A partir de 2018, la dirección del Ballet Nacional del Sodre de Montevideo -que hasta entonces ocupaba Julio Bocca– pasó a manos del español, nacido en Bilbao, Igor Yebra. Primer bailarín con un gran prestigio internacional, también coreógrafo y maestro, Yebra tuvo que enfrentar este año, como tantos de sus colegas en el mundo, las condiciones impuestas por la pandemia del coronavirus: cómo mantener a los bailarines de su compañía activos y animados, como producir nuevas cosas, cómo enfrentar el día a día de situaciones inciertas.
Pero algo muy bueno y muy envidiable le ocurre esta semana al Ballet del Sodre: el próximo viernes 28 de agosto subirá a escena con un programa adaptado a las circunstancias y con un público totalmente real. Y en el curso de lo que queda del año repondrá Un tranvía llamado Deseo de Mauricio Wainrot y un poco más adelante Igor Yebra espera poder estrenar La tregua, inspirada en la novela de Mario Benedetti, con coreografía de Marina Sánchez y música de Luciano Supervielle del grupo Bajofondo.
-Igor, antes de pasar a la función de este viernes, ¿cómo vivieron los meses anteriores?
Igor Yebra es el director español del Ballet uruguayo del Sodre.
-Afortunadamente tuvimos aquí una cuarentena bastante liviana (nota: el Covid19 tuvo una incidencia muy baja en el Uruguay). Pero el 13 de marzo se interrumpió del todo la actividad del Ballet. Habíamos estrenado el día anterior Un tranvía llamado Deseo, de Wainrot, y el 13, la segunda función y ya casi listos para comenzar, nos mandaron a todos a casa. La recomendación oficial era sobre todo no salir, pero los bailarines claramente no podían seguir trabajando. Yo veía que esto iba a ser largo, por eso a la semana ya teníamos organizadas las clases por zoom para que los bailarines continuaran trabajando. Era importante que mantuvieran la forma física con la rutina diaria y que se mantuviera el grupo. Llevamos casi tres meses así, pero desde hace un mes y medio retomamos las clases con grupos reducidos, sin tocarse y manteniendo las distancias. También retomamos los ensayos.
-Hubo también una participación creativa por parte de los bailarines.
-Les propuse que nos enviaran videos con coreografías propias; y luego, con el equipo con el que sí podíamos trabajar en el Auditorio, invitamos de a uno por vez, grabamos esa obra en el escenario y en otros espacios; de este modo armamos un ciclo que subimos a las redes y que llamamos Seguimos con vos, que resultó muy interesante y fue una manera de mantener el contacto con el público. Otros bailarines dieron clases por instagram, se organizó un especial para niños, en fin la compañía se mantuvo activa.
Igor Yebra, el director del Ballet del Sodre, contó cómo trabajaron con los bailarines durante el aislamiento.
-El Ballet del Sodre tiene un número de bailarines de otros países. ¿Algunos volvieron a sus lugares de origen?
-Fue una cuestión complicada, empezando por el propio director que también es de afuera (se ríe). Es una compañía de gente muy joven y algunas familias les pidieron que regresaran. Yo me he quedado aquí como responsable del barco; no puedes decirles a los bailarines que se queden y tú, el director, irte.Les decía que este era el mejor sitio donde podían estar. Aun así, algunos muy pocos, por miedo, se fueron para no volver. Fue una proporción mínima: la mayoría quedó aquí y con una actitud de colaboración increíble por todo este tipo de cosas que se les pedía y que se les pide; porque estamos moviendo protocolos y hay que estar muy atento a la orden de cada día. En este tiempo he sido casi más psicólogo que director: les preguntaba cómo estaban, si necesitaban algo; les decía: “Sois jóvenes, tenéis trabajo y una buena salud. Hay que estar bien para ayudar a los que realmente la están pasando muy mal”.
-¿Las clases por zoom cómo las resolvieron? Porque hay muchos ejercicios que no pueden hacerse en la casa y estos bailarines profesionales necesitan un entrenamiento intenso.
-No te digo que podía hacerse una clase completa, pero les exigimos mucho. Yo les decía “voy a darles una barra muy fuerte, como nunca les pediría”; pero es que era la manera de mantenerlos en forma. Hay cosas que estará bien que se conserven; por ejemplo, puedes invitar a un gran maestro internacional a qué de una clase por zoom a una compañía de ballet ahorrando un costo muy grande. Hay que intentar transformar las desventajas en virtudes. Y por otra parte, para bailarines como yo, con una carrera free-lance, viajando muchísimo y yendo de un sitio a otro, tu clase la hacías en la habitación del hotel. Yo, apenas entraba, miraba a ver qué mueble podía servirme como barra.
Una escena coral de «Un tranvía llamado Deseo», obra de Mauricio Wainrot, por el Ballet del Sodre.
-¿Cómo será el programa del viernes 28?
-En primer lugar, el prólogo con la entrada de las Hadas de La Bella Durmiente. Sólo cuatro de ellas y a dos metros de distancia. Intenté hacerlo de tal modo que no parezca un concurso o un festival de solos, sino una parte de un espectáculo. Luego estará Raíces, de Marina Sánchez, con extractos de obras que ya teníamos; incluso un dúo, pero en el que los bailarines no se tocan y que podemos hacerlo porque es contemporáneo. Si fuera un “pas de deux clásico”, ni pensarlo; sería un sacrilegio y no querría que venga Marius Petipa (nota: coreógrafo de un gran número de ballets del siglo XIX) a hacerme un juicio (se ríe), que tan de moda están. Y finalmente elegimos algunos de los trabajos que habían creado los bailarines, pero subidos al escenario, con luces y presentados de una manera bonita. El espectáculo se llama Volvemos con vos y será en la sala Nelly Goitiño, más pequeña que la del magnífico auditorio que tenemos, pero donde el Ballet del Sodre subsistió durante tantos años. El jueves 27 se cumplen precisamente 85 años de la escritura de creación del Ballet, que existe hoy y en el nivel que tiene, gracias a que se mantuvo la llama viva durante tantos años en esa sala y en otras. Y ya estamos preparando la vuelta a la gran sala del Auditorio, seguramente en septiembre próximo, con Un tranvía llamado Deseo.
-¿Cómo estará distribuido el público?
-Habrá una fila de butacas libre de por medio y una o dos butacas entre los espectadores; depende de si vienen o no en parejas. Las entradas, desgraciadamente para el público y afortunadamente para nosotros, se agotaron el mismo día.
Fuente: Clarín