Luis Borges -a quien conoció cuando se desempeñaba como periodista- y se refirió a su admiración por «el escritor más literario», al que homenajea en su nuevo libro, «Medio siglo con Borges».
La entrevista, realizada esta tarde en el marco del ciclo de charlas «La cultura en tu casa» organizada por Espacio Fundación Telefónica, tuvo como eje el flamante volumen editado por Alfaguara y sirvió como disparador para que la autora de «Opus Gelber» trazara paralelos y diferencias entre el autor de «El Aleph» y la trayectoria del Premio Nobel de Literatura 2010.
«Esta colección de artículos, conferencias, reseñas y notas da testimonio de más de medio siglo de lecturas de un autor que ha sido para mí, desde que leí sus primeros cuentos y ensayos en la Lima de los años cincuenta, una fuente inagotable de placer intelectual.[…] Será por eso que siempre leí -y releo- a Borges no sólo con la exaltación que despierta un gran escritor; también con una indefinible nostalgia y la sensación de que algo de aquel deslumbrante universo salido de su imaginación y de su prosa me estará siempre negado, por más que tanto lo admire y goce con él», dijo el escritor peruano sobre su libro.
«Medio siglo con Borges» reúne ensayos, conferencias y entrevistas que dan cuenta de su relación con el escritor argentino y con su obra. Vargas Llosa entrevistó al escritor por primera vez en París en 1963, un año central para el argentino porque fue en ese momento que los franceses descubrieron su obra.
«Quedaron deslumbrados, muy sorprendidos que un argentino, alguien que venía de la tierra de los gauchos, supiera tanto de literatura francesa. Hablaba un francés tan impecable, muy literario, muy siglo XIX», rememoró el autor de «Conversaciones el la Catedral».
Para Vargas Llosa, ése fue el año a partir del cual la obra de Borges, leído antes por minorías, revirtió esa tendencia y comenzó a ser leído en América Latina. «Es casi insólito: el reconocimiento viene cuando tiene casi toda su obra escrita», mencionó durante la entrevista.
Para esa época, el escritor peruano, entonces con 27 años, había escrito «La ciudad y los perros» y «Los jefes», y trabajaba en la televisión francesa.
Vargas Llosa relató que le daba temor entrevistar a Borges, a quien ya admiraba, porque se lo veía «indefenso, vulnerable, tímido».
En cuanto a las frases irreverentes de Borges, que arrastraba desde su juventud ultraísta, aseguró el autor de «La tía Julia y el escribidor» que «había una especie de maldad como sana, una elegancia, cultura, caballerosidad anticuada, que hacía que pasara bien todas las irreverencias que decía, sobre algunos colegas».
Vargas Llosa sostuvo que siendo admirador de Sartre, quien proponía la idea de que «el escritor debe comprometerse con su tiempo, escribir lo que anda mal en la sociedad», quedó encantado con el mundo de Borges, aunque estuviera en las antípodas del pensamiento sartreano: «Borges era la negación de lo que representaba Sartre», subrayó.
El estilo del autor de «Ficciones» es tan insólito, observó Vargas Llosa, que «nuestra lengua suele ser muy numerosa, de muchas palabras para pocas ideas, en cambio en la prosa de Borges hay tantas ideas como palabras, por la precisión, exactitud, extraordinaria adjetivación».
El narrador peruano marcó un antes y un después de «La historia Universal de la Infamia», cuando Borges aparece como un escritorio logrado, «con un mundo propio», afirmó.
«‘Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche’: a nadie se le había ocurrido de calificar a la noche de unánime», citó Vargas Llosa. Y aclaró: «No escribía para la actualidad, no le interesaban los temas sociales algo tan insólito para América Latina».
En cuanto a la faceta política del argentino, que aborda en su nuevo libro, Vargas Llosa señaló la incomodidad ante la mirada de Borges por las «dictaduras militares con las que es muy tolerante», como la aceptación de la condecoración por parte del ex dictador chileno Augusto Pinochet. y los atribuyó al «gran desprecio que sentía Borges por la política».
«Es un aspecto muy incómodo -recalcó-, que no se compadece con la inteligencia y la cultura, por la simpatía por ciertos regímenes brutales donde desaparecía gente».
Fuente: Télam