“Ofrezco Hermanos Karamazov, deseo Si esto es un hombre, #CABA, #Argentina”. El comentario es el primero de los 718 que figuran en un post del Instagram @piladelibros. Lo escribió Nacho Damiano, quien administra el perfil con más de 15 mil seguidores, donde sube videos, sorteos, actividades y comentarios, siempre vinculados a alguna obra literaria, y quien tuvo la idea también de promover un trueque de libros entre sus seguidores: ofrezco Dostoievski, busco Primo Levi, fue su arranque y la recepción fue inesperada por lo favorable.
En pocas semanas, se concretaron 300 canjes no sólo en Argentina, sino también en Santiago de Chile, Montevideo, Barcelona, Madrid y Berlín. Impensado. Eso lo motivó a avanzar con la idea y crear la web piladelibros.com, que, aunque (aún) no es una aplicación, funciona como una especie de “Tinder” de libros, donde los usuarios pueden ofrecer títulos y buscar otros, y para concretar un intercambio tiene que haber “match” entre las partes, tal como sucede con la popular app de citas.
Una cosa llevó a la otra. Licenciado en Letras, editor, corrector, docente, prensero, publicista, gestor cultural, Damiano, que en algún momento también fue columnista en el programa de radio Gente sexy, del ex CQC Clemente Cancela, conoció a la cantante mexicana Julieta Venegas hace poco más de tres años, por amigos en común. Surgió una amistad. Venegas es, desde chica, una lectora insaciable y una incesante promotora de libros y autores: como en años anteriores, viene de participar en el Filba con una performance lírico-musical y además, de disfrutar de la charla del rumano Mircea Cărtărescu, uno de sus autores preferidos.
«Tuya», de Claudia Piñeiro, uno de los 3.000 libros ofrecidos en Pila de Libros.
De tanto hablar de libros entre ellos, se les ocurrió hacerlo para otros: a fines del año pasado, armaron un podcast de ocho emisiones, donde charlan de literatura, de escritores y tienen invitados. La pandemia postergó la segunda temporada, pero obligó a afilar el contacto con los seguidores a través de las redes sociales.
Así fue que, a fines de junio, Damiano lanzó la propuesta “Que gire una pila de libros”. Esto es, con frecuencia semanal, en los comentarios de su post, ofrecer libros y pedir otros como para concretar un intercambio de ejemplares.
“La idea era que la gente pusiera qué libro de su biblioteca tenía para ofrecer, porque lo tenía repetido o ya no quería releerlo o lo que sea, siempre tratando de que sea una recomendación y no un sacárselo de encima, y que agregara por cuál libro, autor, género o editorial le interesaba cambiarlo y también la zona en la que vivía. Con una lógica tan torpe y precaria, porque al estar en comentarios no se puede buscar, setear, tagear, ni nada, empezó a caminar, y en ese período de cuatro semanas, hubo 300 matches, 300 intercambios concretos”, explica Damiano a Clarín y dice que lo más sorprendente es que hubo canjes en Montevideo, Berlín, Barcelona, Santiago de Chile y Madrid. “Eso me incentivó a hacer un sistema mejor, más organizado, más eficiente y también más divertido”.
El resultado es la web piladelibros.com, donde los interesados tienen que registrar un usuario, datos de contacto, ofrecer libros (con foto, mejor), listar títulos deseados y zona por donde viven (no está dividido por barrios, sino por región norte, centro o sur, en el caso de Ciudad de Buenos Aires; y luego por provincias y países). “La lectura tiene que dejar de ser un privilegio, porque es un derecho y a veces el bolsillo no acompaña. Con esta movida, sólo hace falta tener ganas de leer”, afirma.
Nacho Damiano, Julieta Venegas y Tamara Tenenbaum, en una grabación del podcast «Pila de libros».
La recepción fue inesperada: a poco de ponerse en funcionamiento hace apenas una semana, la web colapsó por la cantidad de libros que se estaban ofreciendo. Ahora, Damiano y su equipo trabajan en ajustar el buscador: se pueden rastrear libros por usuario, género, país, región, por ofrecidos (no por deseados), y se sumará por autor y título. También analizan dividir la exploración por barrios, un aspecto importante para poder concretar los canjes sin recurrir a envíos por moto.
Cinco días después de la puesta en marcha, el sitio contaba con 1.300 usuarios, que subieron, en promedio, tres libros cada uno. La web cuenta, en pocas horas, con más de 3.000 ofrecimientos y ya se concretaron, al menos, 500 “matches” o intercambios: el interesado en un título aprieta el botón de «intercambiar», al dueño del libro le llega un mensaje y decide si acepta o no el canje, en función de si el otro ofrece algo que le atraiga.
Damiano sabe, por comentarios que le dejan en el Instagram, que hay buena onda entre las partes al momento de hacer los trueques: se mandan golosinas, lápices, notitas. Y lo bueno, es que si el libro intercambiado no llena las expectativas, se puede volver a ofrecer en la web y que «siga girando», tal el espíritu de la iniciativa.
El servicio es gratuito y se puede usar no sólo en Argentina, sino también en el resto de los países hispanohablantes (menos Bolivia y Paraguay, donde se están ultimando detalles con la web). Ya se ofrecen libros en seis países distintos: Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, México y España. La intención es, sostiene su creador, tener alcance mundial: basta con tener una geolocalización y entender el idioma para poder concretarlo. Del país, las ciudades más activas después de Capital y Gran Buenos Aires son Rosario, Mar del Plata y Córdoba.
“El objetivo es doble –asegura Damiano, de 38 años–, en tiempos pandémicos y posmodernos, solemos tener relaciones cada vez más distanciadas. Tal vez, coincidís con alguien en gustos, lecturas, ideología, cerca de tu casa, pero nunca te lo cruzás; acá, al estar georreferenciados y al hablar de libros, que es algo que nos describe como sujetos, si tengo un libro que te gusta y viceversa, lo intercambiamos, y es probable que algún día nos tomemos un café. O por lo menos, nos recomendemos otra cosa, hagamos comentarios”. En este sentido, habla de Pila de Libros como una “proto red social”: “El vínculo es digital en su origen, pero si la distancia no es grande, la relación va a superar la pantalla. Está bueno, se termina armando una comunidad”.
Fuente: Clarín