«A los 80 te encontrás en plena juventud. A los 90, si tus ancestros te invitan a ir al cielo, les pedís que te esperen hasta los 100. Recién entonces podrás considerar la posibilidad. Ese mensaje se puede leer en un letrero de piedra en la comunidad Ogimi. Mensaje que refleja el espíritu que tienen las personas que viven allí.
Previo al brote inicial de coronavirus, los viajeros habían comenzado a interiorizarse por este lugar y su fenómeno de longevidad. Desde el gobierno local de Ogimi comenzaron a notar un incremento en la afluencia de visitantes a su pueblo que lejos está de ubicarse dentro de los destinos turísticos clásicos.
Al sur de la isla principal de Japón, Okinawa es uno de los cinco lugares en el mundo en los que las personas viven felices y por gran cantidad de años. Un fenómeno que, según el explorador de National GeographicDan Buettner, también se repite en Cerdeña (Italia), Nicoya (Costa Rica), Icaria (Grecia) y Loma Linda (California).
Poder viajar a Okinawa y a alguno de los lugares descriptos es algo que quizás deba esperar, por el contexto actual. Pueblos como Ogimi ofrecen lecciones de cómo sobrevivir y cómo manejarse a través de tiempos difíciles, como es el caso de la pandemia de coronavirus.
¿Por qué sus habitantes son longevos? Las respuesta encierra una multiplicidad de factores: alimentación, prácticas sociales y predisposición genética. A esa conclusión llegó Craig Willcox, profesor de salud pública y gerontología de la Universidad Internacional de Okinawa y coautor de un estudio sobre la longevidad en esa isla desde 1975.
«Cerca de dos tercios de las causas de la longevidad se basan en la alimentación y la forma de vida, el resto se debe a la genética. En términos generales, necesitás de un «empujón genético» para llegar a los 100, no todo es buena alimentación. Aún no sabemos si la población de Okinawa tiene una ventaja genética respecto del resto de Japón, pero si sabemos que la longevidad se transmite entre las familias de este lugar», indica Willcox.
La comida, la medicina
En lo que a la prevención de cáncer o enfermedades cardiovasculares se refiere, la dieta okinawense es variada y rica en la que el organismo necesita. Una variedad de cinco frutas y vegetales por día y privilegian la carne magra de pescado en lugar de las carnes rojas.
«La deita okinawense tradicional es muy nutritiva y, a la vez, reducida en calorías. Eso es ideal», remarca Willcox que agrega que la batata era el alimento principal en Okinawa, por sobre el arroz blanco, por lo menos hasta las década de 1960.
Cuidado comunitario
La vida en las islas difiere mucho de cómo es en el resto de Japón. El clima subtropical, que hace que los inviernos no sean tan crudos, hace que la población okinawense viva más en contacto con la naturaleza y sin demasiado apego a la estricta puntualidad.
En Ogimi, la sociedad está estructurada de manera que los residentes mayores conserven un propósito, o ikigai, en sus vidas. Regalar un ikigai es la artesanía textil local, donde grupos de mujeres mayores realizan la limpieza de fibras y el bobinado de hilo, que requiere mucho tiempo.
Realizar esta actividad no solo es una forma de permanecer socialmente activo, sino que les da a los tejedores una forma de complementar sus ingresos y contribuir a la economía del pueblo. Naturalmente, el centro de hilado está dirigido por un hombre de 98 años, proveniente también de una familia llena de personas longevas.
Fuente: La Nación