Unos 30.000 voluntarios participan del estudio más grande del mundo para encontrar la vacuna contra el Covid-19, en un proyecto liderado por los Estados Unidos, uno de los principales candidatos en la recta final de la carrera mundial para encontrar la solución a la pandemia de coronavirus.
Aún no hay garantía de que la vacuna experimental, desarrollada por los Institutos Nacionales de Salud y Moderna, funcione. En la prueba, los voluntarios no sabrán si están recibiendo la oportunidad real o un placebo.
Tras utilizar dos dosis, los científicos seguirán de cerca qué grupo experimenta más infecciones a medida que realizan sus rutinas diarias, especialmente en áreas donde el virus aún se está propagando sin control.
Otros ensayos, de China y de la Universidad de Oxford de Gran Bretaña, comenzaron a principio de este mes la etapa final de la prueba en Brasil y otros países afectados. Pero se trata de grupos más pequeños.
Los estudios masivos no son solo para evaluar si las vacunas funcionan. Son necesarios para verificar la seguridad de cada potencial vacuna, con el fin de que los científicos puedan comparar todas las posibilidades.
El laboratorio estadounidense Moderna asegura que si la vacuna contra el Covid-19 resulta efectiva y segura, podrá administrar al menos 500 millones de dosis por año.
El estudio final de la prueba de Oxford comenzará en agosto. En septiembre, el de Johnson & Johnson y en octubre el de Novavax. Pfizer planea su propio estudio de 30.000 personas este verano (septentrional).
Los voluntarios
En las últimas semanas, más de 150.000 estadounidenses se registraron a través de una página web, informó el doctor Larry Corey, virólogo del Instituto de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, en Seattle, que se sumó a la ayuda para supervisar el estudio.
«Los ensayos deben ser multigeneracionales, deben ser multiétnicos y deben reflejar la diversidad de la población de los Estados Unidos», dijo Corey. Hizo hincapié en que es especialmente importante asegurar suficientes participantes negros e hispanos, ya que esas poblaciones son muy afectadas por el covid-19.
Usualmente lleva años crear una vacuna desde cero. Pero los científicos están estableciendo récords de velocidad, estimulados por el conocimiento de que la vacunación es la mejor esperanza del mundo contra la pandemia. Los fabricantes comenzaron a trabajar con el coronavirus el 10 de enero, cuando China compartió la secuencia genética del virus.
Solo 65 días después, en marzo, la vacuna hecha por los NIH se probó en personas. La primera receptora está alentando a otras personas para que sean voluntarias ahora. «Todos nos sentimos indefensos en este momento. Hay poco que podamos hacer para combatir este virus. Y participar en esta prueba me ha dado la sensación de que estoy haciendo algo bueno», dijo Jennifer Haller, de Seattle.
Ese estudio de la primera etapa, que incluyó a Haller y a otras 44 personas, mostró que las vacunas aceleraron el sistema inmunológico de los voluntarios de la manera que los científicos esperaban, con algunos efectos secundarios menores, como fiebre, escalofríos y dolor en el lugar de la inyección. Las primeras pruebas de otros candidatos principales han tenido resultados igualmente alentadores.
Si todo va bien con los estudios finales, de todos modos tomará meses para que lleguen los primeros datos de la prueba Moderna, seguida de la prueba de Oxford.
Los gobiernos de todo el mundo están tratando de almacenar millones de dosis de los principales candidatos para que, cuando los reguladores aprueben una o más vacunas, puedan comenzar a distribuirse de inmediato. Las primeras dosis disponibles serán racionadas, presumiblemente para las personas con mayor riesgo de contraer el virus.
«Somos cautelosamente optimistas. Habrá datos para demostrar que la vacuna puede funcionar al final del año», explicó el doctor Stephen Hoge, presidente de Moderna, con sede en Massachusetts.
Fuente: La Nación.