Cuenta con la participación de más de un centenar de escritores y una importante delegación argentina, que incluye charlas y presentaciones, a distancia, a cargo de Juan Sasturain, María Inés Krimer, Kike Ferrari y Mariana Enriquez.
A medida que avanza el desconfinamiento gradual de Europa, algunos países relajan sus fronteras y reabren museos y espacios culturales, también los festivales -que hacen a la identidad de ciudades y pueblos- empiezan a buscar alternativas para no abandonar sus ediciones.
En esa dirección se asoma la Semana Negra de Gijón, el evento del género más longevo en español que se desarrolla desde mañana y hasta el 12 de julio en la ciudad costera del norte de España, y que según su director, Ángel de la Calle, significa «el primer festival presencial que se celebra en el mundo desde el inicio de la pandemia».
Claro que en esta edición no habrá fiestas masivas ni callejeras: «Lo que vamos a hacer es justo lo contrario. Públicos minoritarios de aforo controlado; altísimas medidas de seguridad sanitaria; entrada gratuita, pero electrónica; visitas controladas a las exposiciones; charlas que tendrían 400 espectadores van a tener 38 de máximo; conciertos musicales que congregarían a miles de personas solo podrán ser vistos en presencial por 50 personas. Firmas de libros, tras una pantalla de metacrilato», grafica de la Calle.
Sin embargo, pese a las restricciones, el evento no se achica con la pandemia: este año participan más de un centenar de escritores y escritoras. Unos 90 lo harán en persona, otra veintena de residentes no europeos, a través de teleconferencias frente a la imposibilidad de viajar, como las argentinas María Inés Krimer, Dolores Reyes, Mariana Enríquez, Liliana Escliar y Miriam Lewin, y sus pares Kike Ferrari, Juan Sasturain y Horacio Lutzky.
Como en ediciones anteriores, la representación nacional en el festival no es novedad pandémica: el grueso de argentinos como referentes del género es una constante en las filas de la Semana Negra. En palabras de su director, «la novela argentina es la vanguardia en la novela de género y de mestizaje en estos momentos en el español. Con nombres de México, Chile, Colombia y otros lugares, por supuesto, pero por cantidad de propuestas, mi opinión personal es que la punta de lanza es Argentina».
De hecho, en esta oportunidad, cuatro autores locales son finalistas de los distintos premios que se darán a conocer durante el evento: María Inés Krimer es candidata al Premio Dashiel Hammett por «Cupo» -que el año pasado fue para el actual director de la Biblioteca Nacional, Juan Sasturain-; Dolores Reyes opta al Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela de género negro en español, mientras que Mariana Enriquez por «Nuestra Parte de la noche» y Kike Ferrari por «Todos nosotros» son candidatos al Premio Celsius a la mejor novela de Ciencia Ficción y Fantasía.
Además de aspirar a los galardones -que se darán a conocer el viernes 10 de julio en horario mediodía de España-, los finalistas argentinos presentarán sus libros mediante videoconferencias que se transmitirán en las redes y en el Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón.
La programación incluye la participación de la escritora Liliana Escliar, quien presentará su última publicación, «Tumbas rotas», mientras que Miriam Lewin -recientemente elegida como Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual- y Horacio Lutzky darán cuenta de la investigación que escribieron a cuatro manos, «Iosi, el espía arrepentido».
Otro invitado local de Semana Negra es uno de los máximos exponentes, promotores y conocedores de la literatura policial y el género negro en Argentina, Juan Sasturain. El actual director de la Biblioteca Nacional, autor de «Manual de perdedores» y compilador de numerosas antologías del género, será de los primeros en sumarse al festival con una charla prevista para el próximo sábado a las 18.30, hora de España.
Con más de tres décadas de vida, la cita se coloca como «un encuentro literario de primer nivel mundial dentro de una gran fiesta popular cuyo objetivo es la promoción de la lectura». Y si bien este año tuvo que transformar su «histórico formato tradicional» no pierde «el espíritu iconoclasta y comprometido que desde hace 33 años nos lleva a proponer nuevas ideas para el debate y a retomar argumentos que la actualidad nos incita a situar en las mesas de discusión»
Así, con el lema «a la literatura no la mata un virus», la Semana Negra de Gijón se propone despejar el fardo de estos últimos meses atípicos haciendo pie en la literatura y la lectura. Y aunque su nombre parezca concentrarse en un género, la realidad -dice de la Calle- es que «las fronteras están para que los escritores las rompan. No hay muros que separen los géneros. ¿Las novelas de John Connolly son negras o fantásticas? ¿El ‘Cometierra’ de Dolores Reyes es terror o género negro? Vivimos en sociedades donde la pureza debe ser la bondad y no el color».
Sin embargo, como su nombre indica, el festival abreva en una tradición que se caracteriza por su capacidad crítica con las relaciones de poder y precisamente en un contexto donde la humanidad se piensa en peligro, ¿la literatura puede abrir horizontes para el debate?: «En sociedades altamente criminalizadas como en las que vivimos, la literatura que habla del crimen se vuelve realismo, realismo sucio, claro. No es misión de la literatura dar respuestas, sino hacer las preguntas adecuadas», sugiere de la Calle.
La 33° edición de la Semana Negra de Gijón se puede seguir por el canal de YouTube de la Semana Negra, al que se accede desde la página web de la www.semananegra.org, o desde las páginas de los organismos y medios de comunicación que replicarán la señal en todo el mundo.