La histórica estructura, de color gris, que Benito Quinquela Martín inmortalizó en su obra, utilizada para unir regularmente ambas orillas del Riachuelo durante 46 años, entre 1914 y 1960, recuperó desde esta mañana su razón de ser.
Desde las 10, cuando comenzó a moverse, a razón de entre 8 y 15 personas por viaje, vecinos de la Isla o del barrio de La Boca, hicieron el recorrido de poco más de un minuto, algunos por necesidad, otros por el simple hecho de rememorar viajes pasados y refrescar historias pasadas.
Franco vive en un edificio frente al puente y comenta que «desde mi ventana veía ayer que estaban moviendo el transbordador y ahora me vine porque quiero cruzar. Esto es increíble, histórico, me provoca una enorme emoción», dijo antes de subir a la plataforma acompañado de su perro salchicha.
Silvia se aceró tímidamente con su bicicleta preguntando: «¿Funciona?», y ante la respuesta positiva de la persona a cargo del control de acceso, se acomodó esperando que la plataforma llegara desde la otra orilla.
«Yo vivo en la Isla y tengo que cruzar casi todos los días. Para mí es de gran comodidad porque, si no, tengo que cruzar por el puente (el otro Nicolás Avellaneda, la réplica de color naranja que utilizan los vehículos y que está a sólo cien metros del original), pero es un peligro y hay que dar una vuelta muy grande», explicó.
Coincide con ella Valeria, que llegó junto a sus hijos, Antonella, Joanna y Máximo, también con la intención de realizar el cruce.
«Mi hija vive acá en La Boca y nosotros en la Isla, ahora voy a poder cruzar cuando quiera y sin demoras. Hasta ahora tenía que venir caminando por el puente donde hay una senda muy pequeña por donde se puede transitar y los autos pasan muy cerca», detalló.
Lucas Segovia y Sergio Álvarez están a cargo de la operatoria del Transbordador, ellos son quienes supervisan cada uno de los viajes.
«Hoy, por ser el primer día, arrancamos a las 10 y seguimos hasta las 13, paramos a comer una hora y retomamos a las 14, hasta las 17. Es increíble cómo empezó a venir gente, o porque tenía que cruzar o por paseo, pero mucha más gente de la que suponíamos», afirma Segovia.
Luego advirtió que «por el coronavirus la capacidad de traslado máxima es de 16 personas», y que cada una debe ubicarse en uno de los círculos amarillos pintados sobre el piso de la plataforma. Pero «en condiciones normales, la capacidad es de más del doble de lo que llevamos ahora».
Álvarez, por su parte, apuntó que «no tenemos horarios fijos. El cruce dura un poco más de un minuto y entre que bajan y suben, hay tres minutos más, por lo que podemos hacer varios viajes por hora. Hoy estamos haciéndolo con pausa, es el primer día, hay que ir ajustando cosas y no queremos exigirlo. Hay que tener en cuenta que se terminó de restaurar hace tres años y en ese tiempo se movió muy poco, dos o tres veces nada más».
«Hasta las 14, hicimos 40 cruces y creemos que cuando culmine el día de servicio, a las 17, habremos superado los 60 viajes. La gente está viniendo constantemente, creíamos que íbamos a tener más tiempo entre cruce y cruce, pero si es por la gente, vamos y volvemos continuamente», agregó.
Está previsto que el funcionamiento del transbordador sea de lunes a viernes de 8 a 19, y sábados, domingos y feriados de 10 a 19, con una frecuencia estimada de 30/40 minutos; pero Segovia adelantó que «mañana vamos a venir más temprano, aunque queremos ser prudentes e ir de a poco. A medida que pasen los días se van a ir acomodando los horarios y la gente va a saber en qué momento puede cruzar».
Toda la operatoria para el cruce de los 77 metros que separan las dos orillas del Riachuelo, se desarrolla bajo el estricto cumplimiento de los protocolos de bioseguridad establecidos por el Gobierno nacional para evitar la propagación del coronavirus, indicaron fuentes de Vialidad Nacional, que tuvo a su cargo la rehabilitación y ahora se ocupa de las operaciones.
El Nicolás Avellaneda es el único puente transbordador del continente americano y uno de los ocho de estas características que permanecen en pie a nivel mundial junto al puente Bizcaia español, el Rochefort francés, el Newport, el Warrington y el Middeldbrough británicos y el Rendsburg y el Osten alemanes.
En diciembre 2018, esta histórica estructura argentina recibió el Emblema del Escudo Azul de la Unesco, un reconocimiento cuyo objetivo es proteger el patrimonio cultural de las naciones en casos de conflictos bélicos y desastres naturales, para que sean conservados y restaurados.