Supongamos que Soda Stereo y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota hubieran llevado otros nombres. ¿Habría eso cambiado sus carreras? ¿Los talentos de Cerati, por un lado, y Solari-Beilinson, por el otro, dependían de la denominación para abrirse paso? Es probable que no: demasiadas canciones gloriosas conforman sus obras y si con esas antiestéticas nomenclaturas resultaron ser lo que son, no más preguntas Su Señoría.
Ni que hablar, entonces, de The Beatles, los cuatro de Liverpool que alguna vez supieron llamarse The Beetles, hasta que alguien les sugirió un lifting. El responsable, que nunca cobró derechos de autor por haber rebautizado a la marca artística más popular de todos los tiempos, los transformó de escarabajos en…bueno, un neologismo que ya trascendió toda etimología.
A la persona en cuestión, el escritor inglés Royston Ellis, lo ubicamos en Sri Lanka, donde asentó su aventurera vida. Inédito en español, tiene una obra profusa, como dirían los abuelos, que va desde libros pioneros de la literatura beat en su país, novelas también seminales de la cultura rock y hasta libros de turismo. Sobre su riquísima vida, habló con Clarín.
-¿Dónde crees que está la literatura beat hoy? ¿Alguien puede ser un beatnik en el ciberespacio?
-Hoy no tengo ni idea de dónde puede estar. Tu mención del ciberespacio es perspicaz. Siento que ha matado a la literatura de todo tipo, no solo a la beat. Los jóvenes son adictos a sus teléfonos inteligentes y a la comunicación instantánea, en lugar de descubrir la vida mediante experiencias físicas, no cibernéticas. Además, los autores se publican cibernéticamente en libros electrónicos, lo que no es propicio para la literatura (solo para una escritura descuidada y rápida) ya que no requiere la relación entre el lector de un libro real, leer y pasar las páginas lentamente, interactuando con el autor.
Desde el ángulo creativo, la escritura en pantalla no permite que un autor experimente el placer de usar un bolígrafo para escribir en papel, o con una máquina de escribir con su charla y contacto físico. Eso pertenece a un período que es historia ahora.
«Quiero ser un escritor de novelas de bolsillo». Una frase que les dijo a The Beatles terminó siendo el puntapié del clásico «Paperback Writer».
-Tu libro Myself for Fame es también un pionero de la crítica del rock de alguna manera. Quiero decir, comenzaste a ver que no todo era color de rosa dentro del negocio que desencadenó.
-Myself For Fame, como la autobiografía de una estrella de rock ficticia, era más un comentario sobre el estilo de vida que una crítica. La crítica (y la condena) habría venido de la generación de los padres. Pero fue una novela pionera de la cultura rock en ese momento (1964). Por cierto, el libro fue reeditado como Big Time in the USA en 2014.
-¿Fuiste pionero en acompañar recitaciones de poesía con guitarra eléctrica?
-Con guitarra eléctrica, sí. Desarrollé la idea del poeta Christopher Logue, que recitaba sus poemas con acompañamiento de jazz, al que llamó Jazzetry. Como quería que los jóvenes mis poemas estuvieran a punto de descubrir mi poesía, me asocié con el grupo de Cliff Richard, The Shadows, para algunas presentaciones teatrales y televisivas (ya que se habían hecho amigos cuando escribía sobre las giras con Cliff Richard (Driftin’ con Cliff) más tarde la biografía del grupo The Shadows By Themlves (1961).
A medida que comencé a conseguir más contratos para interpretar Rocketry en televisión y en el escenario, recluté a Jimmy Page, a quien conocí en Soho, Londres, en 1959. Actué Rocketry varias veces con Jimmy interpretando sus propias composiciones, siendo nuestra actuación más popular en el Mermaid Theatre de Londres en 1961.
-¿Cómo describirías al joven Jimmy Page?
-Cuando conocí a Jimmy y trabajé con él en 1959 era encantador, curioso y fácil de tratar. Por suerte, no ha cambiado. Seguimos en contacto, y de hecho escribió el prólogo a mi colección de poemas Gone Man Squared (Kicks Books, 2013) y la nueva introducción a mi libro de 1961, The Big Beat Scene.
-¿Es mito o realidad que convenciste a The Beetles de que cambiaron una «e» por una «a»?
-Realidad.
-¿Recordás ese momento?
-Si. Fue cuando me estaba quedando unos días en un piso de Gambier Terrace, Liverpool, con John Lennon y algunos otros. Una noche en el club Jacaranda de Liverpool, con el respaldo de John y Paul, George, Stuart Sutcliffe y un baterista, recité un poema (Break Me in Easy). Como resultado, le pregunté a John si llevaría a los chicos a Londres para que me respaldaran en mis programas. El aceptó. Así que le pregunté el nombre de su grupo y me lo dijo, y cuando le pregunté cómo lo deletreaba, dijo, sonando sorprendido, B E E T L E S. Dije que como a ellos les gustaban los ritmos de los Estados Unidos tocaban música beat y que yo era un poeta beat; ¿por qué no llamarse a sí mismos Beatles?. Es posible que John hubiera pensado en eso antes, pero fui yo quien lo persuadió de llevar a cabo el cambio.
-¿Le molesta que siempre se le recuerde algo así como lo más destacado de su vida?
-No. Fue solo uno de los muchos momentos destacados de mi vida. En lo que respecta a la música pop, soy el único vínculo influyente (intelectual) con los músicos de tres grupos musicales muy diferentes de la década de 1960: The Shadows, The Beatles y Led Zeppelin.
-Trabajaste mucho con Cliff & the Shadows. El impacto que tuvieron entonces pudo haberse perdido, pero se dice que al principio fueron más populares que The Beatles, ¿verdad?
-Correcto. The Shadows era el grupo superior, el vínculo entre la suave música pop de la década de 1950 y la estridente música rock que siguió.
-De todas formas, Bob Dylan tuvo más que ver con los beatniks que con los mismos Beatles.
-Muy de acuerdo.
-¿Qué sentiste cuando apareció?
-Me gustaba cantar sus canciones al viento cuando andaba en moto.
-Continuando con las leyendas que te rodean, ¿te enorgullece o te da vergüenza que se diga que introdujiste a los Beatles en la benzedrina?
-De hecho, presenté a los Beatles una forma barata de drogarse masticando las tiras dentro de una popular marca de inhaladores nasales que se dice que contienen benzedrina (lo había aprendido de mi asociación con el gerente de ruta del grupo con sede en Soho donde Jimmy Page tocó). Me halaga que John Lennon me diera crédito por eso, así como por las otras influencias que tuve sobre él.
-¿Qué te pasó cuando escuchaste por primera vez el hit de The Beatles Paperback Writer? ¿Sabías que se trataba de vos?
-No. Pero cuando escuché la línea de apertura («quiero ser un escritor de libros de bolsillo»), recordé que eso fue lo que les dije a John y Paul en el departamento con terraza de Gambier. Cuando me preguntaron: «¿Qué querés ser?», respondí: «Quiero ser un escritor de bolsillo». Porque en ese momento sólo me publicaban como poeta, y publicarlo en bolsillo era un éxito: un escritor popular que la gente lee en bolsillo. La canción, en realidad, no se trata de mí, sino que se inspiró en mi respuesta, como la recuerda Paul.
Por cierto, descubrí el gran recuerdo que tiene Paul cuando lo encontré por casualidad en un bar del hotel Bristol, en París hacia el año 2000, y me citó la primera línea del poema que interpreté en la Jacaranda más de 40 años antes: Break Me in Easy.
-Muchos teóricos del rock dijeron que Polythene Pam (Abbey Road, The Beatles, 1969) fue la canción que inició el glam rock. ¿Cuánto hiciste para que eso sucediera?
-No sé cómo empezó. Pero sí sé dónde se originó Polythene Pam, como lo contó John Lennon en una entrevista con Playboy. La génesis fue una noche que pasamos juntos con una chica que vestía una bolsa de basura de polietileno, ya que no teníamos cuero negro.
-¿Alguna vez perdiste la fe en la música pop?
-Perdí el contacto con la “música pop” cuando viví en el Caribe (1966-1979). Pero patrociné / administré dos grupos, Black Roots y Joy Juice, que tocaban pop criollo y reggae.
-Leí que algo muy traumático, un huracán, hizo que abandonaras el Caribe en 1979. ¿Cómo fue que te estableciste en Sri Lanka, y por qué te quedaste?
-Me detuve en Sri Lanka de camino a Sarawak, donde iba a escribir una novela histórica sobre el rajá blanco. El paisaje de colinas verdes, bosques y ríos de Sri Lanka me recordó a Dominica, pero la verdadera razón por la que regresé y me instalé fue porque era un país original, sin la influencia de Estados Unidos que se estaba infiltrando en Dominica, modernizando y estropeando el estilo de vida, la cultura y las aspiraciones de la gente.
-¿Conocés Sudamérica? ¿Te gustaría escribir sobre estas tierras?
-En 1999 visité Buenos Aires, Montevideo y Valparaíso. Me impresionó Buenos Aires como una ciudad apasionante y también me fascinó Valparaíso. Pasé días subiendo y bajando varias veces por todos los funiculares y quería montar una novela allí, pero cuando me fui, aunque tenía notas y fotografías, la inspiración también se fue volando.
-Viajaste por todo el mundo. ¿Cuáles son los lugares más mágicos y poéticos que has conocido? ¿Y los que te han defraudado?
No busco lugares mágicos o poéticos cuando viajo, sino, como la mayoría de los viajeros, nuevas experiencias y relaciones (agradables). Valparaíso me emocionó, no sólo por ser un lugar emocionante sino también por la gente hospitalaria. Mauricio me gustó por su estilo de vida, comida y música. Viajé por toda la India durante dos años investigando para mi guía India By Rail, pero el país me desilusionó y no caí bajo su hechizo como lo han hecho muchos poetas y músicos.
Hoy, junto a Jimmy Page. Se conocieron a fines de los ’50. El fundador de Led Zeppelin lo acompañó en escena y, hace poco, prologó uno de sus libros.
-¿Qué tipo de música escuchas hoy en día?
-Ahora escucho la música natural del mar rompiendo en la orilla debajo de mi cabaña, el viento susurrando las hojas de los cocoteros, la lluvia salpicando el techo, los martines pescadores cacareando y los monos ululando. No tengo radio, televisión ni ninguna forma de escuchar música, excepto Youtube. La música no forma parte de mi vida ahora.
-¿Y qué estás leyendo?
-Por desgracia, mi visión ya no es buena, después de un derrame cerebral que tuve el año pasado, por lo que no puedo leer libros cómodamente. El aire es puro y fresco aquí y paso la mayor parte del tiempo en casa, por lo que no me afectan las restricciones para socializar. Llevo una vida sencilla y sigo siendo un beatnik de corazón. Durante el encierro, he estado colaborando por correo electrónico con una chica que vive en Inglaterra a la que conocí en 1948 y no he visto desde entonces. Esto ha dado como resultado una colección de cuentos para leer durante las festividades, llamada Beach Shorts, publicado en Reino Unido el próximo año. Así que aproveché las restricciones de la pandemia y me puse a escribir algo nuevo. Y todavía hago versos ocasionales, así que, después de 65 años de escribir, he vuelto a mis raíces como poeta beat.
Fuente: Clarín