Justina Bossa, cordobesa de 16 años, se consagró como la mejor del mundo en los exámenes de la Universidad de Cambridge en la materia Inglés como segunda lengua. Alcanzó el «top of the world» al lograr 99% en las evaluaciones que rindió en noviembre y cuyas calificaciones se conocieron ahora.
Bossa cursa quinto año del secundario en el colegio Mark Twain de Córdoba -donde asiste desde la sala de tres años- y en noviembre rindió en inglés los exámenes de Biología, Matemáticas, Arte, Literatura y Lengua Castellana, todos en inglés. «Ahora llegaron los reportes y las menciones -cuenta. No lo podíamos creer con mi familia cuando vimos las notas, todavía no caemos».
Asegura que estudia inglés desde que entró al colegio y «todo cuarto año es un ciclo enfocado al examen, así que venimos bastante preparados». Ese examen lo rinden en todo el mundo miles de estudiantes. «No sé cuántos, pero muchísimos», apunta la joven que se decidió -después de un curso vocacional- por estudiar Biotecnología. Aunque en la Universidad Nacional de Córdoba, la dicta la Facultad de Matemáticas, Física y Astronomía (Famarf), está decidida a irse al exterior.
«Me parece que hay más oportunidades no sólo de empleo, sino de laboratorios, de crecimiento personal -dice-. Creo que voy a descubrir más». Está enfocada en lograr irse a Inglaterra y, como segunda opción, tiene a Estados Unidos. Bossa es el mejor promedio de su clase.
Risueña asegura que no se concentra solo en el estudio, sino que integra la orquesta del colegio, hace tres años que hace piano y juega al hockey en el club El Tala, donde es capitana del equipo. «Estudio los domingos porque en la semana, cuando no era la cuarentena, volvía tarde a casa. Desarrollé la habilidad para organizarme y eso me permite hacer varias cosas», describe.
En estos tiempos de pandemia las clases son virtuales, con entrega de monografías y ensayos. Ya se prepara para, el año que viene, rendir un nuevo examen en Cambridge, el escalón siguiente al que aprobó con la mejor calificación del mundo. «No lo tomo como una presión sino como un incentivo, me dan más ganas de prepararme y de estudiar», sintetiza.
Fuente: Gabriela Origlia, La Nación.