El teatro, esa respiración colectiva que nos conmueve y nos hace vibrar en sintonía con otros, se reinventa en pandemia y en el extenso confinamiento obligatorio de nuestro país. Dos obras audiovisuales, teatrales, narrativas y artísticas se abren este mes a la inmensa obra de dos grandes poetas: Alejandra Pizarnik y William Butler Yeats. Todo, en tiempos de pandemia, por streaming.
Se trata de Las lilas, el silencio y la noche. Invocación a Alejandra Pizarnik, que abreva en el intenso libro Extracción de la piedra de la locura, cuyos fragmentos se resignifican en las voces de ocho actrices: Marilú Marini, Mirta Busnelli, Florencia Raggi, Valentina Bassi, Cristina Banegas, Laura Grandinetti, Mónica Raiola y Heindi Fauth.
La otra obra audiovisual es Hacia el crepúsculo, una creación de Oscar Barney Finn que dura 24 minutos y se basa en El crepúsculo celta, de Yeats. Son relatos irlandeses en las voces de Marta Lubos, Paulo Brunetti, Sebastián Dartayete, Pablo Mariuzzi, Roberto Mosca, Cecilia Chiarandini y Pablo Flores Maini sobre leyendas y mitos de Irlanda.
Alejandra Pizarnik. Una poeta que sigue inspirando.
Las lilas, el silencio y la noche tiene un comienzo evocativo de los pasos de Alejandra Pizarnik en París. Por eso es Marilú Marini quien, frente a una ventana, desde su casa en la capital francesa, lee: “La luz mala se ha avecinado y nada es cierto. Y si pienso en todo lo que leí acerca del espíritu… […] No temas, nada te sobrevendrá, ya no hay violadores de tumbas. El silencio, el silencio siempre, las monedas de oro del sueño…” La propuesta fue que cada actriz agregara un video hecho con su teléfono celular, imágenes que luego fueron sometidas a un trabajo de edición, dando como resultado un trabajo cuyo soporte es la prosa de Pizarnik que sumerge al oyente visual o al tele-oyente en una atmósfera bella y por momentos desoladora.
Toda la pieza dura veinte minutos y es en blanco y negro. Mientras Marilú habla con su reconocida cadencia, la cámara se acerca y baja hacia las callecitas de su barrio en París, pero también recorre sitios precisos –tanto como las palabras de la poeta argentina- como sus plantas, sus libros, su gato que descansa a gusto y sus manos, que recorren viejas fotos en un álbum de familia.
Las actrices hicieron un trabajo magnífico con las filmaciones mostrando que a veces no es cuestión tener un dispositivo de altísima definición sino imaginación y una edición profesional. En el mejor sentido se convierten en intérpretes, porque sus voces toman cuerpo para materializar a Pizarnik, quien murió en 1972. Pero ellas desaparecen en esa alquimia que es una novedosa experiencia audiovisual.
“En la poética de Pizarnik el eje es el dolor y la manera en que ella le pone nombre a su dolor”
Mirta Busnelli
ACTRIZ
La propuesta es una suerte de viaje a las honduras del universo de Pizarnik y las ocho voces femeninas se vuelven presencia física a través de esas imágenes que, fusionadas con la música, configuran una obra creativa sostenida por esa abstracción poética de Pizarnik. Parte de lo recaudado con esta obra es para el colectivo Artistas Solidarios.
La obra sobre Yeats se sumerge en ese universo celta plagado de símbolos. El poeta decía que es “el mayor tesoro que el pasado ha legado a Irlanda y constituye el más rico de los géneros de toda Europa.” Auspiciado por la embajada de Irlanda, Barney Finn recuperó ese mundo “de hadas, gnomos, duendes y gigantes” luego de un viaje a Dublin: “Las ruinas de la antigua casa de piedra de mis bisabuelos, y el paisaje de campos lluviosos en un día de invierno fueron el pase mágico para que regresaran aquellos relatos. No hubo fogatas que convocaran, pero en el atardecer del pequeño cementerio rodeado de lápidas familiares, presentí duendes y gnomos”.
De París a Buenos Aires
Desde París, en diálogo con Clarín, Marilú Marini contó cómo fue su encuentro con el texto de Pizarnik: “Es una gran poeta y siento en ella una latencia terrible de vida aunque la muerte y la angustia están tan presentes. En Alejandra es algo incendiado. Su poesía siempre es tan medular que va a fondo. Pero no a nivel racional, sino como apertura al mundo y al Universo. En todo lo que escribe está la presencia del cuerpo habitado, el cuerpo hecho uno con esa sensibilidad y esa angustia, y al mismo tiempo la posibilidad de la distancia que, en algunos escritos, se traduce con un humor muy delicado y muy exacto”.
“No hubo fogatas que convocaran, pero en el atardecer del pequeño cementerio rodeado de lápidas familiares, presentí duendes y gnomos”
Oscar Barney Finn
CINEASTA
Marilú aceptó rápidamente la propuesta: «Todas las actrices logramos darle un cuerpo al texto. Y eso tenía algo de presencial en la escucha de la gente que nos iba a ver y escuchar, penetra en el cuerpo del otro”.
Mirta Busnelli conocía la obra poética de Alejandra Pizarnik y se había interesado en su vida. “En general juzgo a los artistas por su obra, pero en el caso de Pizarnik yo sentía una referencia con su vida. Es una poeta con una minuciosidad de una potencia microscópica, como si pusiera una lupa para nombrar todos los pensamientos y los afectos que vive un ser humano. Y como la muerte y el dolor aparecen en todo lo leído provoca una experiencia en quien la lee que lleva a relacionarla con una misma, con lo que una vive y siente”.
Para la actriz, “el ritmo de su poesía y de su prosa es seguir siempre buscando, indagando” y además dentro de las limitaciones del confinamiento, Busnelli buscó imágenes “que resonaran con las palabras de Alejandra Pizarnik». Unas paredes descascaradas le sirvieron. «En la poética de Pizarnik el eje es el dolor y la manera en que ella le pone nombre a su dolor”, concluye.
William Yeats. Un poeta irlandés fue el punto de partida.
En tanto Valentina Bassi, que también conocía la obra de Pizarnik desde su adolescencia, siempre se sintió conmovida “por las imágenes que provocan sus poemas. Creo que Pizarnik es muy sensorial. Siempre me gustó mucho eso de ella. Cuando me convocaron, de inmediato dije que sí y un poco pedí el texto que finalmente leí en la obra”. Agrega que nunca le interesó mucho filmar pero de pronto sintió que el fragmento que iba a leer tenía mucha relación con el laberinto «y en mi casa hay muchas escaleras. Me propuse ir por allí. No poder salir, el confinamiento, no tener escapatoria…el sonido de sus palabras me generó diferentes emociones”.
Ocho actrices leen a Pizarnik, le ponen el cuerpo y la hacen presente en una ciudad que da igual si es Buenos Aires o París. El modo virtual en que estamos obligados a vivir nos lleva a todas partes y Pizarnik nos sumerge en una profundidad sin tregua. Como dice Valentina Bassi, esta experiencia/obra estética no hubiera sido posible sin el confinamiento. “La imaginación siempre se pone en marcha en la adversidad y la singularidad de cada actriz se pone de manifiesto en cada parte de la obra”.
Dónde, cuándo
Las lilas, el silencio y la nocheestá los domingos de este mes a las 21 y la entrada sale $150, aunque se pueden hacer colaboraciones voluntarias hasta los $600.
Hacia el crepúsculo seda entre el jueves 10 y el domingo 13 y tiene desde contribuciones a la gorra hasta donaciones de $1.000.
Ambas, disponibles a través de la plataforma Alternativa Teatral.
Fuente: Clarín