A principios de año se había fijado para este jueves el estreno del largo de animación hispano-argentino “La gallina Turuleca”. Habría sido el gran éxito de las vacaciones de invierno. El virus propuso otra cosa, y la gallina se quedó encerrada junto a “Mulan”, “Wonder Woman 1984”, las nuevas comedias de Adrián Suar, Natalia Oreiro y Mercedes Morán, y otros títulos que prometían buena recaudación. ¿Acaso se estrenarán en baja temporada? Porque, considerando planificaciones y recaídas, los cines del AMBA recién empezarían a abrir a mediados de octubre. Y, considerando la experiencia en otros países, durante los primeros meses las salas sólo podrían completarse en la mitad o menos de su capacidad.
En China, la primera sala que reabrió, el Zhongying Golden Palm Cinema de Urumchi, lo hizo con bombos y platillos y entrada libre y gratuita. No fue nadie. En los siete complejos de Cancún que se animaron a reabrir, el promedio fue de 5 (cinco) espectadores diarios. En Londres se redujo a un metro la distancia social, cosa de llegar a 50% de cada sala, pero no se llega ni a 5% y los cines chicos ya están pidiendo créditos oficiales, o la extremaunción.
Hay recursos desesperados. En la región francófona de Bélgica empresas y autoridades lanzaron el 1° de julio la operación “J’ai cinéma”, tengo cine: cada martes, 11 salas venden 15.000 entradas a sólo un euro. Los cines alemanes ya están acordando un apoyo estatal de 40 millones de euros. En algunas ciudades de EEUU reponen “Jurassic Park” y otros clásicos a muy bajo precio. Y cuando lleguen los estrenos fuertes, serán acompañados con ofertas de comidas y bebidas, promociones y descuentos (los optimistas dicen que a partir de agosto). De todos modos, nadie espera una taquilla mínimamente respetable.
¿Por qué, entonces, mantener el negocio? Por terquedad, por amor, por un sentimiento de comunidad, y también por una especie de mística. El cine Doré, de la Filmoteca Española, reabrió con “Amanece, que no es poco”, y el mudo y hermoso “Amanecer” de Murnau. Las entradas se agotaron en una hora. 150 (ciento cincuenta) cines españoles y otros tantos de Italia reabrieron con “Cinema Paradiso”. Muchos cines del interior de Francia reabrieron con el biopic “De Gaulle”, sobre el líder de la recuperación gala (y en Saint-Laurent de Nesle, pueblito de los Altos Pirineos, antes de la función fueron homenajeados los vecinos que durante la cuarentena estuvieron ayudando a los ancianos de la región). Los exhibidores franceses ya anuncian las fechas de estreno de decenas de films desde el 1° de setiembre en adelante, entre ellos la ítalo-argentina “Maternal”, de Maura Delpiero. Pero hay algo todavía más singular: en Madrid, cerca del barrio de Lavapiés, y tras varias postergaciones, acaban de inaugurarse los Cines Embajadores, un complejo de tres salas dedicadas al cine-arte y las películas en versión original, nada de doblaje. Si abrir un cine nuevo ya parece una locura, hacerlo con ese perfil es, defintivamente, una locura. Sin embargo, el público está cubriendo con entusiasmo el cupo establecido de 75% de las butacas, y siempre queda “gente afuera”.
Fuente: Ámbito