Las 13.700 hectáreas constituyen una prueba irrefutable del pasado cálido, húmedo y frondoso de la Patagonia, ante el presente árido y frío. El lugar permanece abierto durante todo el año, pudiendo visitarse durante el período comprendido entre octubre y marzo en el horario de 9 a 20.
Pasado húmedo y cálido
Hace 150 millones de años, el período jurásico presentaba densos bosques con gigantescos árboles, algunos de ellos parientes de los pehuenes o araucarias, en un clima estable de gran humedad. Pero al iniciarse el cretácico, los movimientos tectónicos que provocaron el levantamiento de la Cordillera y coincidieron con las erupciones volcánicas, terminaron sepultando varias extensiones de tierra patagónica. Entre ellas, muchos bosques que, al quedar cubiertos de ceniza, iniciaron el proceso de petrificación. Pasado el tiempo, el viento y la lluvia descubrieron algunas zonas de estos bosques petrificados, entre las que se destacan las araucarias, que alcanzan los 35 metros de largo y 3 de diámetro, probablemente las más grandes que se conocen en la Argentina y en el mundo. En 1954 se los declara Monumento Natural. Asimismo, la Administración de Parques Nacionales ha adquirido dos estancias colindantes y se están realizando gestiones que permitirán incluirlas al espacio protegido.
Lo más sorprendente es que los árboles quedaron fosilizados en el mismo lugar donde transcurrieron toda su vida, encontrándose ejemplares con sus raíces y la parte basal del tronco parado, además de otros orientados de este a oeste. Por esta razón recibió la denominación de bosque petrificado. Se lo considera único en el mundo porque los demás yacimientos, ubicados en distintas regiones, fueron arrasados tanto por los ríos como por los glaciares.
Según los estudios, la edad estimada de algunos ejemplares rondaría los 1.000 años antes de la petrificación, a los que se les debe sumar los 150 millones de años hasta nuestra época.
Flora y fauna
Cercanas a los senderos de araucarias petrificadas pueden verse pequeñas manadas de guanacos. La subsistencia de estos herbívoros está íntimamente ligada a la disponibilidad de vegetales, porque los largos períodos de sequía ocasionan una gran mortandad entre estos animales. A su vez, son perseguidos por los estancieros de la zona, quienes argumentan que compiten con el ganado doméstico en las pasturas y el agua. Otro mamífero herbívoro es la mara o liebre patagónica, desplazada en parte por la liebre europea, que también habita el territorio del Monumento Natural Bosques Petrificados.
Entre los depredadores está el gato montés, el gato del pajonal, el puma, los zorros grises y colorados, estos últimos muy codiciados por sus pieles. También habitan el lugar el zorrino y pequeños cavadores como el piche patagónico, los chingolos y las lagartijas. Las aves que alberga la región son el choique o ñandú petiso, símbolo de las aves corredoras australes, perdices como la copetona y el keú patagónico, el carancho, el águila mora y otras especies típicas de los arbustales de la estepa como el patagón y el coludito de cola negra.
Una buena forma de recorrer el lugar es hacerlo a través de un sendero peatonal gratuito que recorre 2.000 metros. Allí se pueden apreciar grandes ejemplares de araucarias petrificadas. Vale aclarar que no está permitido acampar en el Parque. Se puede pernoctar en un camping privado a 20 km del lugar, sobre el camino de acceso.
Fuente: Ámbito