Tildado de ateo, machista, homofóbico, se declaró creyente de la bondad de las personas (a las que no obstante quería lejos de él) y en el poder de los gatos de alargar la vida; en su opinión el alcohol estaba entre las mejores creaciones de la humanidad, Charles Bukowski (1920-1994) fue durante décadas el prototipo del escritor underground, epítome del realismo sucio estadounidense.
Su narrativa, que le trajo fama y dinero, eclipsó en parte la obra poética, que lo perfiló como un «antibeat» de la clase trabajadora. Detestaba a Allen Ginsberg, Neal Cassady y William Burroughs y admiraba a Ezra Pound.Este domingo se cumplen cien años de su nacimiento.
Espontaneidad y alcohol
Había nacido en Andernach, Alemania, un 16 de agosto, y llegó con sus padres a Los Ángeles, Estados Unidos, a los tres años. No tuvo una infancia feliz, y en su juventud se mudó a Nueva York para hacerse escritor. En 1946, estaba de vuelta en Los Ángeles, donde siguió haciendo trabajos menores mientras escribía y publicaba cuentos y poemas en diarios y revistas literarias. Durante casi diez años, pasó el tiempo bebiendo en bares: ese fue su periodo reconocido como los barfly years, que retrató en su volumen de cuentos Erecciones, exhibiciones e historias generales de locura ordinaria (1972) y fue llevado al cine por Barbet Schroeder en el film Barfly, con guion de Bukowski. A los cincuenta años, aceptó la propuesta del editor John Martin, de Black Sparrow Books, que le ofreció pagarle cien dólares mensuales de por vida si abandonaba su trabajo como cartero para convertirse en un escritor de tiempo completo. Una de las primeras obras que siguieron a esa oferta fue la novela Cartero, de 1971, donde aparecía por primera vez Henry Chinaski, el antihéroe alcohólico y misógino que muchos identificaron como un álter ego del autor. Nacía el mito Bukowski.
«Pese a lo autorreferencial y provocativo de su prosa, y pese a que se trate de un autor más conocido por sus novelas, Bukowski dedicó gran parte de su vida a la poesía, escribiendo y publicando más de veinte libros en el género desde 1959 hasta el día de su muerte -dice el poeta y traductor Juan Arabia-. Con sus relatos cortos y novelas hizo algo de dinero, pero su corazón siempre estuvo más cerca de la poesía, género con el que se sintió sin duda más identificado». En Mujeres (1978), el escritor reconoció su deuda con John Fante, su mentor literario.
Aunque afirmó que la poesía estaba sobrevalorada, escribía versos todos los días. Sus poemas se publicaron por primera vez en periódicos de Los Ángeles como Open City y The Los Angeles Free Press y en revistas literarias. Flower, Fist and Bestial Wail, su primera colección de poesía, se publicó en 1959. «A diferencia de la atmósfera que aún prevalecía por la influencia de la Nueva Crítica, y la convergencia posterior de la Escuela de Nueva York (John Ashbery y Frank O’Hara, entre otros), es decir, de una poesía llena de giros, revisión y trabajo, tan contraria a su falsa y mentada espontaneidad, Bukowski planteaba que los poemas tenían que salir ‘de la misma forma que sale un vómito a la mañana luego de una borrachera’» -describe Arabia, editor de Buenos Aires Poetry-. Al igual que Walt Whitman, William Carlos Williams y la Generación Beat intentaron llevar la poesía a un lugar más orgánico, uno que coincidiera con el discurso y las tradiciones estadounidenses, Bukowski llevó el lenguaje más cerca del verdadero núcleo y centro del corazón de la sociedad norteamericana: no solo hay un modo de vida americano sino un modo de muerte americano. Ningún otro escritor fue tan rudo, solitario y original como él».
Acuérdate de tu corazón
«El centenario de Bukowski ofrece una buena oportunidad para releer y repensar su tremenda poesía, que se ha distinguido desde el principio por generar cualquier tipo de recepción menos la indiferencia -dice a LA NACION el poeta, ensayista, traductor y catedrático cubano Víctor Rodríguez Núñez-. En uno de sus poemas tempranos, recogido en The Roominghouse Madrigals (1988), narra cómo un domingo aburridísimo su mujer le pide el divorcio y su respuesta: ‘acuérdate de tu corazón’. Esa frase podría estar dirigida, también y sobre todo, a la poesía estadounidense de su tiempo, y aun la de nuestros días, severamente limitada por la represión de los sentimientos». Para Rodríguez Núñez, la obra del poeta de Los Ángeles se vincula con la manera latinoamericana de entender la poesía. «Es menos whitmaniana y más vallejiana, y esto explica la fervorosa aceptación que ha tenido al sur del Río Bravo -señala-. Como toda poesía verdadera, la de Bukowski desafía la ideología dominante, en su caso la combinación del protestantismo fundamentalista y el liberalismo burgués, para quienes los casi 165.000 muertos por la pandemia no son razón suficiente para cerrar las iglesias ni los negocios. Su voz es la de un outsider y por tanto la de uno de los nuestros, para quien escribir es la única libertad».
Para la poeta y ensayista Anahí Mallol, encontrarse con la escritura de Charles Bukowski es siempre un shock. «Bukowsi te enfrenta con la no complacencia absoluta: caen las ideas habituales acerca de la belleza o la virtud del poema -dice-. Y algo te interpela: la sospecha de que todo es una gran farsa, que no hay nada que esperar, que la poesía es poesía cuando va directo a lo que quiere decir, con un lenguaje coloquial, casi desprovisto de imágenes, y avanza como golpes, hacia el corazón de un dolor objetivo, de una desesperación generacional y existencial». En cierto sentido, la poesía de Bukowski es una escuela de entrenamiento para asimilar el fracaso que, tarde o temprano, llega en la vida. «Mientras, te da unos consejos valiosísimos sobre escribir, y te confiesa, a medianoche, que hay un pájaro azul que canta, muy de vez en cuando, en el centro del corazón -concluye la autora de Como un iceberg-. Entre Emile Cioran y los jóvenes Rolling Stones, Bukowski está ahí, para decirte que si vas a hacerlo, lo hagas hasta el final. Aquí, ahora. Escribí. Aunque a nadie le importe».
En las redes
La editorial Anagrama, donde se publicó gran parte de la obra narrativa de Bukowski, prepara una gala virtual con especialistas en la obra del escritor estadounidense. Este sábado, a las 14 (hora argentina), en la cuenta de Facebook de Anagrama se podrá asistir a la charla entre los escritores Mariana Hernández, Carlos Velázquez y Bernardo Esquinca y el librero Ángel Tijerín sobre la «literatura salvaje» del homenajeado. Y el martes, a las 21 (hora argentina), en la página de Facebook de Eventos Gandhi, de México, los escritores J.M Servín y Roberto Castillo Udiarte conversarán sobre el autor de El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, que ilustró nada menos que Robert Crumb.
Otra iniciativa destacada que se puede rastrear con el hashtag #100AñosDeBukowski es la de TVUNAM, de Ciudad de México, que en el día del centenario del nacimiento del escritor transmitirá el documental Bukowski: Nacido en esto, en doble función, a las 17.30 y a la medianoche. El documental de John Dullagan, de 2003, también se puede ver subtitulado en este enlace. En la Argentina ese día habrá que estar atento a las cuentas en redes del músico y escritor Fito Páez, el último bukowskiano del Río de la Plata.
Tres poemas de Charles Bukowski
Como un delfín
Morir tiene su lado difícil.
No hay escapatoria.
El guardián tiene su ojo en mí.
Su ojo malo.
Estoy cumpliendo la condena ahora.
En soledad.
Encerrado.
No soy el último ni el primero.
Sólo te estoy diciendo cómo es.
Me siento sobre mi propia sombra.
El rostro de los ancianos oscurece.
Las viejas canciones todavía suenan.
Con una mano en mi mentón, sueño con
nada mientras mi perdida infancia
salta como un delfín
en el mar congelado.
4:30 A. M.
Los campos crujen
con pájaros rojos;
son las 4:30 de
la mañana;
siempre son las
4:30 de la mañana,
y escucho a
mis amigos:
los basureros y
los ladrones,
y gatos soñando
pájaros rojos
y pájaros rojos soñando
gusanos,
y gusanos soñando
acompañado de los huesos de
mi amor,
y no puedo dormir,
y pronto llegará la mañana,
los trabajadores se despertarán,
y me buscarán en los muelles,
y dirán
«está borracho de nuevo»,
pero estaré dormido,
finalmente,
entre las botellas y
la luz del sol,
toda oscuridad detrás,
mis brazos extendidos como
una cruz,
los pájaros rojos
volando,
volando,
rosas que se abren en el humo,
y como algo
apuñalado
y cicatrizante
como
40 páginas a través de una mala novela,
una sonrisa sobre
mi cara de idiota
Carson McCullers
ella murió de alcoholismo
envuelta en una manta
en una reposera
de un barco
de vapor.
todo lo que de ella
quedaba
eran sus libros de
aterradora soledad
todos sus libros sobre
la crueldad
del amor sin amor
como el turista que paseando
descubrió su cuerpo
y notificó al capitán
y ella fue despachada rápidamente
a otro lugar
en el barco
y todo
continuó simplemente
tal
como ella lo dejó escrito.
Traducción de Juan Arabia
Fuente: Daniel Gigena, La Nación