Un encuentro casual a miles de metros en el aire y una inesperada inspiración en medio de una calle londinense son parte de la génesis de La Niñera, una de las sitcoms más populares a nivel global de la historia, que tuvo un especial impacto en la Argentina y que terminó porque los directivos de un canal de TV cometieron el único error que la audiencia no pudo perdonar.
Todo comenzó en 1992, cuando la actriz Fran Drescher y su marido Peter Marc Jacobson decidieron tomarse unas vacaciones en Londres, para visitar a su amiga Dame Lesley Lawson, la modelo inglesa conocida como Twiggy y famosa en los 60. En el lounge de espera en el aeropuerto JFK de Nueva York se toparon con Jeff Sagansky, quien por entonces era el presidente de CBS Entertainment, la división de entretenimiento del popular canal de TV. Los tres se conocían porque ella había sido parte de Princesses, una fallida comedia que duró una temporada y porque le habían presentado un piloto que no prosperó.
«En cuanto lo vimos a Jeff, con Peter supimos que debíamos usar a nuestro favor el hecho de estar por tantas horas en un vuelo transatlántico. Así que buscamos una y mil excusas para poder charlar de un asiento a otro. Lo molestamos tanto a lo largo de esas nueve horas y media que pudimos convencerlo de que teníamos una gran idea para mostrarle cuando regresásemos a los Estados Unidos», recordó la actriz.
Drescher tenía por entonces 35 años y había logrado participar como actriz secundaria en varios éxitos televisivos como Night Court, Alf y la popular ¿Quién manda a quién?, aunque su rol más destacado fue en cine, como Bobbi Fleckman en la genial película This Is Spinal Tap a mediados de los 80. Sin dudas su apariencia y humor no pasaban desapercibidos. Sin embargo, no encontraba una manera de conseguir destacarse más.
«Se me acercó en pleno vuelo y me dijo que, hasta ahora, la habían tratado como una guarnición cuando ella sabía que podía ser el plato principal de un gran banquete. Y me aseguró que ella y su marido podían escribir, producir y organizar un éxito. Me pareció increíblemente descarado de su parte. ¡Pero el tiempo me hizo dar cuenta que no estaba equivocada!», recordó años más tarde Sagansky. Lo que él no sabía era que ni Drescher ni Jacobson, novios desde el colegio secundarios y socios en emprendimientos artísticos, no tenían ninguna idea en mente, sólo querían aprovechar la oportunidad.
Ya en Londres, el matrimonio se juntó con Twiggy y fueron a una de las calles más exclusivas de la ciudad para ver vidrieras junto con la hija adolescente de la exmodelo. El choque entre la alta sociedad inglesa y la actriz del barrio popular de Queens fue inmediato.
«La hija de mi amiga venía de un semestre en un internado inglés y yo me sentía como un elefante en un bazar. En un momento ella se quejó de que le dolían los pies porque estaba estrenando zapatos y yo le expliqué cómo hacíamos en Queens para caminar sin que se note el dolor, mientras veía que su madre me miraba horrorizada. Yo era una suerte de consejera maternal pero a la vez muy callejera y creo que ahí encontré el tono que buscaba», confesó Drescher.
Reinventando a La novicia rebelde
Ya de regreso en los Estados Unidos, la idea que maduró fue la de una suerte de La Novicia Rebelde con un toque urbano y más cómico. Pero solo con eso no era suficiente. Sin saberlo, la cita que tenían con Sagansky era anterior a otra que tendría otro matrimonio, Robert Sternin y Prudence Fraser, productores de ¿Quién manda a quién?. Cuando ambas parejas lo supieron, decidieron unir fuerzas.
«Nosotros conocíamos a Fran y nos parecía que podía ser una gran protagonista. Cuando nos habló de la idea de una niñera, nos encantó y nos dimos cuenta que ella y Marc precisaban de alguien que conociera más el mundo de la producción de una serie. ¡Fue todo tan fortuito! Pero así nació La Niñera«, explicó Fraser. A cuatro manos escribieron el piloto de la serie y como era claro que Drescher sería el centro, usaron mucho de su historia: su familia judía, sus obsesiones por la televisión y la moda y su sentido del humor.
La historia terminó siendo la de una mujer de buen corazón pero desfachatada, que vivía en el barrio de Queens y que, por error, es confundida como una candidata a niñera en la puerta de la casa de Manhattan del empresario teatral Maxwell Sheffield, un viudo cuyos hijos se volvieron ingobernables. A pesar del error y de no tener ninguna experiencia como niñera, Fran Fine resultó ser «lo que el doctor recomendó», como dice la cortina musical de la sitcom: de a poco los niños comienzan a superar el duelo de su madre y a comportarse bien, mientras que el señor Sheffield y su mayordomo admiten que necesitan abandonar la rigidez británica.
El choque de la frescura y desfachatez de Fine, su amiga Val (Rachel Chagall) y su familia con el estilo de los Sheffield, su socia C.C. Babcok (Lauren Lane) y el mayordomo Niles (Daniel Davis) es una fórmula tan antigua como efectiva, que sin embargo jamás hubiese funcionado sin el carisma de Drescher. De hecho, es difícil diferenciar a la intérprete de Fran Fine y aún hoy su personaje es reconocible por su vestuario, voz y peinado. Los padres de Fran en la vida real y en la ficción se llaman igual, Sylvia (Renée Taylor) y Morty (Steve Lawrence), además de su abuela Yetta (Ann Morgan Guilbert). Y si bien han habido otros roles similares, nunca más se repitió que una protagonista fuera tan agradable como ingenua y con una malicia que en ocasiones se le vuelve en contra pero sin jamás perder el humor.
Con una belleza que no necesariamente se adecuaba a la de una bomba sensual, lo que siempre llamó la atención de Drescher era otra cosa: «No puedo negar que mi voz es especial. Cuando a principios de la década del 90 comencé a presentarme a más castings, el que era por entonces mi representante me pidió que cambiara mi tono, que fuera vestida de manera más formal y que hablara con tonos más graves, para no ser encasillada en roles de humor o livianos. Lo intenté por un tiempo pero no funcionó», confesó.
«Creo que ser ‘la comediante de la voz graciosa’ era un mi estilo y pretender otra cosa sólo me frustraba. Y lo cierto es que jamás me tocó un papel aburrido. Algunos dirán que mi abanico de personajes no es muy amplio, pero siempre me divertí», completó.
Sin mucho presupuesto, en el elenco la única cara reconocible para el público era la del señor Sheffield, en la piel del actor Charles Shaughnessy, quien había trabajado por muchos años como el galán Shane Donovan en la telenovela Days of Our Lives.
Sin embargo, la química entre todos funcionó desde el primer día y nunca se rompió. El piloto gustó tanto dentro de los grupos de testeo que de inmediato fue aprobado y debutó en 1993. Pero fue un fracaso.
Salven a la niñera
Durante toda la primera temporada La Niñera luchó por mantenerse entre los ciclos más vistos pero nunca lo consiguió. Logró sobrevivir a su cancelación gracias al apoyo de Sagansky, quien entendió que había algo en la ficción que aún no había sido descubierto por el público. Pero tuvo que enfrentarse con varios de sus colegas de CBS, sobre todo con los que creían que el problema era que el personaje de Drescher era demasiado judío y eso impedía que las personas se identificaran con él.
«Es cierto que no había tantas series con protagonistas judías y anunciantes como Procter & Gamble no querían promocionar sus productos por temor a segmentar al público. El arreglo al que llegamos era que íbamos a exacerbar lo británico de los Sheffield para que quedara claro que yo era estadounidense, pero fue una pelea dura», explicó Fraser.
Durante el verano de 1994, la serie se repitió los lunes a la noche y comenzó a crecer en audiencia, dando la pauta de que quizá necesitaba cambiar su lugar en la grilla. No lo lograría hasta su tercera temporada, pero en su segundo año se consolidó y la figura de Drescher se volvió más popular.
Es difícil asegurar si la serie, tal como se estrenó, funcionaría hoy, ya que su trama es totalmente lineal y sus personajes unidimensionales, demasiado difíciles de digerir en el escenario de ficción actual incluso en una comedia familiar. Pero no hay dudas de que funcionó sin problemas en su momento.
Shaughnessey lo resumió en una entrevista de 1995 así: «Creo que las personas eligen vernos porque nuestros personajes son divertidos y simples, de inmediato se entiende de dónde vienen y cuáles son sus motivaciones. Cualquiera quisiera pasar tiempo en la mansión Sheffield, somos todos queribles».
También es cierto que muchos de los chistes de las primeras temporadas no envejecieron bien: que Fran Fine sea un fracaso por haber cumplido 30 sin estar casada ni tener hijos dejó de ser algo fácilmente digerible, al igual que los gags sobre el cuerpo de su madre, Sylvia, y su vínculo con la comida. Sin embargo, La Niñera no corre riesgos de ser «cancelada» por los centennials o los revisionistas del humor: los guiones son lo suficientemente inteligentes como para mostrar que los comentarios sexistas que el señor Sheffield realiza en los primeros episodios lo hacen quedar odioso y sus prejuicios terminan siendo en evidencia.
Los problemas de La Niñera llegaron cuando los guionistas decidieron que ya habían agotado todos los recursos para mantener la tensión entre Fran y el señor Sheffield. De hecho, la quinta temporada muestra cómo los niños ya son casi objetos que cambian de lugar de un sitio al otro sólo para obstaculizar el inevitable romance. Sin embargo, cuando finalmente la historia de amor se concreta, se desatan los verdaderos problemas.
«En mi cabeza, el gran final siempre había sido que Fran se consolidaba como la niñera de los chicos y Maxwell como el empresario exitoso pero sin jamás concentrar la tensión que había sido el corazón de la historia desde el principio. Pero fue una orden del canal: querían que sí o sí Fran y Maxwell se casaran al terminar la quinta temporada y, así, aumentar la audiencia al año siguiente. Las cosas salieron exactamente al revés», recordó Drescher.
Un error imperdonable
El casamiento de los protagonistas y el embarazo de Fine en la sexta temporada no cayó bien en la audiencia. Algo similar sucedió con el inesperado romance entre Niles y C.C.. «Esa es la única cosa de La Niñera que jamás entendí y que, creo, jamás entenderé. ¡C.C. y Niles fueron el agua y el aceite por años! ¿Cómo es que terminamos casados? Tuve que actuar esas escenas porque no tenía poder de decisión pero cada vez que leía los guiones me preguntaba por qué lo habían hecho», recordó con desazón Davis.
Drescher coincidió con el diagnóstico: «Estoy de acuerdo con Daniel, no me gustó la manera en la que estas historias concluyeron. Supongo que los ejecutivos de ese momento sintieron que había que atar cabos sueltos de una manera en la que pareciera un cuento de hadas. Pero ni él ni yo teníamos el poder para cambiar esas decisiones. Y la sexta temporada sólo fue posible porque todos aceptamos ese camino»
Con estas tramas convergiendo de una manera inesperada, el ciclo se fue a pique en las planillas de audiencia y no quedó otra opción que cerrar la historia en su sexta temporada. Este gran error es lo que, incluso hoy, impide pensar en un regreso como pasó con Mad about you o Will & Grace. «La única manera en que la historia podría continuar sería si la sexta temporada jamás hubiese existido. El consenso de todos creo que es que jamás debimos haber permitido que Fran y Maxwell se casen, pero es tarde para lamentos», expresó la actriz.
Sin embargo, a 27 años de su estreno, hoy La Niñera sigue vigente gracias a las repeticiones y a Internet. Muchas generaciones que no vieron los episodios en su momento hoy los redescubren y revaloran a Fine como un ícono de la moda. «Si la serie fuese hoy creo que Fran tendría su propio blog de moda con tips para lucir como si una hubiese gastado millones en su aspecto pero por solo unos pocos dólares. Y creo que también hubiese luchado por los derechos laborales del mundo de la moda, creo que ella siempre estuvo atenta a cuestiones sindicales cuando se trataba de los más débiles», aseguró Drescher hace unos meses.
De exportación
La Niñera, además, fue un éxito internacional con pocos precedentes. En una era en la que la televisión no era global, salvo por repeticiones de clásicos, el humor de Drescher logró cruzar fronteras y se convirtió en un éxito en sitios como Australia, Rusia y Argentina, por ejemplo.
El boom aquí fue tal que a finales de 1998, Drescher visitó el país como parte de un acuerdo entre Sony Entertainment Television y Telefe. La actriz participó de los tres ciclos más importantes del momento, Susana Giménez, El Show de VideoMatch y Versus. En ese tour, la actriz le dio una nota a LA NACIÓN en donde se presentó como mucho más que una actriz de moda.
«Soy una mujer de negocios y manejo una gran compañía que es La Niñera. Yo no juego al golf en un club y hago que todos los demás se queden trabajando para hacer que el show sea bueno. Por el contrario, pretendo que todos los demás puedan ponerse a la par conmigo, que estoy trabajando desde antes que cualquiera. Soy la primera en empezar con el trabajo a la mañana y la última a la noche, los siete días de la semana. La gente no me mira y piensa: ‘Esa perra que no mueve un dedo, ¿por qué tengo que hacer esto si ella no lo hace?’», le dijo al diario.
De ese acuerdo surgió la versión local, con Florencia Peña en el rol principal, que también fue un suceso en ratings. La Niñera tuvo sus adaptaciones México, Polonia, Chile, Ecuador, Grecia, Indonesia, Italia y Portugal.
El mayor suceso se dio en Rusia, en donde, cuando se dieron cuenta que no había más episodios por hacer, decidieron que la boda de los protagonistas había sido un sueño de Fran y crearon nuevas temporadas con la aprobación de CBS y contratando a los guionistas originales, quienes trabajaron con ideas que habían sido descartadas en su momento.
El matrimonio de Drescher y Jacobson se disolvió junto con la serie pero la amistad quedó intacta. Él salió del closet un tiempo después y ella volvió a enamorarse, esta vez del científico Shiva Ayyadurai, una figura controvertida del ambiente académico de los Estados Unidos y un defensor de teorías conspirativas. Sin embargo, ya no están juntos.
La Niñera tenía pensado un gran regreso este año, con un musical de Broadway que se vio frustrado por la crisis del COVID 19 y la muerte del músico Adam Schlesinger, quien iba a escribir las canciones. No se sabe qué pasará con ese proyecto pero, por lo pronto, el elenco original se reunió para volver a leer por teleconferencia el piloto hace algunas semanas, demostrando que la química original seguía intacta.
Fuente: La Nación