre atento al salvataje; «Hiper gimnasta», porque es profesor de Educación Física; «Señor playas limpias», por su campaña al cuidado de las playas y la biodiversidad; «Papá corazón», porque los niños son su prioridad, sus hijos son la luz de sus ojos; «Eternamente Enamorado», por estar así de su esposa Silvina Quinzio. Ella es parte de su alma y de su espíritu. Ellos saben «amarse a manos llenas» y «vivir eternamente enamorados» como clama en sus versos nuestro Escritor Poeta universal Alejandro Guillermo Roemmers.

                V

   Claromecó es un pueblo al que se llega una vez y se vuelve siempre. La playa es el lugar más apreciado. Es un clásico salir a pescar o esperar a las embarcaciones cargadas de pescados y mariscos. Subir a su Faro hasta su mirador de 70 metros de altura. El más alto del país y el segundo en Latinoamérica. Visitar Dunamar, su barrio cruzando el Puente colgante peatonal o el Puente vehicular por donde corre uno de los tres arroyos que desemboca en el mar. Visitar el Caracolero y el Salto de Christian.

Claromecó da formación a niños y adolescentes en sus colegios primario y secundario. Cuenta con la Biblioteca «Bernardo Houssay» y un Hospital para atención de urgencias. Tres Arroyos complementa con carreras universitarias y el Parque Industrial y empresas con salida laboral. Además asiste con clínicas y Hospital de alta complejidad.

La Voz del Pueblo, diario de vanguardia regional, Lu 24 y medios periodísticos son nexos comunicacionales. Radio Comunidad Claromecó y Radio Claromecó son ejes del crecimiento cultural.

  El golf, el windsurf, el kitesurf, el sky acuático, la pesca y el fútbol, son deportes que refuerzan la capacidad cognitiva de niños y adolescentes.

  Como curiosidad, algunas ballenas vienen apareciendo estos años en sus costas y se convirtió en un avistaje obligado.

  En la bella iglesia del pueblo rodeado de plazas puede rezarse para que desaparezca la pandemia y vuelvan los abrazos y que en los 4 puntos cardinales solo haya personas de buen corazón que cuiden del planeta Tierra.

Al estar en este pueblo es de buen tino darse el gusto de saborear los exquisitos platos con pastas, carnes, pescados y mariscos en los restaurantes de La Gallina Turuleca o en Lo de Bonavita». Una buena pizza en Ezio o tomar un café con ricas facturas en Belmar o Las Delicias. Y, si solo quieren estar en la playa, comprar fiambres y pan en el Supermercado tradicional Oasis o El Indio.

Claromecó llena el tiempo del visitante con su tranquilidad, su sol, su luna brillante y su cielo estrellado. Enamorarse o disfrutar con amigos, reir en familia, es lo corriente en Claromecó. Sus «100 Años» ya están para siempre en cada página del libro de Germán, donde desea Muchas Felicidades a los claromequenses y a sus autoridades.