El inmueble salió a la venta a fines del mes pasado con una base de 400.000 dólares, tiene 240 metros cuadrados y se sitúa en pleno centro de esa ciudad, en un edificio afrancesado obra del célebre Alejandro Bustillo.
«Tenemos varias ofertas que nos llegaron desde la Argentina, pero también de países como Turquía y hasta de una fundación europea. Seleccionamos por ahora a cuatro candidatos de acuerdo no solo con el precio que están dispuestos a pagar, sino también con la intención de preservar el patrimonio de un lugar habitado por un personaje histórico como el Che», explicó el empresario argentino Francesco Farruggia a LA NACION desde Brasil, donde vive. Sin embargo, más allá de los deseos de los propietarios, el destino del lugar es incierto.
Farruggia, presidente del Instituto Campus Party de Brasil, y su socio español Manuel de la Rica Pascual compraron en 2002 la propiedad, situada en Entre Ríos 480, luego de que aquel leyera un aviso clasificado publicado en el Corriere della Sera que ofrecía la propiedad. La publicación no pasó inadvertida.
«La adquirimos por su importancia y para ponerlo a disposición de los gobiernos de la Argentina y de Cuba, y que se hicieran visitas protocolares. No nos interesaba vivir allí», aclaró Farruggia, quien decidió desprenderse del inmueble porque «es mejor poner las cosas al día cuando se llega a cierta edad».
También aceleró la decisión el hecho de que los dueños del resto de los departamentos se opusieron a que el sitio fuese destinado a un museo o a un centro cultural, por lo que algunos proyectos de los empresarios se vieron frustrados, dijeron fuentes del mercado inmobiliario. El lugar solo fue visitado por familiares y admiradores de la vida de Guevara: el expresidente de Uruguay José Mujica y el bioquímico argentino Alberto Granado, compañero de viajes en motocicleta del Che por América del Sur, entre otras figuras.
Personalidades destacadas de Santa Fe, como los fallecidos Roberto Fontanarrosa y Hermes Binner, también buscaron impulsar algún movimiento cultural en la casa natal del revolucionario. Sin embargo, está vacía desde hace casi dos décadas y cientos de turistas de todo el mundo se deben conformar con observarla desde la vereda. Integra el circuito turístico Che Guevara, ofrecido por la Municipalidad de Rosario y que incluye además el Monumento al Che, el Parque de la Independencia y la Plaza de la Cooperación.
Proyecto original
El proyecto original del edificio de Entre Ríos y Urquiza fue de Bustillo, quien lo concibió en 1925. Fue construido y finalizado en 1927 por los hermanos Guido y Enrique Ferrarese, una empresa de gran prestigio, que tuvo la responsabilidad sobre varias obras de la época; entre ellas, el Palacio Fuentes, situado en la esquina de Santa Fe y Sarmiento de esa ciudad. Alejandro Bustillo es una de las grandes figuras de la arquitectura argentina, autor de construcciones emblemáticas en todo el país. Se asoció con el arquitecto Angel Guido y ganó el concurso para el Monumento Nacional a la Bandera, emblema de Rosario.
Al departamento 2ºD, con vista a la calle, donde nació el Che, se llega a través de un ascensor de hierro. Si bien algunos espacios fueron modernizados, los pisos son de pinotea, tiene arañas de bronce y muebles no originales, pero de época. Las paredes del living exhiben fotografías que dan cuenta de la vida del revolucionario (1928-1967).
«Está en perfecto estado, bien conservado. Es uno de los mejores edificios que existen en Rosario. Quienes viven allí tienen muy buena posición económica y lo mantienen muy bien», aclaró Farruggia, apreciación con la que coincidieron fuentes del mercado inmobiliario.
Si bien no hay registros oficiales, tanto la mayor parte de los libros de historia como los actuales dueños del edificio consignan que Ernesto Rafael Guevara de la Serna habría nacido allí, en ese edificio de cinco pisos, el 14 de junio de 1928, proveniente de una aristocrática familia argentina.
Sus padres, Ernesto Guevara Lynch y Celia de la Serna, quienes por ese entonces vivían en el monte misionero, en Caraguataí, habrían viajado en barco a Rosario para que el nacimiento tuviera lugar allí, en mejores condiciones. Después de estar un mes en esa ciudad, pasaron por Buenos Aires y volvieron luego a Misiones.
Enigma
Sin embargo, Juan Martín y Celia Guevara, los únicos hermanos del Che con vida, afirman que no existe documentación alguna que lo corrobore. Los historiadores creen que el parto se produjo allí, ya que en esa época era común que la gente con poderío económico contratara a parteras para que los nacimientos fueran en las casas.
«Solo se cuenta con un certificado de nacimiento del Che firmado por un familiar, Raúl Lynch. Pero Lynch tampoco era el dueño de ese departamento. Mis padres nunca tuvieron casa en Rosario. Suponemos que el propietario de la casa era un amigo de papá, o un familiar que los albergó, pero no hay mucho más al respecto», dijo a LA NACION Juan Martín Guevara.
Según el hombre, hoy presidente ad honorem de la fundación Che Vive, también existe una foto de la azotea de ese edificio de la calle Entre Ríos, desde donde se ve atrás el río y a su hermano, al cual llamaban Ernestito, de 20 días, arropado y en brazos de su madre.
Agregó Guevara que no se descarta que el Che haya sido concebido antes de que sus padres se hubiesen casado, hecho que habría sido totalmente escandaloso para el círculo conservador en el que se movían. Lo mismo opina la antropóloga rosarina Silvia Blanchi para quien «se supone que ahí, en ese departamento típico de la burguesía rosarina, nació Guevara, aunque no hay documentación al respecto. La madre habría quedado embarazada y fue a esconder en esa casa su parto».
Tras el retorno democrático a la Argentina, Rosario empezó a revalorizar la figura del Che. Bibliotecas populares, centros de estudios, clubes y hasta una autopista llevan su nombre en una ciudad que además lo declaró ciudadano ilustre en 2002.
Según Blanchi, en la sociedad rosarina hay progresistas y conservadores. «Sin embargo, los lugares vinculados a la vida del líder y su monumento fueron siempre respetados, nunca agredidos. De todos modos, el Monumento al Che carece de un fusil, es una escultura lavada», añadió la antropóloga.
Fuente: La Nación