Lenguaje inclusivo: Twitter revela cuánto y cómo lo usamos los argentinos

Un informe muestra que todos, los, chicos y amigos son las palabras más intervenidas por ese modo de hablar.

Tod@s lxs chicos/-as son amigues. Exceptuando el verbo, estas son las cuatro palabras –todos, los, chicos, amigos– que más se usan de lenguaje inclusivoaunque no las únicas. Y, además, esas son, en mayor o menor medida, las formas inclusivas en que se las usa –con arroba, con equis, con barra, con “e” o desdoblando las palabras (ejemplo: todos y todas).

Así se desprende de un estudio del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, dirigido por los investigadores Santiago Kalinowski y Agustín Gravano, en base a un relevamiento sobre el uso de este lenguaje en Twitter Argentinaentre 2007 y 2020.

Más de 128 millones de tuits, generados por más de 56 mil usuarios y más de 1.000 millones de palabras, obtenidos durante un período de 13 años, pero con mayor representación en los últimos nueve, permitieron a los especialistas sacar algunas conclusiones sobre el uso del lenguaje inclusivo. Y esto es: un promedio de 225 palabras emitidas en alguna forma de inclusivo por cada millón de términos que circulan en Twitter Argentina, para las 23 provincias del país, sobre todo, entre 2011 y los primeros dos meses de 2020.

225: un número considerable, un número que no es irrisorio o inexistente, y que permitiría por ejemplo, dice Kalinowski, fundamentar la entrada de palabras a un diccionario, si ese fuera el caso. 225 es, además, el promedio en que figuran otras formas del lenguaje como el infinitivo pasivo (ejemplo: haber ido) o el potencial compuesto (ejemplo: habría ido). Claro que si se lo compara con el uso del masculino genérico, el porcentaje de aparición del inclusivo es bajo: en 2019, por tomar un año, del total de tuits analizados (con un promedio de ocho palabras), el 99,65% no estaba intervenido por formas de inclusión y sí lo estaba el restante 0,35%.

Tweets inclusivos por año y tipo

En porcentaje



Fuente: FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES – UBAInfografía: CLARÍN

El inclusivo y la agenda social

Una primera observación, detalla Kalinowski, miembro de la Academia Argentina de Letras pero que habla a título personal y como investigador, es que la frecuencia de uso de palabras en lenguaje inclusivo coincide con eventos de la agenda política y social del país: hubo un pico en 2012 cuando se sancionó la Ley de Identidad de Género y hasta se triplicó en 2018, cuando se trató el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo. “Lo que se muestra es la fuerte vinculación del inclusivo con una necesidad o interés de lograr un cambio social y político”, dice como primera lectura.

En cuanto al repertorio, el informe revela que, de las 20 palabras más intervenidas con alguna forma de inclusivo, el 72,37% de las veces uno de esos vocablos es “los”, “todos”, “amigos” o “chicos”. Y que el restante 27,63% se reparte entre “novio”, “hijo”, “vecino”, “nosotros”, “alguno”, “hermano”, “pibe”, “solo”, “trabajador”, “lindo”, “bienvenido”, “mucho”, “nene”, “uno”, “otro”, “argentino” y, el insulto preferido de los argentinos, “bolu…”.

El lingüista Santiago Kalinowski. Foto Lucía Merle.

El lingüista Santiago Kalinowski. Foto Lucía Merle.

“Esto habla de que no es un fenómeno gramatical, sino lexical: los hablantes incorporaron esencialmente cuatro palabras para usar en sus discursos, con alguna de las fórmulas de inclusión que aparecieron en los últimos años. Es algo que hacemos todo el tiempo: aparecen palabras como el VAR en el fútbol y las sumamos, en cambio, otras las dejamos de lado”, explica Kalinowski y agrega más especificaciones: “No es un fenómeno de la mitad de la población ni mucho menos, sino que es un fenómeno reducido a ciertas minorías”.

Las cinco marcas del inclusivo

Hay cinco tipos de marcas de inclusión en el lenguaje: las palabras marcadas con “x” (ejemplo: todxs), con arroba (tod@s), los desdoblamientos (todos y todas), la barra (todos/-as) y la “e” (todes). Estas intervenciones, a su vez, tienen diferentes frecuencias de uso: si en 2011 predominaba la  arroba, en los últimos tres años es la “x” la de mayor presencia (un 40% de las palabras intervenidas presentan esta forma en 2019), seguida por la “e” (28%), que va ganando terreno. La “x”, además, se usa en palabras en plural, al menos, el 80% de las veces.

“La disminución en el uso de el arroba puede estar hablando, aunque no necesariamente, del crecimiento de la visibilidad de la sexualidad no binaria. Precisamente, porque se considera que el arroba es una síntesis del desdoblamiento en masculino y femenino, lo cual se sigue considerando binario. Se está abandonando paulatinamente. En cambio, la ‘x’ o la ‘e’ no son binarias”, detalla el investigador y docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Sin embargo, estas marcas que circulan en el mensaje escrito no pueden emplearse de la misma manera en los mensajes orales: la “x”, el arroba, y la barra no son pronunciables. Mientras que los desdoblamientos hacen el discurso mucho más largo. La “e” tiene, en algún punto, la ventaja de funcionar en los dos registros, de economizar el lenguaje y de incluir la sexualidad no binaria.

Y acá aparece otra lectura: mientras que la cuestión de la sexualidad no binaria es una problemática de singulares (es decir, que el género no esté marcado ni por la “o” ni por la “a”), la de los feminismos lo es de plurales (porque en el singular existe la marca de género con la “a”). Dicho de otro modo, los feminismos reclaman que en lugar de un masculino genérico, plural y abarcativo se utilice otra fórmula. En este sentido la “e” aparece como un punto de encuentro: no es ni una “o” masculina, ni una “a” femenina. Y precisamente por esto último, algunos feminismos hablan de una nueva invisibilización de la “a”.

Para Kalinowski, “lo que pasa es que cuando alguien dice ‘chiques’ ya sienta posición respecto al tema del inclusivo y respecto a todo un ideario detrás, aquel que refiere que hay un estado de cosas, de injusticia y de desigualdad que tiene que cambiar. También la persona que escucha sabe dónde el otro se para política e ideológicamente”.

¿Por qué Twitter?

Pero ¿por qué buscar el lenguaje inclusivo en Twitter? La hipótesis que desarrolla Kalinowski es que cualquiera de estas formas de inclusión tiene su ámbito natural de circulación cuando la lengua es pública en algún sentido, es decir, cuando hay una audiencia (en el sentido conceptual, aunque más no sea una persona). En cambio, según amplía, el inclusivo no aparece cuando se habla en privado: “Twitter era un lugar donde íbamos a ver mucha aparición del inclusivo. Es uno de los espacios donde tiene su ámbito natural de circulación. Si lo buscábamos en corpus literarios, no habríamos tenidos estos números para analizar”.

La elección de Twitter, entonces, tiene que ver con el tipo de fenómeno: “Probablemente también aparezca en Whatsapp y Facebook, pero son redes cerradas. La única red de microblogging que por defecto publica todo para que cualquiera acceda es Twitter, salvo que uno indique que es privada. Es una fuente de datos lingüísticos. Como el caudal es de millones de palabras, los patrones que aparecen representan uso de hablantes reales”, detalla.

Se activa en público (y se desactiva en privado)

En la búsqueda de abordar más y mejor el lenguaje inclusivo, Kalinowski da una explicación: “El lenguaje inclusivo es un fenómeno que se activa cuando la lengua es pública y se desactiva luego. Es un fenómeno que se pone en juego cuando el hablante tiene noción que del otro lado hay una audiencia. Tiene que ver con cómo el hablante concibe al que está escuchando, si lo concibe como alguien a quien busca convencer o con quien entablar una tensión. Porque el inclusivo, eso sí, busca y logra molestar mucho y así es cómo tiene gran parte de su impacto en la agenda pública. Es fundamental que haya gente que se moleste, que se enoje, porque eso hace que el fenómeno tenga otra resonancia”.

Por eso, dice, no es un debate para instituciones lingüísticas, porque el inclusivo no apunta a modificar la gramática (ningún grupo minoritario puede modificarla), sino a intervenir social y políticamente: no es posible descalificar el fenómeno y ser apolítico; al contrario, la crítica redunda en una posición contraria a la agenda que mueve el inclusivo.

Justamente esta característica, la de ser un fenómeno que se activa públicamente y se desactiva en privado, fue reprochada por la Real Academia Española: “El fenómeno tiene un ámbito de circulación donde aparece y otro donde no aparece. Y eso, de por sí, no tiene nada de malo. Todos tenemos recursos que se activan en un lugar y se desactivan en otro”, considera el especialista.

El inclusivo, ¿es un lenguaje?

Con todas estas consideraciones y caracterizaciones, ¿es el inclusivo, en rigor, un lenguaje? No. “Es, a lo sumo, un fenómeno léxico y sí es, para mí, un fenómeno retórico –sostiene Kalinowski– y en tanto tal lo que importa es lo que se logra en el que escucha”. Si es un recurso retórico, tal como la metáfora, la metonimia o la hipérbole, el inclusivo, según el investigador, sería una enálage, es decir, una intervención en la lengua española a través de un cambio de la función normal de las palabras en un discurso.

Fuente: Clarín